domingo, 28 de agosto de 2011

Alfonso, el único


Tal día como hoy del año 2.005, nos dejaba Alfonso Navalón Grande, torero práctico, ganadero, crítico taurino. Un Alfonso que era único e irrepetible. A veces, demasiado difícil, pero siempre un maestro con la pluma, por su verbo fácil, su entrega a la verdad, la suya, honrada y subjetiva, su conocimiento y su saber en esto de la Tauromaquia.
Importante el libro de Paco Cañamero sobre su vida. Importante el legado de crónicas que viven dispersas muchas aún y que un propio en su día recopiló unas mil trescientas, y que aun continúa con las más antiguas.
De su estudio contínuo he aprendido horrores, una barbaridad. Lo más importante, decir lo que uno piensa, lo que uno ve, aunque el de enfrente sea conocido, amigo, hermano.... Y eso es muy duro, y a él le hizo mucho daño, y a veces uno se plantea si decir las cosas tal y como han sido no debiera ser es, no sólo improcedente, sino inhumano. Porque no es fácil demostrar con pelos y señales pufos y demás chachullos que nos rodean en este mundo taurino, máxime en tiempos en que estamos al borde de la extinción. Simplemente por falta de cultura, de información, de seguimiento, de lectura, sobre los toros. Ya no hay afición, es la frase más repetida. No hagan caso a la mayoría de los periodistas y cronistas taurinos, se nos dice continuamente. Qué difícil es encontrar gente honrada en este gremio, oímos como norma habitual. Y uno echa de menos a diez o doce 'navalones', que sabían, explicaban y hablaban como los ángeles en cuanto a sabiduría, como los demonios para muchos, por los chorreos que salían por su boca. Y está bien recordar a gente así, a Vidal, a Cañabate, a Corrochano.... pero ellos lo tuvieron más fácil, porque entonces los toros era algo consuetudinario al pueblo, que era más rural, lo sentía y lo vivía con pasión. Y por eso, este negocio se va encaneciendo a marchas forzadas, y por eso necesitamos regenerar las instituciones, modernizar el negocio, dar entrada a aires nuevos, cándidos y juveniles, porque las canas ex cátedra no llegan al meollo de la juventud. Y estamos en momentos delicados, jugándonos el futuro. Un futuro que Alfonso Navalón veía muy negro, basando desde siempre los pilares de los males de la Fiesta en la trampa afeitadora del apoderado y del torero, en los empresarios mandones y tragadores ante la orden de las figuras, y con a connivencia de determinados sectores de la prensa que les hacen el caldo gordo a que el chanchullo fuera creíble, en un montaje que acabaría con el toro, dios verdadero de la religión taúrica. Y después de tantos años de sus denuncias, lo malo es que esto sigue vigente.
Pero, la fe en gente como tú, también sigue adelante, y por eso te recordamos muchos todavía.

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