lunes, 29 de agosto de 2011

Semana Grande en Bilbao



Bilbao ha dejado atrás su semana grande con el regusto de unas Corridas Generales que quedan en la retina, aun muchos de sus lances, en la mente faenas de gran poso, una obra de arte de Morante que nunca terminará de sorprender por sus tardes únicas, y más, mucho más, que debe empezar por la alabanza al toro. El gran protagonista de la mejor y más regular Feria de lo que va de año.

Si empezó con bronca el sábado de rejones, hay que agradecer que ese día llegara, porque sin él nos hubiesemos perdido el rapapolvo, adecuado y justo, que el maestro Hermoso de Mendoza le metió al profesional Moncholi. Una de las mejores broncas, que recuerdan a aquellas quejas de Camino a Emilio Romero por las quejas de que trataba mejor a otros compañeros, y eso que pagaba también el sobre. Aquí, el de Estella no paga, actúa. Y eso mereció el espectáculo que él si dio y los otros de terna no pudieron.

El domingo de Miura, se diluyó de inicio, con la mala actuación de los toros. Devolución de un Miura por inválido es algo difícil de digerir, de tragar. Máxime cuando uno respeta, quiere y se reafirma en esa casa, de la que ha aprendido a ver el toro bravo que se esconde en sus entrañas, y que, por desgracia, muy pocos toreros pueden lucirlos. Pero ese domingo no fue el caso. Y la corrida no estuvo a la altura deseada.

El lunes vivimos los toros de Fuente Ymbro, una buena corrida, con toros que pusieron en solfa a dos de la terna, Jiménez y Tejela, y demostraron que Diego Urdiales, con peor lote que los anteriores, debe estar más arriba de donde se encuentra. Es un torero comprometido, serio, de profundidad, y que necesita más espacio. De todos modos, ese día me quedó la sensanción de que los toros de Gallardo van camino de convertirse en una ganadería rechazada por la primera fila, teniendo lo que tienen por torear, y que en manos de mediocres no se lucen. Y esto, es ya tema de tiempo atrás. Ganamos una ganadería, perdemos la oportunidad que los de primera fila se enfrenten a ellos.

El martes vimos una buena corrida de Núñez del Cuvillo. Con toros de calidad, y en general una buena nota en conjunto. Ese día hay que añadir que salió el Morante que la gente sueña con ver de vez en cuando, y que el milagro ocurre. Manzanares, un poco despegado, estuvo serio, profundo, con temple, en figura. Y David Mora, con el peor lote de los tres, puesto en un cartel extraño para él, demostró el valor, la serenidad y el toreo comprometido que lleva dentro.

Los jandillas del miércoles salieron astifinos, peligrosos, y dieron pocas opciones a El Juli, que venía a reventar la corrida y que bregó en figura, y se le reconoció el esfuerzo. Talavante tampoco hizo nada del otro mundo, aunque es de reconocer que el quinto casi le arranca la cabeza. Y de Jiménez Fortes, que como nuevo, está verde, que quiere y no puede, y que no se puede quejar del trato exquisito de los asistentes a la plaza. La corrida fue de esas duras que suelen salir en esa casa, y que la gente piensa que sólo tiene de los de carril. Salieron toros mirando el carnet, y El Juli lo mostró.

El jueves tocaban los toros de Victoriano del Río, que no terminaron de encandilar. Un cartel de lujo, Ponce, Juli y Perera y primer cartel que dicen que no había billetes, aunque se ven huecos arriba. Será de gente abonada que no va ese día. El pelma de la música sí que estaba un día más. Qué pulmones para exigir que toque la banda aun sin merecimiento. Dos toros, dos toreros dispuestos, dos orejas perdidas por el acero. No hay más resumen. Ponce ni fu ni fa, con mal lote, Juli y Perera que pierden oreja tras buenos trasteos en el segundo y el tercero por la suprema. Y luego de cuarto a sexto la corrida se vino abajo y eso siempre es malo para esta función. Uno ve esos dos toros, segundo y tercero, lidiados en quinto y sexto lugar y sale contento de la plaza.

