martes, 30 de agosto de 2011

Imágenes vistas 30 días después












Discutía con el mayoral de Fuente Ymbro, Alfonso Vázquez, sobre si la corrida de Pamplona, o la de Bayona había sido mejor o peor. Él apostaba, sin duda, por la de Pamplona, que por volumen y trapío era un taco y sirvió. A mí me parecía que la de la Bayona había humillado más, empujado más, y que el debe lo ponía en el lado del bípedo. Y es que ni Lescarret, ni Adame, ni Duffau supieron hacerles nada.
Y, aunque no muy buenas, las imágenes de Angel no me dejan dudas, de dónde embestían los bureles y dónde los recibían, o cómo, los bípedos. Y es que fue como el paseo del Madrid en la Romareda. Un seis - cero en toda regla.

Nada es lo que parece

El pasado 31 de Julio tuve oportunidad de estar una vez más en Bayona. Ese día había jumelage con las ciudades hermanas, y los concejales de Pamplona devolvían la visita, bien tratados como siempre. Los ví a la entrada de los toros, cosa que hicieron todos los ediles que allí se dieron cita.
En la ciudad, constaba una hora entrar en coche, por las numerosas calles cortadas, por los jardines bien cerrados (¡vamos! como en Pamplona) y aparcar se hacía un suplicio en una ciudad con mas de medio millón de almas en esos momentos.
Toda la ciudad iba vestida con el llamado traje de 'pamplonica' (prefiero vestido de sanfermines, ya que lo de pamplonica me suena a chorizo), aunque cierto es, los tres guiris residentes de la vieja Iruña que allí nos encontrábamos no vimos a nadie vestido como puedes ver en Pamplona o en Estella por sus fiestas. Los bayoneses visten de forma my sui generis este traje.
Allí las charangas a ritmo de vals de Astráin se sucedían por calles y plazas, y todos mastuerzos y cocidos, a pesar del corto trago que los franceses te dan en los cacharros, seguían a ritmo de laralá y olé,( ni siquiera riau, riau), el acompasar de los músicos, venidos de Dax, de Urrugne, y de otros lares del Iparralde.
Los tres guiris comimos en la calle, paseamos entre marabunta de personal y de ahí nos fuimos a la plaza.
Bayona, una de las ciudades taurinas por excelencia, capital del mundo taurino del soud'oest francés, con toros de Fuente Ymbro anunciados junto a dos toreros franceses y un mejicano hecho allí, como es Adame. Y, la corrida de toros-toros excelente, los toreros perdidos, el público asistente esquisito, los detalles perfectos, pero las imágenes lo dicen todo:




Entre sol y sombra no había media plaza. Fiestas, cientos de miles de personas, toreros franceses, ganadería de renombre, y ni media plaza. Y es que Francia no es lo que parece, o se nos dice. Y Bayona menos aun. Ahí sigue quedando un poso de deuda de años de mal trabajo y que costará venirse arriba.

Siete días más tarde, con entradas apalabradas, fuera de fiestas y dentro del mini abono de agosto, me quedé en tierra porque venía José Tomás, y hasta mi entrada fue necesaria para alguien nada aficionada, pero es que era José Tomás. Y parece que ir a una de sus corridas, o decir que le has visto aquí o allá da pedigrí. Lo digo porque yo que le he visto unas cuantas veces desde su retorno parezco un privilegiado cuando hablo con gente sobre ello. Y sin embargo, este año, que no he ido a ninguno de sus gaches montados, no me pena nada. Y es que, el maestro de Galapagar está en rodaje.

lunes, 29 de agosto de 2011

Semana Grande en Bilbao



Bilbao ha dejado atrás su semana grande con el regusto de unas Corridas Generales que quedan en la retina, aun muchos de sus lances, en la mente faenas de gran poso, una obra de arte de Morante que nunca terminará de sorprender por sus tardes únicas, y más, mucho más, que debe empezar por la alabanza al toro. El gran protagonista de la mejor y más regular Feria de lo que va de año.

