sábado, 24 de septiembre de 2011
Crónica de una muerte anunciada
Cuando, al finalizar esta semana, entre lloros, chillos, gritos de libertad y gente con ganas de ver torear, se eche el cierre a la Monumental de Barcelona, seguiremos rasgándonos las vestiduras por semejante afrenta contra el deseo y la libre elección de muchos ciudadanos que, en teoría, vivimos en una democracia. Y seguiremos dando caña al político, metiéndonolos a todos elllos en un mismo saco, o como hacen otros, diremos que todos somos responsables de semejante y atroz barbarie.
Vamos a hablar claro: YO no soy responsable, en absoluto, del cierre de La Monumental de Barcelona. Lo seré, si permito que lo mismo ocurra en mi tierra. Si bajo la guardia, abandono las tertulias, dejo de lado a las empresas que organizan festejos, no acudo a ellos, echo por tierra Jornadas taurinas que preparo, otras en las que colaboro, es decir, convierto mi enfermedad en un problema endogámico, y soy incapaz de salir de mi fortaleza de cristal a decir que soy aficionado, a seguir estudiando, a seguir explicando, a seguir aprendiendo, a seguir enseñando.
Todas aquellas personas que pudiendo han ido dejando morir paso a paso los toros en Catalunya, son responsables de ello. Ellos sabrán, en cada caso, porqué lo han hecho. Salvador Boix, que ha hecho desde el 89 muchas cosas para que no ocurriera esto, me dijo ser responsable de la fatal decisión. Y, es cierto.
Es falso que todo se haya intentado el último día. Cuando Boix explica en su libro 'Toros sí' los movimientos realizados por la seny catalana para desechar los toros como parte de la cultura de su pueblo, y cómo quedan sólo unas pocas voces intentando que esto no ocurra, devenido todo del lastre traído en los setenta y ochenta, entre mala gestión, aburrimiento en las gradas, falta de renovación de público y demás, sabemos que esto iba a pasar. Lo que no pensábamos era que fuese en forma de guerra de guerrillas por parte de los aficionados. Como si Napoleón hubiera entrado de nueva en España, y en cada pueblo, cuatro aguerridos le hicieran frente, mermando mínimamente sus tropas, pero sí haciendo mucho ruido y alaracas.
Igualmente es falso que los toros desaparecieran en Canarias por ser un tema de maltrato animal. Allí desaparecerieron, de la misma forma que iban a desaparecer en Catalunya. Por aburrición. En la única plaza que quedaba en las islas, llevaban años sin dar ni un festejo. La gente no se identificaba con ello, y desapareció regladamente en el año 92. Y si alguno piensa que fue por maltrato animal, no sé a qué espera a montar una organización animalista para acabar con las peleas de animales que allí se permiten, apuestas incluidas. Y, de la misma forma que en Canarias fue por inanición, ese era el devenir de Catalunya. A Canarias no le hemos llamado anti española, ni se han hecho campañas en contra del plátano canario que yo recuerde.
La realidad de finales de los setenta y primeros ochenta, cuando van desapareciendo los últimos grandes maestros, es que en Catalunya va interesando menos ese espectáculo, no se educa sobre ello, desaparece de los medios públicos y afines a la seny, las empresas organizadoras no pulsan la tecla adecuada, y se van cerrando todas las plazas por falta de interés. ¡Vamos! que no hay llenos. Que no llega para acometer los gastos. Que deja de haber financiación oficial para un evento minoritario. Y, además, alguine ve de lejos la oportunidad de crear un cisma mayor, camino del independentismo melancólico. Y digo lo de melancólico porque significa añorar lo que nunca se ha tenido.
'quid pro quo': ¿A quién beneficia? SI este fuera el planteamiento, el responsable del último reducto existente en Catalunya, el último Pedro Balaña y su familia, son los que mayor tajada van a sacar del cierre del negocio. Seguirán siendo catalanes de pro, con unos millones de euros más en los bolsillos. A parte, que el edificio, considerado bien de interés artístico, será vendido. Dicen que a un jeque árabe, o a la Foundation Qatar esa que lleva el barça en su camiseta y que, con negocios con su presi, puede meter bocado por la 'independiente' tierra, comprar el edificio, y convertirlo en una mezquita. Decía Boix, que ojalá fuere así. Al menos el rito, el culto a una religión seguiría entre sus paredes. Y pensado así, estoy con Salvador.
