Calor en los saludos, al coche y al hotel Leyre para que dejara en la habitación su maleta, y rápidos una cervecita o coca cola y al tema. A charlar de toros, confidencias entre amigos, opiniones dispares que con respeto aceptamos, mientras íbamos haciendo tiempo porque a las ocho de la tarde, José Luis era el invitado estrella para presentar la revista del Club Taurino 2.013.
Mesa nutrida con el presidente, el vicepresidente, el director de la revista y quien este año ha sido el encargado de realizarla y cordinarla, pero como decía Juan Ignacio Ganuza en la presentación de José Luis Ramón, era un premio tener a tal persona para presentar la revista. Y así lo demostró el invitado, que fue dejando perlas en todo momento. Alabó la revista, y viniendo de un director de la mejor revista taurina semanal que existe hoy en día, es todo un orgullo. Habló de su limpieza, de su calidad, pero sí que dejó claro que no es la típica revista donde se centra todo en el ombliguismo, en lo buenos que somos, en la de viajes y cosas que hacemos, sino que es toda una intención de enseñar. Artículos de todo tipo, pero centrada y mucho en contar historias, en hablar de tauromaquia, en enseñar, y por eso, y varias veces hasta sus últimas palabras, fue machacón incidiendo en que no la recibieran los socios para hacerle un mal hueco en la estantería, que nadie la recogiera para tenerla en la colección, sino que todo el mundo la leyera. Porque está hecha para leer, y aprender, que todos tenemos cosas que aprender a diario. Y se lo agradezco personalmente, porque esa ha sido mi intención este año que me han cargado sobre mis espaldas la realización de la misma. Y me callo de lo que uno tiene que aguantar en este tipo de actividad.
Tras ello y las fotos de rigor, la entrega de obsequios al honorable presentador, un lunch sencillo y toros, muchos toros.Como José Luis no se muerde la lengua, y desde el respeto de quien viene de fuera, sin deseo de pontificar ni enseñar nada, pero sí con la necesidad de dar su opinión dejó algunas frases que en una sala abarrotada, como pocas veces hubo discrepancias. Por eso, el presi, nada más terminar el acto me da un toque y me dice que me pegue a él. Y así doy fe que se bregó con mucho aficionado que fue a dar su opinión contraria, y todo con mucho respeto, José Luis escuchó y fue escuchado. Y al final, señores, todos tenemos que aprender a escuchar a los demás, porque nadie tiene la verdad absoluta, y las opiniones son tantas como ombligos existen. Y es bueno respetar a la gente que te respeta, aunque sea de opiniones diferentes.
Y como no podía ser de otra manera, la cena fue una bella reunión de colegas adoradores del mismo misterio. La charla entretenida y amena, y allí, el maestro Emilio García, a sus ochenta con toda una vida dedicada al toreo, desde los trastos y el boli, nos ha deleitado con un montón de lecciones, pero lo que más claro nos queda a todos, incluido José Luis, es el google que tiene este hombre en la cabeza. Es más rápido que los buscadores. Y con qué pasión nos contaba las viejas historias de los cuarenta, cincuenta y sesenta.
Buena cena, buena gente, buena charla....eso es una de las grandezas de ser seguidor de este rito.
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