Hace ya algún tiempo que dentro del sector taurino, tanto en Francia como en España algunos personajes me vienen mentando, e incluso alguno se acerca a preguntarme si soy 'el de las fundas' y me miran estupefactos o me reprochan mis escritos sobre este tema como si yo fuera comisionista de cada enfundado, como si no entendiera que eso es una manipulación encubierta del astado, como si no me diera cuenta que hablando como hablo del tema enfundador no dejo de ser más que un pésimo aficionado, además de hacer un mal irreparable a la fiesta. Es triste recibir escritos llenos de reproches de este tipo, comentarios y artículos en el que me mentan dándome más importancia de la que realmente tengo aunque vengan a hacerlo en plan despectivo y defenestrable sobre mi persona, lo cual me da igual y sigo pensando que dan demasiada importancia a un taurino tan normal como yo.
La verdad absoluta, la mía, claro está, es que yo no estoy a favor de las fundas. Estoy a favor de que todas las fincas de España, Francia y el resto del planeta toros debieran ser como Dehesa de Frías como mínimo. Grandes extensiones donde el toro viva libre y apenas note la manipulación del hombre, viviendo en estado cuasi salvaje. Pero esto no es posible, primero porque no existen tantos entornos en el globo terráqueo como esa hermosa finca, segundo porque no todos los ganaderos tienen esos posibles, tercero porque ni siquiera en el presumible estado cuasi salvaje de los 'dolores aguirre' se puede huir de la continua manipulación humana tanto en comidas, saneamientos, vacunaciones, guarismos, embarques y demás situaciones que se dan, obligadas por la ley, sin pensar en los posibles percances que hacen necesaria la intervención quirúrgica de vaqueros y veterinarios. Y como nadie parece darse cuenta, fuera del campo, que manipular es manejar (esta es la frase que utilizan en el campo ya que la otra les da miedo) se quedan en el tema de las fundas como manipulación, que lo es, pero no como piensan los que así utilizan tal palabro. Sencillamente, el que no ha enfundado, no ha visto cómo debe hacerse, ni tiene en sus manos los efectos y resultados de su ultilización difícilmente puede explicar los efectos nocivos que mentan sin parar. Estoy de acuerdo de lo hermoso que es ver el toro en el campo sin 'los condones', pero yo no soy ganadero aunque sí nieto de, no me juego mis cuartos, que para mi suerte o desgracia ni los tengo, y creo en que este negocio debía ser más limpio de lo que vemos en casi todas las plazas, pero no debemos mezclar churras con merinas hablando de afeitado encubierto, que no lo es en absoluto. El afeitado o lo es o no. Y en contra de lo que en su día largó el cronista cocherista de EFE en la revista del club bilbaíno para su feria, sé de buena tinta que en Pamplona no se afeita hoy en día a pesar de llegar todos los años variadas ganaderías enfundadoras, cosa que aquel rencoroso y tiñoso personaje mentó supuestamente porque no se atrevió a mojarse, porque sólo fue a hacer mal sin tener pruebas dando sospechas continuas sobre estos temas, siendo junto a otros de villa y corte los defensores de la integridad que ellos mismos tragan, aguantan y defienden a esos toreros afeitadores que son los que pueden, más fuerza tienen y les mantienen los chiringuitos. Hablaba de Bilbao como la única plaza íntegra junto a Madrid y eso es incierto y desgraciadamente demostrable. El año 2010, a pesar del actual séptimo de encornadura revisable (no la quinta parte anterior porque se ha demostrado científicamente que es un séptimo la referencia ósea a vigilar), hay datos que no indicios, de afeitado allá donde torean ciertos matadores, incluído Bilbao, la Feria del Norte, la del Toro por excelencia (recuerden que hace tiempo situé Pamplona al sur de Francia para no chocar en comparaciones absurdas) y datos fehacientes que no han salido a la palestra, que me parece muy bien porque al final el mal parado es el ganadero cuando debieran ir a por el torero y su apoderado como mentirosos del negocio y fraudulentos consumidores del producto, estafadores consumados sobre el testigo, el pagano final del rito. ¿Pero esta continua realidad tiene algo que ver con el enfundado? Rotundamente no. Absolutamente nada. La 'manipulación condonera' afecta más al doble manejo estresante hacia el burel (sobre todo la colocación, porque la retirada de la funda no cuesta apenas instantes y el toro va al cajón sin apenas stress porque recuerda el camino ya que durante ese año va cuatro veces al mismo si no tiene percance alguno antes de la última que es la salida en viaje) que la afectación sobre su astado. El toro astifino seguirá de la misma forma, el astigordo no aparecerá más afilado, la venda actual ni exprime, oprime, quema, reblandece ni nada parecido. No afecta sobre la cuerna y como se coloca se retira. Su única función, a parte de dejar dormir tranquilo al mayoral y respirar sin acelerar el pulso del ganadero, es que el toro no se quede en el camino justo cuando va a revertir su gasto en las arcas del ganadero. ¿Y por qué no las colocan de chotos? me llegan a escupir como si fuera defensa del afeitado encubierto que supone enfundar, mientras que lo único que demuestra es la total ignorancia sobre el campo y el toro que padece quien lanza tales frases. Al igual que los doctorados matan cuatreños y cinqueños y no añojos o erales, el toro desde su nacimiento sufre esos cambios que hacen que año a año pierda la ingenuidad, y es justo en ese instante, cuando se hace mayor, cuando va a empezar a pelearse por el dominio de la camada, por la comida, por los cambios de tiempo, por casi todo...es entonces cuando se le coloca las fundas hasta días antes de ser embarcado. Días peligrosos esos finales, momentos de máximo peligro en los embarques y desembarques, roturas en el enchiqueramiento, en encierros donde los haya. Por eso, cada año hay ganaderos que me mentan lo de hacer el enfundado legal: enfundar los utreros con sello delante de agentes de la autoridad y retirarlos en la plaza antes de su lidia. Y esas buenas palabras que me dicen esos ganaderos me hacen reflexionar sobre quién está a favor de la integridad absoluta y quienes son, al final, los verdaderos responsables del afeitado, los que juegan realmente con el miedo, los que son fácilmente sugestionables y hacen la trampa para jugar con ventaja. Esos son los responsables absolutos, ellos y sus apoderados que son los que fuerzan al ganadero a tragar si quiere seguir vendiendo el producto. Y otra cosa que me hace reflexionar es que al torero, a su apoderado y a su veedor no les gusta las fundas, así que piensen Vdes. y saquen sus conclusiones. Yo hace años que las saqué, me modernicé, aprendí el oficio enfundador y no es que me gusten las fundas, sino que entiendo y comprendo lo que significan y cuando esté con Victorino seré uno de los que le diga que no haga caso de lo que le digan, defienda su negocio, rentabilice todos sus productos y termine enfundando al toro, base de su forma de vida.
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