Si empezó con bronca el sábado de rejones, hay que agradecer que ese día llegara, porque sin él nos hubiesemos perdido el rapapolvo, adecuado y justo, que el maestro Hermoso de Mendoza le metió al profesional Moncholi. Una de las mejores broncas, que recuerdan a aquellas quejas de Camino a Emilio Romero por las quejas de que trataba mejor a otros compañeros, y eso que pagaba también el sobre. Aquí, el de Estella no paga, actúa. Y eso mereció el espectáculo que él si dio y los otros de terna no pudieron.

El domingo de Miura, se diluyó de inicio, con la mala actuación de los toros. Devolución de un Miura por inválido es algo difícil de digerir, de tragar. Máxime cuando uno respeta, quiere y se reafirma en esa casa, de la que ha aprendido a ver el toro bravo que se esconde en sus entrañas, y que, por desgracia, muy pocos toreros pueden lucirlos. Pero ese domingo no fue el caso. Y la corrida no estuvo a la altura deseada.

El lunes vivimos los toros de Fuente Ymbro, una buena corrida, con toros que pusieron en solfa a dos de la terna, Jiménez y Tejela, y demostraron que Diego Urdiales, con peor lote que los anteriores, debe estar más arriba de donde se encuentra. Es un torero comprometido, serio, de profundidad, y que necesita más espacio. De todos modos, ese día me quedó la sensanción de que los toros de Gallardo van camino de convertirse en una ganadería rechazada por la primera fila, teniendo lo que tienen por torear, y que en manos de mediocres no se lucen. Y esto, es ya tema de tiempo atrás. Ganamos una ganadería, perdemos la oportunidad que los de primera fila se enfrenten a ellos.

El martes vimos una buena corrida de Núñez del Cuvillo. Con toros de calidad, y en general una buena nota en conjunto. Ese día hay que añadir que salió el Morante que la gente sueña con ver de vez en cuando, y que el milagro ocurre. Manzanares, un poco despegado, estuvo serio, profundo, con temple, en figura. Y David Mora, con el peor lote de los tres, puesto en un cartel extraño para él, demostró el valor, la serenidad y el toreo comprometido que lleva dentro.

Los jandillas del miércoles salieron astifinos, peligrosos, y dieron pocas opciones a El Juli, que venía a reventar la corrida y que bregó en figura, y se le reconoció el esfuerzo. Talavante tampoco hizo nada del otro mundo, aunque es de reconocer que el quinto casi le arranca la cabeza. Y de Jiménez Fortes, que como nuevo, está verde, que quiere y no puede, y que no se puede quejar del trato exquisito de los asistentes a la plaza. La corrida fue de esas duras que suelen salir en esa casa, y que la gente piensa que sólo tiene de los de carril. Salieron toros mirando el carnet, y El Juli lo mostró.

El jueves tocaban los toros de Victoriano del Río, que no terminaron de encandilar. Un cartel de lujo, Ponce, Juli y Perera y primer cartel que dicen que no había billetes, aunque se ven huecos arriba. Será de gente abonada que no va ese día. El pelma de la música sí que estaba un día más. Qué pulmones para exigir que toque la banda aun sin merecimiento. Dos toros, dos toreros dispuestos, dos orejas perdidas por el acero. No hay más resumen. Ponce ni fu ni fa, con mal lote, Juli y Perera que pierden oreja tras buenos trasteos en el segundo y el tercero por la suprema. Y luego de cuarto a sexto la corrida se vino abajo y eso siempre es malo para esta función. Uno ve esos dos toros, segundo y tercero, lidiados en quinto y sexto lugar y sale contento de la plaza.

