Era domingo por la mañana y uno levantado desde la salida del sol, en el sillón de nuestra casa, mientras Carlos y Pedro suenan aún a locomotora del oeste en sus cuartos, aprovecha para coger el ordenador y ponerse a escribir. Será ya el último momento posible en toda la semana puesto que hemos quedado tarde, a las doce, en Los Romerales. Aunque en el campo no existen las fiestas, el domingo, después de dar de comer a los animales al punto de la mañana, y hasta no hacerlo hasta la tarde, el descanso es absoluto. Esto ha cambiado mucho de lo de antaño, y además para bien. La gente antaño parecían estar atados al caballo y las cercas.
Despiertan las fieras y nos vamos a desayunar mientras esperamos a Pepe y su cuadrilla, que por segundo día hacen que vayamos un autobús al campo. Somos siete, muchos para lo que acostumbramos, pero todos conocidos para la casa a la que vamos. Hoy toca Fuente Ymbro. Lo hemos decidido así con el gandero y su mayoral que saben que no pierdo ni un día en relax, y a mediodía iremos a comer a la Venta Durán con Alfonso y Susana, y así paramos en la Venta a reservar la mesa a Luis, que siendo domingo estará hasta la bandera. Y de ahí a la finca. Y al final, el hombre propone..... y no todo sale como uno lo tiene previsto. A veces sale mejor, y es que lo que ocurrió ese día es indescriptible en un pequeño artículo como este.
Fue llegar y ver movimiento por todos los lados, dos tractores en marcha, cuatro todoterrenos, el amo a caballo, la señora de la casa, la mujer del mayoral y sus niños corriendo de aquí para allá, y todo se frena en nuestra llegada con saludos y abrazos.
Es domingo, día de sol y Ricardo Gallardo que tiene preparado un tractor con una mini pala para poder subir a los toros de Pamplona. Alfonso al volante y él con el caballo a mover los toros, y es que el barro es impresionante y se hace harto difícil subir a la zona de los 'pamplonos' mezclados con otras dos casas de primera, de donde gusta el toro más importante en amplitud y caras, y ahí uno se da cuenta enseguida de la amplitud del toro de Pamplona. ¡Un taco! Y en esta casa más si cabe. Están enormes ya para ir a la plaza hoy. Si no fuera por los pelos invernales que aún llevan algunos, ni nos enteraríamos a día de hoy, pero no van a subir bestialmente mucho más. Les queda que llegue un poco de calor, se seque el suelo, se muevan más constantemente, coman lo necesario y no beban en exceso. La gente no sabe que un toro a estas fechas y para julio podría engordar más de un kilo diario si se le diese la comida que reciben hoy en día y se les dejara vivir a su aire, tumbados, quietos, en la vagancia más absoluta. Y a estas alturas de chismeo uno se acuerda de la anécdota del Potra sobre poner gorda una corrida.....ja! ja! Además en el cercado hay trabajo para mover la manada que dos toros llevan rato pegándose.
El barrizal, los toros, la cercanía a cuerpo descubierto de tanto animal, el traqueteo del tractor y lo complicado de no caer al barro del cercado entre la manada, la edad o lo que sea, que pone en aprietos a más de uno, y le deja baldado del paseo. Salvi y un menda, sabedores de esa situación nos sentamos al extremo de la pala con los pies colgando y los toros mirándonos. Así salen uno a uno todos los números reseñados. Muchos no. Ya no es lo de antes. Aquí con las fundas las pérdidas desaparecen casi al cien por cien y no se apartan de diez a doce toros como se hacía en otras épocas.
Aquí acaba la visita, ya que una vez llegados a la explanada todos los planes hechos se terminan. Ni podemos ir a comer, ni lo vamos a hacer. Hoy es domindo, hace sol, último día de caza, y se come en el campo que todo está preparado. Y es que anoche, Alfonso, Miguel, y dos cuñados de Alfonso, unos pájaros los cuatro de aúpa, recogieron un ciento de pichones que bajan al anochecer a comerse la comida de los toros en los comederos. Les tenían preparados con un sistema de redes una trampa y hasta bien entrada la madrugada estuvieron recogiendo de todo su entramado más de un ciento de palomos a la red. Así que después de un frugal aperitivo, al tiro.
Ricardo y su señora, toda la gente de la casa y los siete invasores que nos echamos un día auténtico, donde las chanzas dominaron la escena, donde hubo tiempo para el cante y el baile, donde Polite dejó anodadados a todos por su dominio fandanguero, por sus cantes de ida y vuelta, sus peteneras, sus poesías y al alimón con Mari Paz se marcaron cante, palmas y baile. Todo fue auténtico y bueno. Como es el campo, y después del ocaso aún nos fuimos a seguir el día entre copas y comidas en casa de Alfonso. Y es que es domingo, se ha ido el sol y aún hay que seguir celebrando el momento. Y entre gritos de locura que Osasuna ha ganado al Madrid, y ahí se alegran más cuatro barcelonistas gaditanos que tres navarros. ¡Y a seguir celebrando! Al final, despedidas repetidas, y son cerca de las diez cuando pasamos por la puerta de Venta Durán. Más vale que uno lleva el móvil de Luis y antes de comenzar la liada de día le avisaba de lo que parecía iba a ser un día largo y librar el compromiso de la mesa entre disculpas sinceras, aceptadas por él sin problema que conoce lo que es esa ganadería, sus gentes y un domingo bueno.
Y sentado en el sillón, antes de caer rendido en la cama, uno que mira la hora y ve que ayer era domingo, hizo un buen día, estábamos muchos amigos juntos y había que celebrarlo. Un día más para no olvidar.
Ya me gustaría cansarme a mi así...
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