En la complicada situación en la que vive el mundo taurino siempre hay gente con ínfulas de poder dispuesta a poner, si puede, el pie, más aún, encima de este único e irrepetible arte. Acostumbrados nos están haciendo a los seguidores de esta cultura única a penar, a tragar, a dudar de que esto continúe hacia un prometedor futuro.
Es difícil e impensable creer que después de milenios los seguidores del dios uro nos veamos abocados al fracaso, y sin embargo nos lo hacen cada día más patente desde medios de comunicación seguidores de la información que desprenden los políticos.
¿Y de dónde viene la última? Nada más ni nada menos de lo que pretende Izquierda Unida de Madrid, reprochando los dineros que se gastan para este arte en su comunidad. De esa izquierda que creo viene del Partido Comunista, de ese partido de lo social, de los trabajadores, lleno de afiliados en sus buenos tiempos de aquellos benditos cantantes, actores, escritores que veían la panacea en un mundo donde todos teníamos que ser iguales, bajo el mismo yugo del bienestar soviético, chino o habanero, pero ellos más iguales que otros. Un mundo exportador de revolución, de sangre a toda costa para mejorar a los pobres, de muerte por doquier al empresario opresor, de lucha infernal por los trabajadores, pero unos con cartillas de racionamiento, en apartamentos minúsculos, y otros con 'dachas', islas privadas, palacios de antiguos amos en marcha para los nuevos. La lucha de clases era lo magnífico. Libertad, Patria o Muerte los lemas que demandaban (algunos siguen con ellos). Matar o morir, una nueva forma más de contribuir a la destrucción del derecho natural, de eliminar la justicia por el enteléquico principio de 'pan para todos'. Esa izquierda que se trasmutó en ser el adalid de todo lo progre, de no a la lucha contra los fundamentalismos, pero sí contra el capital liberal opresor, dueño y señor de todos nuestros males. Y por el camino, todo lo que huele a rancio, a tradición debe ser abolido, aniquilado por no ser patrimonio del pueblo oprimido, por lo que hay que terminar con el toreo, abominable sangría y destrucción de un 'pobre animal indefenso'.
Esta gentuza, cuyas buenas ideas populistas chocan con este 'denostado y vetusto' arte (matanza para ellos, que han oprimido y matado a millones de seres humanos) y sobreviven a duras penas con sus 'progres' ideas bajo la más de las ignominiosas ignorancias, como es aquella de no querer oir ni saber para no aprender, la de mentirse a sí mismos, por lo tanto a todos a los que anatemizan con su ideario trasnochado, nunca se ha parado siquiera a pensar en porqué esto de los toros es tan antiguo, y se ponen a la altura de cristianizados germánicos como fueron los visigodos (el bruto que acaba con un exquisito intenta al instante imitarlo, pero como en el toreo las fotocopias son infumables para el testigo), se ponen a la altura de papas prohibidores de esta 'burla', o de reyes y su corte de ilustrados (los progres de aquellos tiempos). Pero no se dan cuentan, ni miran, ven, estudian, leen siquiera.... que esto de la tauromaquia viene de tan lejos como humanos vivieron en las cuevas y las pintaron, que de siempre ha sido popular, y que lo del toreo a pie, lo más moderno, fue del pueblo, sólo de él que fue quien echó a los ricos nobles y prohombres de a caballo. ¿Y saben por qué? Porque el pueblo no es 'progre', no se lo puede permitir, no podía pagar las clínicas del extranjero para abortar y ahora que todo es libre aún siendo menor de edad, tampoco lo tiene tan fácil ni para cometer ese perjuicio a su alma. El pueblo encumbra y destierra, ama y odia, crece y se mueve en masa en ningún sitio como en los terrenos taurinos, y lo que ellos llaman anacronismo, el pueblo llama tradición, que al final es lo que hay que quemar. Es la única sabiduría del pueblo, las únicas manifestaciones libres que siempre ha tenido, desde el pulgar hacia arriba o hacia abajo del circo romano a la concesión por locura o delirio del trofeo en un coso. Y es que sólo el que es capaz de entender el misterio que ocurre en un círculo mágico es capaz de demostrar sensibilidad artística primaria, sentido a lo que ve y eso la izquierda borrega y trasnochada (bastante más que el arte del toreo) no lo demuestra ni por asomo.
Lo malo es que se quejan en una comunidad como la madrileña de los costes de los festejos taurinos (de toda índole) en vez de quejarse de la falta de apoyo por parte de los políticos hacia esas manifestaciones de 'su pueblo', y es que se quejan a los peperos, que los muy sangrantes encima se atreven a replicar que en la Comunidad de Madrid los festejos taurinos no cuestan un euro al contribuyente, que para eso ya está el pardillo de turno de concesionario venteño soltando los casi siete millones de euros de atraco para esas cosas de las que se quejan los desunidos izquierdosos.
En fin, las palomas contra las escopetas, un mundo de locos, donde los defensores del pueblo atacan las tradiciones ancestrales del mismo y los señores recaudadores defienden lo que al pueblo siempre le gustó. Lo dicho, falta de sentido, y como no, de sensibilidad.
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