El viernes vimos la mejor corrida de la Feria. Una extraordinaria corrida de Alcurrucén, que demostró, toro a toro, lo que son y tienen dentro estos 'núñez', siempre de menos a más, rompiendo en buenos y que para mí, fue la corrida de la feria. Hubo oreja para Ponce en el cuarto, para David Mora en el segundo, y saludos para un entregado Luque. Ponce estuvo debajo de su lote, pero demuestra que el que tuvo retuvo. Mora, volvió vía sustitución, brindó a los sustituidos y llegó de nuevo a los aficionados y espectadores. Y es que está hecho un tío. Y Luque me sorprendió gratamente, aunque remate mal sus faenas al acero. Pero, lo dicho, por encima de todo, los alcurrucén fueron lo más destacado.

El Pilar trajo una corrida con cuajo, hechuras, grandona en algún caso, como el que tocó a Manzanares. Y a mí me encantó esa boyantía, esa forma de embestir de otro de los toros que están en lo alto del escalafón. No entiendo cómo se le tapa todo a El Cid desde la tele, cuando todos sabemos que no está como estaba, y que, lo siento, ha perdido el status de figura. Pero Molés sigue erre que erre. Oreja con la mano derecha, justita pero bien rematada por los aceros, cuando este tío tenía la zurda más pura del escalafón. Manzanares se fue por la tangente con el grandón, aunque templa y para el reloj como nadie ahora mismo. Es posible que sea el número uno en estos momentos, y mata al encuentro como nadie, pero tiene que moverse por otros lares y con otros encastes para ser figura histórica. Castella estuvo bien en ambos, entendiendo lo que había, y sigo pensando que este muchacho parece que está fuera de sí cuando mece la franela. Hubo petición y bronca a Matías por no conceder la oreja. Quizás muy estricto, pero es así para todos.

Para remate de feria, después de haber visto un completísimo y acertado ciclo, quedaba la victorinada. Los Victorinos que cierran ciclo y que después del tiempo en que estamos esperándolos, quizás no pensábamos que fuera a ser nada más allá de una tarde de trámite. Y para suerte de todos, con muchísimos huecos en la plaza, vimos una buena corrida de toros. Quitando los dos primeros, la tarde fue hacia arriba y los esfuerzos de Padilla y Bolívar, que me dijeron muy poco, les valió la oreja. Otra vez más esta semana, el que toreo con temple, hondura, esfuerzo, compromiso fue Diego Urdiales. Otra vez se quedó sin su oreja por los pinchazos, pero es uno de los que sale de Bilbao, relamente, fortalecido.

Ya veremos si es verdad. Porque las figuras ahí han estado, pero si me preguntan mi opinión, me quedo con Urdiales y con David Mora. Han hecho doblete por diversas circunstancias, y han estado de ley. Toreros que se enfrentan a todo tipo de ganado y mantienen ese compromiso es de agradecer. Está claro que no son Morante. Pero ese sólo hay uno, y encima de vez en cuando. No puedo ir uno a uno desgranando sus trasteos, pero Perera en el tercero de Victoriano del Río, los citados anteriormente, la fuerza de El Juli y el temple de Manzanares es de nota. Ponce, sólo esas poncinas finales.
De nota alta la Feria. Así qque felicidades a los responsables. Y a Matías y a Iñaki, enhorabuena y no cambiéis nunca.

