Me habéis leído alguna que otra vez, que me guste charlar con todo el mundo del toro, desde el más altivo y grandilocuente empresario hasta el último de los que se llaman aficionados. En busca de la solución final, está claro que no nos ponemos de acuerdo en el tema del toro, y menos aun en las formas de la lidia, ni entre criadores, ni entre aficionados.
Al empresario, normalmente lo que único que le interesa en llenar las arcas lo más posible, y sin preocuparse de las malas sensaciones que dejan. Ellos funcionan principalmente al corto plazo, y como muchos de ellos son ya generaciones posteriores de familias de propietarios de cosos y gestores, tienen mamado desde chicos que al aficionado se le puede dar por todos los lados. Y es normal, porque no existe un personaje más cambiante que aquel que se siente un taurófilo. Y los amos del taurineo lo saben y lo fomentan hasta la hilaridad. Y así, en una misma tarde te dan gato por liebre, y de pronto, sale y sucede una chispita diferente, y eso sacia la locura de la mayoría de los paganos. Y otro triunfo para el que se lleva todo al bolsillo. Un buen empresario es aquel que sabe darle gato por liebre al aficionado sin que se note mucho, y si se nota, tampoco pasa nada, a la próxima hará que se note menos, y punto. Y este grupo, el minoritario, se podrá sentir aficionado o no, pero no funciona por esos parámetros desde el momento que no hacen, muchos de ellos, lo que les gusta sino lo que les rente lo más posible. Por tanto, pienso que este grupo minoritario no puede participar en el cambio. No lo quieren ni ellos, que están cómodos, aunque en el fondo de su ser, alguno que sí es más listo se dé cuenta que sus hijos pequeños no van a vivir de esto ni poder seguir llevándose casi todo.
Por otro lado están los ganaderos. Y de estos hay varias clases. Y no por el hecho de pertenecer a una asociación u otra, sino por la tradición, el dinero del bolsillo, etc. Aunque me hace gracia que llamen ahora ladrilleros, o advenedizoa a algunos de los "nuevos". Todos han sido nuevos alguna vez. O han olvidado que al Sr. Domecq y Núñez de Villavicencio, aficionado taurino de siempre, valoró más vender sus caldos y darles más señorío comprando la que creía ganadería más antigua de España, que los toros veragüeños en sí mismos. O qué decir del señor Juan Miura, sombrerero de la calle Sierpes, que ni en sus mejores sueños pensó ser ganadero, y que su familia se convertiría en estirpe histórica de los mismos. Y no voy a seguir. Sólo quiero dejar claro que cada nuevo ganadero es una nueva ilusión, y algo diferente a lo que existe. Aunque a pesar de ello, todos parecen caminar juntos. Y no es así, sólo que el 99,99% coinciden en lo mismo: por vender se bajan los pantalones ante el empresario hasta donde haga falta. Y simplemente, por este motivo, pienso que los ganaderos tampoco deben ser parte del cambio. Ellos se amoldan a lo que les demandan los que realmente mueven este cotarro. Por tanto debieran amoldarse al resultado de ese cambio.
Los toreros, matadores, banderilleros, novilleros, picadores.... forman otro de los grupos que parece que mandan mucho en esto. Pero, cuando uno se acerca de verdad, sabe que mandan más que los ganaderos, sin duda, ya que algunos pueden con ellos, pero no pueden con todo, ni con todos. Con el empresario, un torero puede ganar una batalla, pero como siempre se cumple la máxima "tempus fugit", a la larga la guerra siempre es ganada por el mandón principal. A lo largo de la historia, ha habido figuras que han podido con casi todo, y no vamos a citar ahora caso por caso, pero a la larga los empresarios sí han ganado las guerras. Ahora, las supuestas figuras se asocian como si se deba hacer lo que ellos proponen, pero, y este año ha sido clave, el resultado es que, si quieres torear lo harás a mi manera o quedarás marginado. No es momento de profundizar en esto. Ahora hay que definir quién es el que debe liderar el movimiento del cambio. Y los toreros, al menos los primeros, quieren torear buscando la comodidad, la serenidad, la lentitud, sin sobresaltos por parte del enemigo al que llaman y quieren como colaborador. Buscan su arte estético, y no la realidad del rito. Creo, que eso lo tenemos claro. Y, este grupo no puede liderar ningún cambio porque se creen los principales, los únicos actores del rito, y sus deseos van encaminados a su vida personal, a sentirse realizados. Y eso es para un momento, para su momento. Mientras que el pensamiento real es que el rito viene de lejos, de muy lejos, y hay que mirar hacia adelante, con mucha perspectiva, para más generaciones. Y eso no lo puede tomar como fin quienes tienen un fin personal, de cortas miras.
