Poco que decir

Me decía ayer mi compadre jerezano que cómo iba el verano, qué tal todo, y seguimos hablando de gente y gente, y en esto sale un hermano de ambos, del que comentamos que está vago este verano. Y hablando de vagos, que me dice, tú no es que tengas que levantar mucho la voz, que vaya veranito te estás pegando en el blog. Y tiene razón, aunque él sabe que, precisamente, esto es así porque no hay manera de buscar diez minutos desde la salida del sol hasta casi la madrugada. Mucha faena, y es que en tiempos difíciles hay que reinventarse, y trabajar diferente y más duro, para que los objetivos marcados lleguen realmente.
Y además, de qué escribo, le comentaba. ¡Anda que no hay cosas! Y tiene razón, pero como ya las escriben tan bien gente comprometida y que merece la pena leer en los blogs de la Tauromakia libre, que para qué se va a meter uno más de metete.
En fin que algo tendré que decir, finaliza. Y en ello estamos.

Acabado Donosti y llegado la feria del Norte, como le dice el molésplus a Bilbao como si Pamplona estuviera al sur, despreciando Santander o Gijón, que nada tienen que envidiar, por desgracia para todos, a la antaño señora plaza de Vistalegre bilbaina. Y digo esto porque todos sabemos que las ferias cántabras, además de bien hechas, organizadas y rematadas con público, son santo y seña desde hace muchos años del buen saber de lo poco decente que hay en el taurineo empresarial. Y Bilbao ha bajado enteros, y demasiados. Siempre me han preguntado por la plaza en la que más a gusto veía los toros, y siempre dije que Bilbao. ¿Y Pamplona? me decían. Esa plaza es otra cosa, y yo soy de jolgorio, pero a mí me va más el rito silencioso. Pero llevamos unos años en que el ganado baja, la babosa aumenta, el pegapasismo se impone a todas luces, y el azul crece y crece. Ese azul de los asientos vacíos. Vas con un pase y te puedes poner casi en barrera a nada que pegues un brinco de tu zona al tendido. Y eso que los de allí son lo más, que si en vez de Bilbao son de otra localidad, ¡vamos! ya no habría toros. Y por eso, el sr. Aresti, en vez de llenarse la boca de orgullo bilbaino, y salir por Madrid, Sevilla, Pamplona o dónde vaya como si lo suyo fuera la 'releche', que se ponga las pilas y empiece a trabajar, no a delegar el currelo a los que se llevan la tela.

¡Ojo! que este camino tomado en Bilbao es otro claro peligro. Y no me refiero al de los antis o los 'bildus'. Me refiero que la plaza de Bilbao era una plaza de entendidos, donde daba gusto escuchar a la señora de al lado comentando su parecer, otorgaba con sentido los trofeos, y sabía reconocer la labor de los gladiadores y artistas. ¡Que hablo en pasado! Porque ya no me lo parece. Para empezar porque si el lunes veinte no salto al tendido, estaba sólo, con un acomodador que pasaba cada diez minutos y fue el que en el pasillo nos dejó bajar al tendido. ¡Segunda fila, oiga!
Y si esto pasa, falla algo, porque si algo hay en Bilbao es gente como para llenar diez plazas de ese tamaño. Pero el urbanismo está reñido con el misterio. Y la falta de comunicación y enseñanza va a acabar con el negocio de muchos y el rito de unos pocos. Sintomático el catarrico. Y visto lo visto, miedo a que llegue la pulmonía.

Y de los toreros ¿qué? Creo que está todo escrito. Sólo una cosa. Y no es que seamos amigos ni nada. Simplemente hemos coincidido, y nos hemos saludado, o cenado en algún evento. Pero, tal y como se comportan hoy los toreros, chabacanos y maleducados en su mayoría, faltones ante las cámaras, hooligans ante el público al que jalean en busca del trofeo no merecido, el sr. Matías es el que mantiene alta la proa de este barco. Burradas hemos oído sobre él de chulos, soberbios, niñatos del tres al cuarto que, aunque se juegan la vida, no es contra una fiera sino con un animalico adocenado y colaborador, y se quejan que no reciben los trofeos para el suma y sigue. Más vale que Matías y su equipo lo tienen claro, que si no, el barco sí que hacía aguas, a pesar de contar con el mejor club taurino del mundo, en número de socios y actividades. Pero ya vemos todos, que ni eso es suficiente.

Y más cosas que ocurren. ¡la tele! ¡Que llega la tele! No lo veo claro. Creo necesario una programación continuada, desde el origen hasta el final, con campeonatos de recortes, con sueltas, correbous, encierros, historia antigua, arquelogía y antropología, religión y pasión, novilladas sin picadores en busca de la próxima figura, con picadores sin parar para que salgan generaciones, clases, escuelas, tientas, campo y más campo...... y luego a El Juli en la tele en su corrida preparada.
Veremos cuántos la ven, y sabiendo que el camino no va a ser fácil. Ya empezando por los indocumentados del consejo catalán que piden ensombrecer la señal. Por un lado dame dinero que no tengo para pagar a los funcionarios, así que a Balañá y a Matilla menos aun. Por otro ejerciendo el derecho al aldeanismo. Quién ha visto y quién ve a esa burguesía moderna reconocida por todo el mundo a la vanguardia de las artes y las ciencias, de la economía y el progreso desde el s. XIX, convertidos ahora en unos aldeanos cerrados en sí mismos y que sólo dependen del fútbol del Barça para seguir paseando por el planeta. Y es que el fútbol es arte, lo máximo de la actualidad.

Y que empiezan las ferias navarras, así que habrá que escaparse estos findes, mientras llega Logroño y Madrid, y tal y tal.

Y un recuero al ganadero zaragozano, José Luis Marca, fallecido a sus 83 años en Andalucía. ¡Qué historias se ha llevado! Algunas contadas por muchos no tienen desperdicio. Uno de los que le apreció hasta llegar al ninguneo y al odio fue Navalón, pero sus historias de campo con este antiguo dueño de salas de fiestas son de antología. Y quedémosnos con lo bueno, que lo malo ya se lo lleva él, así que D.E.P.