domingo, 28 de agosto de 2011

Alfonso, el único


Tal día como hoy del año 2.005, nos dejaba Alfonso Navalón Grande, torero práctico, ganadero, crítico taurino. Un Alfonso que era único e irrepetible. A veces, demasiado difícil, pero siempre un maestro con la pluma, por su verbo fácil, su entrega a la verdad, la suya, honrada y subjetiva, su conocimiento y su saber en esto de la Tauromaquia.
Importante el libro de Paco Cañamero sobre su vida. Importante el legado de crónicas que viven dispersas muchas aún y que un propio en su día recopiló unas mil trescientas, y que aun continúa con las más antiguas.
De su estudio contínuo he aprendido horrores, una barbaridad. Lo más importante, decir lo que uno piensa, lo que uno ve, aunque el de enfrente sea conocido, amigo, hermano.... Y eso es muy duro, y a él le hizo mucho daño, y a veces uno se plantea si decir las cosas tal y como han sido no debiera ser es, no sólo improcedente, sino inhumano. Porque no es fácil demostrar con pelos y señales pufos y demás chachullos que nos rodean en este mundo taurino, máxime en tiempos en que estamos al borde de la extinción. Simplemente por falta de cultura, de información, de seguimiento, de lectura, sobre los toros. Ya no hay afición, es la frase más repetida. No hagan caso a la mayoría de los periodistas y cronistas taurinos, se nos dice continuamente. Qué difícil es encontrar gente honrada en este gremio, oímos como norma habitual. Y uno echa de menos a diez o doce 'navalones', que sabían, explicaban y hablaban como los ángeles en cuanto a sabiduría, como los demonios para muchos, por los chorreos que salían por su boca. Y está bien recordar a gente así, a Vidal, a Cañabate, a Corrochano.... pero ellos lo tuvieron más fácil, porque entonces los toros era algo consuetudinario al pueblo, que era más rural, lo sentía y lo vivía con pasión. Y por eso, este negocio se va encaneciendo a marchas forzadas, y por eso necesitamos regenerar las instituciones, modernizar el negocio, dar entrada a aires nuevos, cándidos y juveniles, porque las canas ex cátedra no llegan al meollo de la juventud. Y estamos en momentos delicados, jugándonos el futuro. Un futuro que Alfonso Navalón veía muy negro, basando desde siempre los pilares de los males de la Fiesta en la trampa afeitadora del apoderado y del torero, en los empresarios mandones y tragadores ante la orden de las figuras, y con a connivencia de determinados sectores de la prensa que les hacen el caldo gordo a que el chanchullo fuera creíble, en un montaje que acabaría con el toro, dios verdadero de la religión taúrica. Y después de tantos años de sus denuncias, lo malo es que esto sigue vigente.
Pero, la fe en gente como tú, también sigue adelante, y por eso te recordamos muchos todavía.

¿Y los carteles de Peralta?

La localidad navarra de Peralta es una de las fiestas más largas de la Comunidad, con muchos eventos, muchas distracciones y multitud de historias en sus nueve días de juerga.
Antaño, se enorgullecía por ser uno de los lugares donde se entendía su plaza como centro de novilladas, con novillos de trapío, y novilleros capaces y de nombre. Aún recuerdo la espantada de Manzanares cuando vio lo que había en los corrales, preparado para la tarde. Aquello le costó una suspensión de un año a él, y a los aficionados que no tenga buenas sensaciones toreras en esta tierra, porque de la hospitalidad, imagino que no tendrá queja después de cómo ha vivido su hermano Manuel acogido en casa de Hermoso de Mendoza.
Esta Peralta de cinco novilladas, con nombre y categoría de los toros que venían, no sé si se han presentado o no, porque lo único que aparece es que el domingo día 4 de Septiembre se dan novillos de Navalrrosal para los novilleros Gómez del Pilar, Raúl Rivera e Imanol Sánchez, y luego nada hasta el siguiente jueves que anuncian novillos de Pilar y Tomás Entero para dos novilleros, Sergio Blasco y Angel Puerta. Y la verdad, quisiera saber si esto es todo. ¿Alguien sabe algo más? Lo digo porque en su día había reseñada una novillada para esa localidad en Dehesa de Frías, y en otras fincas de renombre. ¿Qué ha pasado con esos lotes?
En fin, que esto no puede ser. La localidad señera en las novilladas en Navarra, acabe en este festejo y medio. Espero que sea de broma y viernes, y sábado y domingo rellenen los carteles.

¿Y hoy si valen Moncholi?