¿Y quién nos queda? ¡Quién va a quedar! ¡Nosotros! El aficionado.
Espera, espera!!!. Me dicen que falta el poder de la prensa. El poder de la desinformación. ¿Qué poder? les respondo, cuando charlo de estos temas con gente de estos grupos. No hay prensa decisoria, ni poderosa, porque esto se está quedando en nada que mandar. Y porque la prensa desde siempre está al son que más suena, al sol que más calienta. Son portavoces de quién propine. Por desgracia, esta prensa está secuestrada por los pagos que realizan los grupos anteriores. Y por eso, no están al servicio de la comunicación, de los aficionados, sino que son la correa de transmisión del poder establecido.
He hablado con mucha gente, toreros, ganaderos, empresarios, y sobre todo con aficionados. Oigo de común que lo mejor sería tirar todos del carro. Poca gente me he encontrado que piense que esto sólo lo pueden sacar adelante los del otro lado de la barrera, los paganos, y en primera fila los aficionados. No doy nombres. No es el interés, pero sí que quiero significar que entre los que piensan que sólo los aficionados pueden sacar adelante este rito, y perpetuarlo para nuestras siguientes generaciones con algo de sentido, algo de verdad, algo de su ser, se encuentran ganaderos de primer nivel, empresarios no al uso, toreros conocidos, y mucha gente nueva y pujante de todos estos sectores.
¿Y porqué los aficionados? Porque en teoría aficionados debemos ser todos los de los anteriores sectores, pero tomando ejemplos de zonas de la Francia taurina, debiéramos copiar y pegar el sistema de ellos, acondicionando el tema a la idiosincrasia de cada zona, en un observatorio común de grupos de aficionados, representados por todas las zonas, y que fueran de obligado cumplimiento las normas que se establecieran y las multas y castigos que se impusieran. Y por cierto, lejos, muy lejos, deben quedar los señores de los entes públicos. Ellos a regular desde cultura las normas administrativas que se establezcan. Y desde ahí cambia el negocio, siempre en defensa de un rito que está subvertido, difamado, abominado y escondido a más no poder.
Y que esto debe ser así, es porque defenderemos a larga distancia, como diría Churchill a mirada de estadista no de político. No hay más que ver, o entender un poco lo nefasto que va a resultar el nuevo reglamento navarro, donde la policía ha tomado las riendas, mandan ellos solos, y guardan un poco de sitio y espacio al poder de la empresa de Pamplona y poquito más. El aficionado, federación, clubes, etc. todos fuera de onda. Y eso, que en su tiempo le avisé a la presidenta actual de cómo hacerlo. Pero como siempre, el de a pié no sirve para nada. Vota cada cuatro años, o va y paga una entrada y a callar. Y vivimos varios lustros de crisis, palabra griega que significa cambio, y hemos sido incapaces de cambiar más que a peor, haciendo que el pueblo huya de las gradas; y a resultas de decir excusas vanas, los que los echan se escudan en los cambios de vida, y las nuevas situaciones del siglo XXI.
Todo el que me conoce sabe que no me gusta definir esto ni como una fiesta, ni tampoco como un arte. Lo entiendo más allá. Sin embargo acepto ambos términos, como otros muchos, y cuando definen La Tauromaquia como el arte más inteligente que existe, o la madre de todas las artes, o... creo que está bien. Pero siempre pienso que la defensa de algo minoritario debe jugar en la misma división que parecidas concepciones, y por eso somos los aficionados y paganos los que debemos dignificar esto, y echar de nuestro templo a todos los fariseos, cambistas, publicanos sin contemplaciones. Eso sería el principio del cambio y el afianzamiento del nuestro rito.
Joder!
ResponderEliminarEres de los pocos que dicen lo que realmente es.
El unico que manda de verdad, es EL PUBLICO, aficionado o no!!!, porque el interes desde cada tipologia de festejo que gusta en cada zona es fundamental.
Mi padre al que por Pamplona conoces, me ha enseñado una gran cosa, que es valida para todo.
El buen aficionado no es el acerrimo de un torero o ganaderia, sino el que mas le caben en la cabezan en su variedad.
No seamos integristas de un espectaculo, valoremos lo bueno de cada uno de los distintos tipos de espectaculo, de todos. No seamos OBTUSOS de querer tener siempre la razon.
Hacia adelante y siendo constructivos!!! Negativos y pesimistas dejarnos tranquilos y dignifiquemos la fiesta de todos y para todos!!!
Viva San Fermin.
Espero que este año te veamos en el campo.
Un saludo patxi.