Sigo recibiendo cariñosas puñaladas de muchos amigos que me llaman preguntando por mi supuesta dejadez, que denominan vagancia pura y dura, lo cual, me parece muy bien. Les respondo que estoy muy liado, que mi tiempo está ocupado en otras situaciones. Y es que, cuando a todos nos meten un gol con la famosa crisis, nos engañan y nos estafan para que, asustados por la desinformación continua en la que vivimos, uno sólo tiene dos opciones: por un lado, llorar, patalear, lamentarse de la mala suerte y lamerse las heridas, saliendo a chillar, maldecir y por supuesto, esperar que alguien le solucione el tema. O por contra, pararse un momento, volver a planificarse la vida y tomar las medidas adecuadas para seguir adelante, en busca de la felicidad, la libertad, el éxito... ¡Anda que no hay negocios interesantes en estos momentos para montar las de sanquintín!
Y es que a mí la crisis me recuerda a la situación taurina que tenemos desde hace unos cuantos lustros. O no me negarán que llevamos unos cuantos lustros hablando de que esto va de mal en peor, de que esto no hay quien lo solucione, de que esto se muere por inanición (o inacción, que diríamos algunos con más tino).
Por eso, imagino que a cualquier taurino el tema de la crisis global que nos han vendido no le ha pillado de improviso. Al igual que nosotros los aficionados al toro, los que aceptamos la realidad que nos sucede después de tantos años, sabemos sin dudas, que esta situación mundial que nos han colado se parece mucho a la que nos colaron con el tema de los toros, del cambio de gustos, que si lo que la gente quiere es ver pegar pases, que si no interesa que se pique a un toro, que si muerte o no muerte, que si...y eso ha ido deviniendo en el hundimiento de esta religión por culpa, única y exclusivamente del stablishment (de los taurinos mandones), de la correa de transmisión de los chupapollas desinformadores y del arrodillamiento servil del resto del taurineo, con los ganaderos persignados y resignados en primera fila. Y claro, si esos señores, otrora los poderosos y ricos prohombres de España lo hacen, maricón el último. Con todos mis respetos a sarasas, sarasillas, limpiabraguetas, culeros, enculadores, mariquitas, mariconazos, chupapollas, o simplementes gays. Pero es que esto es así.
Pues eso es la crisis global en la que estamos inmersos por la estafa y el engaño del poder con la ayuda obligatoria de la desinformación del cuarto poder que adelantó hace tiempo a la justicia (o lo contrario, porque se está imponiendo el pan para todos, lo más injusto del mundo), y vive junto a los maniqueos tocando palmas y dando coba a los poderosos. Aun recuerdo hace dos años cuando el Dr. Buxadé decía que en España mandaba Botín, pero el problema era que mandaba poco. ¡Pues como ahora esté mandando más, aparte de su hobby de las carreras qué coño se va a salvar! me dicen aquellos que poco antes me llaman vago por no escribir.
Y la verdad, quiero ser muy sincero. En primer lugar estoy ocupando mi tiempo en que la república independiente de mi casa aproveche estos momentos para en los próximos dos, tres años reirme hasta de Botín. Pero esto es cuestión personal, y no les interesará, supongo.
En segundo lugar, creo que me estoy cansando de dar palos de ciego. Creo que el enfoque informativo de un blog está muy bien. Creo que tener viva esta forma libre de expresión es importante, si no vital en estos días. Pero me estoy dando cuenta que muchos se dedican a dar palos y más palos sin, realmente, saber lo que dicen, o de lo que hablan. Somos críticos, no analíticos. Machacar, o odiar a lo domecq, o exaltar lo manso sobre la bravura controlada, o tantas y tantas cosas que veo y, sobretodo, leo a diario, me hacen ver que igual estoy de más aquí. Y muchos creen que defender la fiesta es dar por saco a lo que huela a domecq, o caña a quien mande por el hecho de mandar, o soplapollas y mingafrías varios que, en vez de dar noticias quieren ser ellos la noticia, y por eso, entresacan cuatro cosas haciéndolas llamativas de una conversación, logrando así tergiversar el asunto por su ego personal. Y como, de verdad, no tengo ningún ego en este tema, y lo demostré sobradamente a mucha gente los pasados sanfermines al estar de fiesta y no venderme por un plato de lentejas. Y eso que mucha gente pensaba y piensan que el estar en el candelero, aunque sea en malos momentos es bueno para que no te olviden, sinceramente prefiero que me olviden a que me jodan.
Y en el tercer lugar, veo que no hay interés en sacar adelante el asunto, no interesa ni a medios de comunicación, ni a taurinos varios que sacan más de la ruina que del éxito, ni a casi nadie que esto se arregle. ¿ O se creen que es complicado? Hablo con mucha gente del toro al cabo del año. Cada uno me da su punto de vista. El del ganadero, el del torero, el de los veedores, los periodistas, el de los empresarios....y ¡claro! el del aficionado. Y el más dispar es el de este último, al que pertenezco. Y creo que sólo los aficionados en unión podríamos sacar adelante el tema. PERO ESO SERÁ NOTA PARA OTRA ENTREGA.
Ánimo Patxi, no te vengas a tablas.
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