Almería acoge el último festejo de esta feria, una corrida de rejones para poner el broche de oro a la última jornada, que ha contado con el respaldo de más de la mitad de la plaza. 
Tras una primera parte sosa, la segunda parte presentó más animación en los tendidos, que notaron que al haber más toros, los caballos tuvieron una mejor respuesta. El mejor de todos fue el cuarto, de nombre Zapatero.
Ficha del festejo:
Más de media plaza. Astados Sánchez y Sánchez, toros con poca movilidad y flojos, sin transmisión y parados los tres primeros; los tres últimos, con buena transmisión y buen juego.  
Hermoso de Mendoza: silencio y dos orejas.
Diego Ventura: oreja y dos orejas.
Leonardo Hernández: ovación y dos orejas.

Esta es la crónica y la foto que sacan en burladero.com sobre la corrida de ayer de rejones co toros de Sánchez y Sánchez. Lo extraño es que esta vez no haya queja sobre el ganado escogido por, según Moncholifacts, por Pablo Hermoso de Mendoza.
Cómo no, el mejor toro el del 'estellica'. Y cómo no la foto del portal taurino para la salida de los tres a hombros, perdón, eso sería lo lógico. Es para el mimado por esa casa.
Nadie es imparcial al cien por cien, pero no se puede poner a parir al mejor torero a caballo de la historia por imponer unos toros para acabar con sus compañeros, decir que no son aptos para este negocio, y luego ver una semana más tarde que la misma ganadería saca a hombros a los mismos actuantes.
En fin, hay personajillos taurinos que no debieran seguir en esto, porque a parte que se les ve el plumero, son parte integrante de los que van a acabar con nuestra pasión.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Todos en Bilbao

Es curioso de qué forma nos decimos, e incluso algunos nos vemos, cuando hablamos que nos vamos todos a Bilbao. ue Bilbao es la plaza a seguir, que Bilbao es la seriedad y el ombligo del planeta taurino. Yo así lo pensaba antaño. Plaza en la que me eduqué como aficionado, y en la que apenas se veía un día o dos algún sitio libre en la fila donde chilla el pelma de la música a diario. A ratos que recuerda, al cansino de la plaza de Jerez, para que me entiendan los amigos de por allí.

Hoy, estoy feliz, y cambio el hábito rancio de franciscano, dormitado a duermevela en el camastro de mi celda, por la suave y dulce sensación de despertar entre sedas y satenes en algo más lujoso que el Ercilla o El Carlton. Ni la calle Ercilla, ni la plaza Mollúa se encuentran a la altura de mis sensaciones personales, alegres y felices. Pero, ojo!, personales, que no taurinas.

El abrazo a Juan Orihuela, que con su familia al completo, ha aprovechado su obligada estancia como mayoral de la casa en Bilbao para alargarla un poco como vacaciones merecidas y correspondientes. Un abrazo sincero a un hombre trabajador, buen compañero y que se sintió feliz de que las cosas hubieran rodado en un encierro que tuvo de todo, como lo que tienen en su factoría, pero con unos toros más tirando para lo que se aprecia en el norte. Dicho sea, más hoscos, menos noblotes, más peliagudos, como el sexto ejemplar.

Pero, ni Morante, ni Manzanares, ni David Mora, sensación del año, ni Núñez del Cuvillo llenan un coso de apenas 14.000 personas en el gran Bilbao del millón de habitantes, el que más sabe de toros del mundo, el que se llena la boca de granado y lustroso, el de las mil tertulias, el del conocimiento impoluto con un centenario club con 'cienes y cienes'  de socios viajeros taurinos por el mundo, que además van con pedigrí. Y lo cierto es que en esa plaza se sabe, se aprecia, se entiende, pero ya solamente los pocos concitados en ella. Y mucos de fuera, porque Bilbao es lugar de culto y visita. Ayer hubo lunares negros, desempañados todos por lo sucedido en el ruedo, con tres tauromaquias diferentes, con tres formas de buscar la lidia, y con un ganado humano casi al cien por cien que desarrolló las variadas situaciones animalísticas que se dan en ese mejunje cocktelero que es la granja de El Grullo, donde en base a todo lo que oliera a Tamarón se tiraron a mezclar líneas de casas apartadas en lo genético moderno. Y le funciona, porque rentan como nadie de esto.

