Ocho de Fuente Ymbro para el 11 de Julio

En principio, y si nada se interpone, estos ocho bureles serán los que viajen desde Lo Romeral, en San José del Valle hasta los Corrales del Gas a principio del mes de Julio. La verdad es que, desde que comenzó la andadura de Fuente Ymbro en Pamplona, con su primera corrida, que, aunque ganó su primera feria del Toro, fue un poco más ligera de hechuras, esta casa ganadera toca las teclas de los Sanfermines, año tras año, en hechuras y trapío. Y es que, una vez reservada la cabecera de camada, no hace falta pasar a comprobar su situación, ya que, tanto el ganadero como su fiel hombre de confianza, resguardan el lote entre algodones, y comiendo a su libre antojo.
Este pasado viernes, entre el calor y la polvareda, paseaba por los corrales de la casa, mientras Alfonso, el mayoral, daba una visita final a Curro Mateo, hijo del gran Miguelín, y a 'el Rabia' por el lote que a fin de mes lidiará en Algeciras. Allí estaban a la sombra cuando llegué, sentados a la pared del salón de la plaza, mientras terminaba un saneamiento el mayoral y sus ayudantes. Saludos, abrazos, chanzas y requiebros, y que se van para el corral mientras un propio se esperaba en la casita, a la sombra, con una cervecita fría en la mano.
Rápida y ligera la vuelta del empresario-ganadero, y la tarde para mí y mis compinches.

La verdad es que visitamos todos los corrales, pero, como acostumbra a hacer cuando voy con amigos, Alfonso les pasea y para entre vacas, novillos y toros para el resto de plazas, mientras charla conmigo de nuestras historias. De vez en cuando me señala algún toro, y le respondo que si va a Arles, o Bayona o Bilbao. Se ríe y continúa, tras decir Arles, orgulloso de que no me ha pillado. Y es que aprendemos mucho charla tras charla. Irónicos y retorcidos como somos, la gente que nos acompaña enseguida se dan cuenta de que nuestra charla viaja con un lenguaje ininteligible para el resto

Y llegamos al lugar de la verdad, y ahí se saca la cámara, y Alfonso que se ríe más. Sabe que es una visita relámpago y que con siete disparos me bastan, como mucho dos por barbas, y terciamos más en buscarle la vuelta a cada uno y observarlos que en tirar del gatillo. Y así, un jabonero 42, es el primero. Viejo amigo, ya que fue el cuatreño que se dejó fuera en el pasado ciclo sanferminero. Este ya conoce el hotelito, así que se hará su espacio. Y es que está inmenso el cinqueño. Si no entra este año, alguien le tendrá que echar mano a puerta cerrada, o subir en demasía un lote de otro lar norteño. Y entre este, y el 41, con unas velas que acojonan hasta a un menda, vamos pillando al 171, al 163, al 112, al 190, al 183, y al 209. Todo un espectáculo, y todo un lujo, que espero valoréis en estas fotos bajo la chicharrina de una calurosa tarde de junio, y en una finca llena de polvo, donde hace mucho, mucho, que no llueve de fundamento. Seguro, que este año saldrán más agrestes, si cabe.