Pero, si ya hace lustros que sabemos y denunciamos que Balañá, por no tener problemas con el resto de sus negocios (sobretodo por el posible boicot de la juventud a sus cines) ha ido arrastrando la plaza barcelonesa hasta llegar a la ruina. Y porque, el nuevo movimiento, el último esfuerzo, surgido de la llegada del fin, que no nos lo creíamos, con Corrales, Boix, JT como fuerza más potente al frente, más intelectuales catalanes de izquierda que seguían siendo aficionados, bajo el grito de libertad, como el chillo de Mel Gibson en 'Bravehearth', han arrastrado al resto de los aficionados del planeta a unirnos a la última batalla, que también se perdió. Y con ella, la guerra. No, no- me dicen. Que queda la moratoria del PP con CIU y la decisión del Tribunal Constitucional. ¡Claro! Con eso estamos salvados. ¡Ya! Y yo me lo creo. El PP no sólo no va a conseguir nada, sino que, para la gobernabilidad y tener el respaldo de CIU en el Parlamento español, dejará el tema en agua de borrajas. Y es que, también hay mucho pepero antitaurino, lo que pasa que llevan el tema por el asunto España sí - España no, haciendo un flaco favor a La Tauromaquia, arte único y universal, y tienen que poner cara de pavor ante tamaña ignominia de los políticos independentistas.
Respecto al tema del TC, si obliga a que los toros de a pie vuelvan a Barcelona, tendrán que volver a todo Catalunya, y a Canarias, claro está. Igual el remedio es peor que la ruina que se ha creado.
No olviden que este fin, no ha sido de la noche a la mañana. No somos responsables de semejante atraso todos los que amamos este arte. No hemos contribuido a ello con el silencio como dicen por ahí. Los taurinos tienen mucha culpa. Los ganaderos, y sobretodo los toreros más aun. Los empresarios, el sr. Balañá y familia, los que más. La defensa del último de los 'pedros' me la decía en Jerez hace años cuando llevaba él la plaza de la calle Circo, también. "No va nadie a los toros. Quieren ver a las figuras y pongo los precios así para poder pagarles. Sale todo muy caro y no va nadie, ni les interesa, y aquí en Jerez, a más de mil kilómetros de Barcelona, en tierra de toros, me pasa lo mismo."
Esta puede ser la única responsabilidad del aficionado. Que al ser más urbanita, menos natural, hemos perdido la sensibilidad del entendimiento del equilibrio existente entre hombre y animal. Su uso y fundamento. Encima, no leemos, y para postre, lo que nos presentan en los medios es, mayormente, una abominación. Así, que como no vamos a llenar el cemento, somos responsables. ¡Ya! ¡Lo que nos faltaba por oir!
El final está ahí. Y es una guerra perdida. Esta al menos. Otra cosa será, que se pueda retomar el asunto, volver a hacer espectáculos dignos para todos, que el aficionado español deje de pensar en los toros como algo propio, y piense que venimos de una cultura mediterránea donde el toro estaba presente siglos antes de la existencia de Roma, y que todo este arte es un devenir de sucesos, efectos producidos por las causas habidas a lo largo de la existencia del homo sapiens, y reconozcamos que el ganado de lidia no se puede encajar en el rectángulo de una bandera determinada, ya que La Tauromaquia es un arte, y las artes no tienen fronteras. QUe como tal sea reconocida mundialmente, y que el seny catalán vuelva a creer que los toros en su tierra son anteriores a la existencia de España, de Hispania, de Europa y de la madre que les parió a todos esos politicastros.
Y termino diciendo aquello de que, agarrémonos los machos, porque el fin de los toros de Catalunya viene de un aburrimiento continuo de la afición que abandonó aquello, adobado por el movimiento del Anselmi, el chico de la Boca, convencidos los nacionalistas que los toros son españoles. Y si se demuestra y reconoce, que el componente nacionalista sólo ha sido el adobo final, en cualquier lado terminarán los toros, y los responsables ya no serán políticos, sino el resto de nosotros. En concreto, el taurinismo. ¡O no les suenan lugares como Oviedo!
Así que ya saben, defendamos lo nuestro, como un arte de interés, obligando a los intérpretes a no mancillarlo y denostarlo, y no como una cuestión de banderas.
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Magnífico artículo, el dedo en toda la llaga. Con su permiso, me permito reproducirlo en mi blog, Málaga Toro. Un cordial saludo
ResponderEliminarPepe Pastor
Enhorabuena por tu reflexión y tu manera tan clara de expresarlo. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ambos por vuestras palabras. Y, por supuesto, es de libre asociación en cualquier blog taurino, cualquier palabra que aquí se dice. Cuando estamos de acuerdo, o cuando discrepemos. Sobretodo por lo segundo, porque si no, la vida no tiene salsa.
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