Como ya habréis leído de todo, Morante es Morante, capaz de hacerte llorar de emoción, crujirte el alma, y por eso se le espera y se le desea siempre. De Manzanares, decir que aunque despegado, se le ve sobrado y en la cima del toreo. Y de David Mora, decir que no por nuevo, sino por ser el torero con más cojones de los tres, el que más toros de cebada, de dolores y de otros muchos encastes bravos que ni Morante ni Mnazanares han visto ni por televisión, era mi favorito de la tarde. Y que no me defraudó. Pero, que espero que no se tiren a la piscina y se queden ahora en este tipo de toro. Que siga toreando de todo.

Sonrientes, bailando, de vuelta, Pedro sentenciaba el día de Fuente Ymbro, algo que ni ayer pudimos superar: -Patxi, esto no se lo van a cargar ni los políticos, ni los antis, esto se muere solo a nada que nadie le meta mano, a nada que les dejen a toreros y empresarios seguir haciendo lo que les da la gana-

Y ahí es donde hay que basar el esfuero y el trabajo. Ahí, y en conseguir que la corrida de ayer se repita muchas veces, y que lo dispuesto que están con los de El Grullo, lo estén con todos. Veremos si El Juli sale de paseo en la tarde de hoy.

Y por cierto, enhorabuena Matías, presidente, buen hombre y buen aficionado. Así se sacan las dos orejas cuando se merecen, y el resto, hubiesen cortado mil, pero en otras plazas. Tú si que eres el Bilbao de verdad, el serio, el de siempre.

martes, 23 de agosto de 2011

La verdad inmutable en la Tauromaquia. ¿?

Existencialmente, la búsqueda de la Verdad como única fuente y principio del ser, nos retrotrae a multitud de filosofías, en busca todas ellas de la primera causa, de la razón del ser del Ser.
La filosofía, el pensar, la búsqueda de esos principios, existe en todos los órdenes de las artes, de la Vida misma, y entronca, por desgracia, en una necesidad vital de la búsqueda de la fe, por encima de lo que es la realidad. Porque, al final la realidad es lo que vemos y palpamos como algo definible, sin duda alguna, es decir, como resultado de una verdad lógica y semántica.

¿Es verdad que Pablo Hermoso de Mendoza es el mejor torero a caballo de todos los tiempos? Como resultado de una realidad lógica y semántica, dentro de la Tauromaquia, esta es la verdad más absoluta que actualmente puedo reconocer. Y no pongo este ejemplo por tocar los güevos a Moncholi, que, realmente no tengo ninguna intención de hacerlo, sino porque este último mes y pico de reflexión y silencio, de lectura y estudio, de salidas y necesidades vitales, me dejan claro que para mí no hay más que una verdad: la necesidad de seguir vivo para disfrutar de los míos y de mi pasión. Por cierto, muy destrozada estos últimos cincuenta días.

Uno se ha movido lo justo: dolores en Orthez, adolfada en Azpeitia, Domingo de fiestas de Bayona con Funete Ymbro, sábado de cebadas en Estella, otra fuenteymbrada en Bilbao, ayer mismo.... Y dejado por el camino mil lugares, invitaciones y plazas que debiera haber sido visitadas por el que suscribe, pero que no ha podido ser.

Y la verdad inmutable, esa que nos venden sobre la Tauromaquia, esa que la banda mandona, el molesplus y su batería a la carga están intentando imponer, realmente no existe. Francia no es la panacea, ni la Feria del Norte es Bilbao, ni tiene repercusión alguna en el millón de personas que viven alrededor de la ría.

