lunes, 26 de septiembre de 2011

De la mofa a la tragedia

Allá por el mes de marzo de 2.010, Alfonso Ussía, realizó una crónica inteligente y sagaz, a la vez que irónica, como todo en él, sobre el Anselmi antitaurino, tan preocupado por lo que les pasaba a los pobrecitos toros. Entoces fue una mofa hacia el personaje. Infame para La Tauromaquia, sin duda, pero recibido hasta por el presidente de la República de México, intentado acabar con los toros allende los mares, también.

En un día como hoy, de lamentos y demás, aun me trae una sonrisa a la cara aquel artículo escrito en el ABC, por el flaco y pinturero escritor. Pero, lo cierto, es que entonces, por aquella primavera de 2.010, ni siquiera nos dábamos cuenta que esto iba a acabar. Pensamos que con todo el potencial desplegado para esas fechas, los políticos catalanes no iban a tener los arrestos de liquidar por desalojo la dignificación del arte en la capital de su región-país-estado o lo que coño consideren que es ese trozo de tierra en el corner derecho de la península ibérica. Si, realmente, nos retrotraemos a esas kalendas, convendrán conmigo que no sólo dudábamos de lo acontecido, sino que, incluso, podíamos haber perdido muchas apuestas. Lo teníamos claro. El Parlament catalán y sus politicastros, más.

Sirva el texto de Ussía, de sonrisa amarga. De no olvidar a este idiota nefasto. Sirva, sobretodo, para que alcemos la voz, y al igual que con el chapapote, digamos aquello de 'Nunca mais'.


El asesor por Alfonso Ussía

Anselmi ha conseguido que los soberanistas catalanes comparen la fiesta de los toros con los secuestros y la ablación del clítoris

Los independentistas catalanes –dejémonos de vainas y disfraces–, que pretenden abolir la Fiesta de los toros en Cataluña, se han hecho con un asesor fundamental. Un joven dirigente de la nueva izquierda porteña. Un profundo conocedor del mundo taurino como todo argentino que se precie de serlo. Argentina es la nación que produce más carne de vacuno del mundo. Las vacas que alimentan a los argentinos, mansas o mañeras, acuden al matadero voluntariamente, exultantes de alegría. Saben que su carne hará felices a millones de personas cada día, y sus bistecs trasmiten a los que la degustan sus conocimientos psicológicos. De ahí la facilidad del argentino por la psicología, la sociología y la psiquiatría. La causa y el origen está en las vacas. Mucha carne de vacuno ha tenido que comer el «profesor» Leonardo Anselmi, asesor de los independentistas catalanes, para conocer con tanta hondura el sufrimiento de los toros durante la lidia. Repito que existe una gran tradición taurina en Argentina, aunque desde la retirada del «Niño de Tucumán», «Farolitos de la Pampa» y Marcial Steinner «Hitlerito de Corrientes» –hijo de un nazi establecido en Argentina–, la afición ha decaído. Ahora parece ser que surge un novillero con buenas maneras, «John de las Malvinas», pero tiene acento inglés. En Argentina siempre ha destacado la altura intelectual y cultural del debate taurino. Anselmi lo ha vivido desde niño, y su militancia en la izquierda le ha convertido en el abanderado de la prohibición. Como todo intelectual de la izquierda, sufre con el padecimiento de los toros y aplaude el aborto, la situación de los presos políticos en Cuba, las expropiaciones en Venezuela y la piratería en Somalia. De ahí su gran importancia en el progresismo provacuno. Los Anselmi están ligados a la fiesta de los Toros desde siglos atrás. Fueron sus grandes adversarios en Sicilia, y gracias a sus antepasados, no se construyó la plaza de toros de Palermo, que iba a quedar preciosa. Asesora a los antitaurinos catalanes por vocación. Que nadie piense que Anselmi cobra por su trabajo. Es un hombre de la nueva izquierda, y el dinero le resbala. Sucede que los independentistas, de cuando en cuando, y para que Anselmi no se vea obligado a pedir limosna en las rotondas del Ensanche, le meten con disimulo abultados sobres en el bolsillo, pero él ni se entera. Los asesores antitaurinos argentinos son así, y no hay manera de que cambien.
Pudiera ser que los Anselmi, incluido Leonardo, sean o hayan sido aficionados al juego del Pato. En muchos lugares de Argentina se juega aún con el viejo reglamento. Se trata de un remedo del Baloncesto, con un pato vivo a modo de balón y a caballo. Los jinetes agarran el pato y tiran de él hasta que amputan su cuerpo. El pato no sufre, porque al ser argentino, también es psicólogo, y entiende el arte que hay detrás de todo ello. Se trata de un diver-timento. Han muerto muchos jinetes por picotazos de patos poco preparados para comprender el trasfondo de prosperidad colectiva que conlleva su mutilación.
Anselmi ha conseguido que los soberanistas catalanes comparen la fiesta de los toros con los secuestros y la ablación del clítoris. Se nota, a mil leguas, que está sobradamente documentado. Hay que defender al toro bravo para que no sufran las vacas. Y es que Anselmi también es partidario de Hebe de Bonafini.


Hoy, no hace tanta gracia como aquel día que lo leí.

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