Ni siquiera ha llegado el invierno, todavía faltan tres días para que llegue esas 00,38 hrs. del 21 de diciembre que nos dicen como punto de partida de este prometedor invierno, y escuchando las cuatro estaciones de Vivaldi, en concreto, primavera y ahora el verano, uno se hace cruces de cómo se cierran ciclos completos, de qué prisa se dan los veedores y las plazas en visitar el campo y pulir con lo que desean, y luego escuchar la debacle de campo, la de toros que se van a quedar, y es que hay una docena de hierros de moda, una docena en dulce aunque les salgan patatas confitadas, más unas tradicionales choconas de barracas que son husmeadas por los primeros espadas para sus 'tragalinas' en las grandes ferias. Si tenemos más de mil hierros. Si entre quinientos a seiscientos pueden ofrecer toros para lidia ordinaria de doctorados, uno se pregunta cómo sucede que ganaderías tengan todo ya vendido y la mayoría aún no sepa qué hacer con sus toros. Realmente los veedores visitan todo el campo o simplemente se fijan en la marca y los resultados anteriores.
Yo estoy más que de acuerdo que una feria no traicione su ser, y tenga respeto por sus paganos haciendo repetir a los que triunfan, rechazando a los que fracasan y dejando en la nevera a quienes no hayan estado a la altura dándoles un descanso anual o bianual, pero lo que jamás me entra en la cabeza es ver a los mismos hierros fracasados en las plazas donde la han 'cagao', donde el pagano se ha hartado de pitarles, abucheos a tutiplé, y el siguiente año anunciados de nuevo. ¡Eso no es de recibo! ¡Eso es una de las razones por las que el aficionado huye de los cosos!
Y luego, por un lado nos quejamos, nos sorprendemos, e incluso desautorizamos porque nos da pavor ver eso en los tendidos, cuando desde el inicio del festejo hay pitos, abucheos, peleas, sacan navajas, van con moqueros verdes en la cabeza.... Y está claro que aunque no nos guste eso, razones tienen en muchos de los casos precisamente por esa falta de respeto del empresario todopoderoso que hace y deshace a su antojo.
El caso es que no preguntan al aficionado en casi ningún sitio. Siempre hay benditas excepciones, y da la casualidad que suele ser en los sitios donde luego el triunfo está asegurado. Imaginan que Madrid, por ejemplo y muchas otras, tuvieran una comisión al estilo francés que visitasen, aceptasen esos toros en el campo, reseñados y que no aparezcan otros que se lía la marimorena, y luego los recibiesen en su coso. Al ser más partícipes buscarían la defensa del festejo, arrastrarían al pagano medio y bajo en sus interpretaciones y la culminación de la tragedia iría seguramente por otros derroteros. Sin embargo, si sólo pensamos en cobrar, chupar la sangre, hacer el caldo gordo a cuatro apoderados sinvergonzantes, a echar perritoros afeitados hasta las orejas y haciendo un simulacro de puesta en escena basada en cuatro capotazos y ochenta mantazos si no montas en cólera o te encoñas, agarras y te piras y si año a año es más de lo mismo, 'agur behur', que te aguante tu prima la muelles. Y otro aficionado retirado antes de que le tocara entregar la cuchara.
Como decía las ferias se van cerrando, los toros están ya 'fichados' y lo único que deseamos los hombres de bien es que haya triunfo y gloria todos los días, pero la inteligencia y el poco saber que vamos desarrollando nos dice que no va a estar la cosa de esa finura. Más bien, nos vamos a topar con ferias repetitivas en cuanto a los mismos nombres con los mismos chascos, iguales problemas de romana, y ya de caritas, mejor no mentarlo.
¡Ah! Los sanfermines sustituyen Bohórquez en rejones. Este año próximo vienen los murubes del Capea. Más vale que es al caballo, y de ese toreo poca gente tiene capacidad de análisis, además que prácticamente cuatro nos fijamos en el burel, porque desde ahora no lo veo. Y además, como me apuntaba bien el amigo 'pelucas' ayer, espero que el presidente Bañales no pierda el oremus a vueltas al ruedo con lo de su amigo Moya. Hombre Javier, no seamos tan mal pensados ya desde ahora, antes de llegar siquiera el solsticio de invierno. De aquí al proximo solsticio tendremos tiempo de menearle el palo al amigo Pedro Bañales sobre ese asunto, a ver que nos cuenta de su amigo Pedro Moya. O si no como te respondió Juan. Ese día todos con el pañuelo de La Jarana y agitándolo sin parar a darle alas y facilidades al Sr. Presidente. Pañuelo de una peña pamplonesa que es azul y que entre chanzas toreras departíamos un día más de lo divino e humano.
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