jueves, 13 de septiembre de 2012

TOROS EN ZESTOA



Zestoa, villa guipuzcoana con una tradición ancestral, volvió a celebrar sus festejos tradicionales, de la forma y ubicación que, desde los albores de la tauromaquia moderna, se data y conoce. Esta localidad no debiera ser tan famosa por el número de festejos. Siquiera por el renombre de los mismos. Pero, hace tiempo que lo es por su singularidad, como lo puede ser La Peza en Granada. Y sin embargo, es ya un icono de los aficionados del norte, por su tradición, su respeto al misterio, y sobretodo, por su defensa del toro. Y aquí está la contradición que algunos buscan entre lo antiespañol y taurino, ya que, único lugar que ha celebrado su referendum, y lo ha ganado de calle el SI a los toros, siendo desde siempre, el nacionalismo de izquierdas quien gobierna la población, y quien seguirá haciéndolo, pero apoyando sus tradiciones.

Voy a dejar colgados unos artículos al respecto, y empiezo por este.





ZESTOA


Se agotaron las entradas


Zestoa celebró a lo grande y con emoción su fiesta taurina. Estuvieron las televisiones. Vinieron los aficionados franceses. Hubo toros de verdad. Y un torero.

El paseíllo de la segunda de Feria. Buena yegua, buen alguacil y Amor Rodríguez y su cuadrilla.


El pasodoble 'Amparito Roca' volvió a ser santo, seña y catalizador antes , durante y tras los toros.


'Sarrerarik ez': 'Agotadas las localidades. Los organizadores de las dos novilladas de las fiestas, las amabirjinak, de la noble y leal villa del balneario, de Urtain y de Uztapide colocaron el triunfante cartel en las taquillas de los bajos porticados del Ayuntamiento. Sucedió el sábado, con la plaza abarrotada, los balcones de las casas a rebosar y más de uno adornado con el capote de paseo de alguno de los toreros de azabache que ayudaban a los futuros matadores: grande Alejandro Fermín, con bastante que aprender Amor Rodríguez aunque lograse el domingo la oreja de 'Morisqueno' y entregado el sobresaliente, Emilo Salamanca, que como pasó dos días en Zestoa hizo amigos y fue despedido con besos y regalos.


El sábado fue día grande. Se honraba a la Virgen de Septiembre. Se celebraba la primera novillada tras el referendum donde el pueblo, soberano y aficionado, había decidido por amplia mayoría que sí, que quería toros en su Plaza de los Fueros. A la misma hora, a las 18, había programados otros espectáculos en la villa. Pero la gente estaba, casi toda, en la plaza. Para refrendar su afición. En la calle, cámaras de unas cuantas televisiones. De aquí, de allá y de un poco más lejos. En la calle, el pueblo.Y la Banda de Música. Porque en Zestoa no hay toros si no hay banda. Y la banda está para lucirse a lo grande en la interpretación del glorioso pasodoble 'Amparito Roca' que el sábado sonó y fue tatareado por el respetable con una potencia y una emoción sublimes.


A Zestoa el sábado acudieron todos los que aman el combate del toro y con el toro: aficionados franceses, andaluces, extremeños. De Deba. De Azpeitia. De Tolosa. Unos cuantos donostiarras recogieron firmas para luchar por una Illumbe de toros y basket. Alguien (alguienes) había colocado una señal de prohibido el paso a toreros. Otros la quitaron y los toreros pasaron. A la salida de la primera de feria, y también de la segunda, el domingo, el mocerío saltó hasta reventar al ritmo, una vez más, del 'Amparito Roca'.


El domingo, segunda de feria, también se llenó la plaza aunque quedó alguna localidad libre (la gente estaba volviendo de la Bandera de La Concha) pero en la barrera del bar Koiote no cabía ni el mismo Correcaminos y el graderío de sol, bajo la bruma, rebullía animadísimo.


Con mucho ganadero de bravo de Gipuzkoa (Asensio Artetxe, por ejemplo) en los tendidos, el madrileño Rodríguez Montesinos ofreció a Zestoa cuatro erales que, toros elegantes y nobles, les dejaron bien claro a los aprendices de torero que este oficio se las trae. El domingo, 'Bocinegro' no dio tregua a sus lidiadores y 'Morisqueno' fue más noble que ducho en el arte de Cuchares su matador, Amor Rodríguez. Para el recuerdo de las novilladas de 2012, los seis naturales de Alejandro Fermín al inmenso 'Cachorrito'.


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