Salimos de Guadalix camino de la Villa y Corte y las carreteras están más despejadas. Incluso nos encontramos con que ya has dado rienda suelta a los camioneros para que continúen en circulación, de tal manera que vemos un caos absoluto en los carriles contrarios a cincuenta kilómetros aún de Madrid. Por suerte, nuestros carriles están libres. Los camiones vienen detrás y ya no nos pilla el atasco que vemos en la circulación contraria. Rápido, pasamos Villa y Corte dando una vuelta espléndida pero rápida y con pocos coches. Y es que las radiales madrileñas, serán de pago y de buen pago, pero una maravilla. Poco tráfico y ni vemos 'la capi' siquiera. Entre charlas sale el sol y seguimos ruta camino de Andalucía y de topetón nos vamos hasta La Carolina donde picoteamos y repostamos. En esos instantes, justo bajar del coche, nos ha empezado a caer granizo. Bolitas de hielo que repican sin parar. Ya ni adrede.
Entre olivos seguimos hacia La Carlota y hete aquí que justo antes de llegar comienza el diluvio universal. ¡No vemos ni la carretera! Y es que este año sigue echando agua aquí abajo. En cambio, en Navarra, frío a manta, pero ni gota.
Pasamos Palma del Río entre campos de naranjos y mandarinas y para colmo se despeja el cielo en el ocaso y surge un sol cegador, naranja, que va muriendo por el oeste con una fuerza aún inusitada para nosostros en estas fechas. Llegamos a Lora y ¡a la sierra! que aún nos quedan veinticinco kilómetros hasta casa de Mari Pepa, mi patrona en Constantina. Y es que la ruta está marcada. Mañana empezaremos con Dolores Aguirre, así que nada más llegar, y antes incluso de llamar a casa para que respiren tranquilos por la llegada sin parte de guerra, llamo a Fernando, mano derecha de la bilbaína, un currela y un amigo, para liarlo a cenar con nosotros, que ya toca. Y la respuesta es la misma de todos los años: 'chiquillo, que estoy muy liao todavía, que no puedo, que me quedo a dormir en la finca, que mañana os atiende Raúl porque tengo una reunión a primera hora pero luego estoy con vdes.'. ¡A callar! Cuando no se puede no se puede. Así que sin demora, después de horas y horas sentado en coche salimos calle abajo que necesitamos estirar las piernas y llenar la panza. El picoteo es lo mejor para los viajes largos, pero en llegando al destino, una buena comida aunque sean las ocho de la tarde. ¿Vamos al cambio de tercio, a los gallos....? me pregunta Pedro. ¡Vamos! le digo. Y en esto que suena el móvil. Fernando otra vez.
'No vayáis a ir al Cambio, irse al Alcornoque que os están esperando. Ya me dirás mañana que tal'. Cena hecha, de nota alta con un trato esmerado y por la jeró. Una vez más los amigos te llenan el alma con estos detalles.
venga ya estoy contando las horas para poder leer,
ResponderEliminarVIAJE A LOS TOROS DE PAMPLONA. III
te felicito patxi que disfruteis,saludos