El viernes vimos la mejor corrida de la Feria. Una extraordinaria corrida de Alcurrucén, que demostró, toro a toro, lo que son y tienen dentro estos 'núñez', siempre de menos a más, rompiendo en buenos y que para mí, fue la corrida de la feria. Hubo oreja para Ponce en el cuarto, para David Mora en el segundo, y saludos para un entregado Luque. Ponce estuvo debajo de su lote, pero demuestra que el que tuvo retuvo. Mora, volvió vía sustitución, brindó a los sustituidos y llegó de nuevo a los aficionados y espectadores. Y es que está hecho un tío. Y Luque me sorprendió gratamente, aunque remate mal sus faenas al acero. Pero, lo dicho, por encima de todo, los alcurrucén fueron lo más destacado.

El Pilar trajo una corrida con cuajo, hechuras, grandona en algún caso, como el que tocó a Manzanares. Y a mí me encantó esa boyantía, esa forma de embestir de otro de los toros que están en lo alto del escalafón. No entiendo cómo se le tapa todo a El Cid desde la tele, cuando todos sabemos que no está como estaba, y que, lo siento, ha perdido el status de figura. Pero Molés sigue erre que erre. Oreja con la mano derecha, justita pero bien rematada por los aceros, cuando este tío tenía la zurda más pura del escalafón. Manzanares se fue por la tangente con el grandón, aunque templa y para el reloj como nadie ahora mismo. Es posible que sea el número uno en estos momentos, y mata al encuentro como nadie, pero tiene que moverse por otros lares y con otros encastes para ser figura histórica. Castella estuvo bien en ambos, entendiendo lo que había, y sigo pensando que este muchacho parece que está fuera de sí cuando mece la franela. Hubo petición y bronca a Matías por no conceder la oreja. Quizás muy estricto, pero es así para todos.

Para remate de feria, después de haber visto un completísimo y acertado ciclo, quedaba la victorinada. Los Victorinos que cierran ciclo y que después del tiempo en que estamos esperándolos, quizás no pensábamos que fuera a ser nada más allá de una tarde de trámite. Y para suerte de todos, con muchísimos huecos en la plaza, vimos una buena corrida de toros. Quitando los dos primeros, la tarde fue hacia arriba y los esfuerzos de Padilla y Bolívar, que me dijeron muy poco, les valió la oreja. Otra vez más esta semana, el que toreo con temple, hondura, esfuerzo, compromiso fue Diego Urdiales. Otra vez se quedó sin su oreja por los pinchazos, pero es uno de los que sale de Bilbao, relamente, fortalecido.

Ya veremos si es verdad. Porque las figuras ahí han estado, pero si me preguntan mi opinión, me quedo con Urdiales y con David Mora. Han hecho doblete por diversas circunstancias, y han estado de ley. Toreros que se enfrentan a todo tipo de ganado y mantienen ese compromiso es de agradecer. Está claro que no son Morante. Pero ese sólo hay uno, y encima de vez en cuando. No puedo ir uno a uno desgranando sus trasteos, pero Perera en el tercero de Victoriano del Río, los citados anteriormente, la fuerza de El Juli y el temple de Manzanares es de nota. Ponce, sólo esas poncinas finales.
De nota alta la Feria. Así qque felicidades a los responsables. Y a Matías y a Iñaki, enhorabuena y no cambiéis nunca.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, Patxi, que te parecería que Alcurrucén viniera este año que viene a San Fermín, creo que aunque en Pamplona nunca ha estado bien, se podría intentar.
    Lo que si se observa es que los que ha traido aqui son más abiertos de cara, más amplios y sin embargo le suelen embestir más lo de sienes mas recogidos, con las caras más arriba.
    que opinas?
    Un Saludo!
    Antonio

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  2. Todas las veces que viene a Pamplona falla. Nunca le va bien, es cierto. Pero, no es menos cierto que en la plazas importantes suele echar buenos toros. Madrid, Pamplona o Bilbao no se llevan mucha diferencia. Quizás impacta más el de Pamplona en la finca, pero olvidamos que Bilbao tiene más de un mes de seguir comiendo y creciendo. Yo no pinto nada, pero si por mí fuera montaba una revolución de ganado, y no sé si Alcurrucén entra en mis planes, a pesar de que lo de núñez, cuando embiste, lo hace con más clase que ningún otro encaste.

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