Esas eran las últimas verdades inmutables que nos quedaban, que nos vendían, y con mi subjetiva verdad, honrada, no es cierto ninguna de ambas ideas. Y lo voy a ir desmontando. Sigo estudiando el futuro de mi vida, y por medio quedarán muchas historias por contar, que serán viejas para entonces, pero reales a mis ojos. Así que las contaré paso a paso.

La única verdad son los buenos ratos que te hacen sentir los amigos, que al final es lo que nos vamos a llevar de aquí. Como el rato bueno que Diego Urdiales le hizo sentir ayer a Pablo García Mancha, que se iba contento de la plaza, vacía por cierto, de que su amigo y paisano hubiera dado la cara, y puesto la honradez y los cojones en la nublada tarde. Y eso, es verdad. No sé si inmutable, formal, mental, epistemológica, ontológica... Se le veía en la sonrisa que llevaba en la cara.

lunes, 22 de agosto de 2011

Moncholi la vuelve a cagar

 Mi más sincero apoyo al dios del toreo a caballo, cuyas palabras en burladero.com clono absolutamente.


Carta Abierta a M.A. Moncholi

Como sabrás, seguramente como todo, porque te lo han contado las malas lenguas, acabo de cumplir veintidós años de alternativa.
En estos veintidós años, creo que he conseguido el reconocimiento de prácticamente toda la prensa taurina, de Europa y América y, lo que es más importante, el reconocimiento de un público que a pesar de los años, todavía no me ha vuelto la espalda.
Todos conocemos tu relación de amistad con otros compañeros míos, lo cual respeto, pero lo que no entiendo es que para defender los derechos de tus amigos, sigas culpándome de cosas con las que no tengo nada que ver.
A lo mejor, si te hubiera enviado un recado telefónico como hizo el tío de un joven rejoneador al que atacabas sin piedad, hubieses cambiado de opinión. Seguramente, por que en el caso del que te hablo, y que tu conoces, lo hiciste. Y desde la llamada, el joven caballero pareció gustarte mucho más. De cualquier forma, ese no es mi estilo y si por algo me caracterizo es por no atacar... aunque en ocasiones como ésta, me sienta obligado a defenderme.
El último apartado y el que más me ha irritado ha sido ese que titulas ¿Y a quién beneficia esto? y en el que, entre otras lindezas, me acusas de buscar toros para que acaben con mis compañeros de cartel. ¡Cómo se puede ser tan idiota! ¿Voy a buscar toros para acabar con mis compañeros y estando yo en el mismo cartel?
Te recuerdo que en Bilbao estábamos los tres primeros del escalafón, los máximos triunfadores de los últimos años. Y ahora va a resultar que los toros solo perjudican a los demás, no a mi. ¿Estas diciendo que no son tan buenos como yo?
Cuando un torero a pie se apunta a una corrida dura (y me viene a la cabeza, por ejemplo, Ponce con Samuel en Bilbao) todo el mundo destaca el gesto. Cuando en el toreo a caballo me apunto a una corrida con más casta, entonces voy a cargarme a los demás.
Además, imagino que tampoco sabes, porque no te lo han contado las malas lenguas, como va la contratación de los toreros para una feria. Te lo explico: el empresario llama a los apoderados de los toreros y negocian un cartel, una ganadería y unos honorarios. En el caso de Bilbao, la Junta Administrativa ya tenía en mente la ganadería. Por eso se pone en contacto con los apoderados y todos dan el visto bueno.
No soy yo quien ofrece la ganadería, es la Junta Administrativa de la plaza de toros de Bilbao. Yo te puedo asegurar que si me ofrecen algo que no me da garantías de un buen espectáculo, no voy. Ni a Bilbao, ni a ninguna plaza del mundo. Los demás parece que sí van, pero luego te van con el lloro a ti para que lo cuentes. Además, cada rejoneador, me consta, tiene sus veedores que vieron la corrida en el campo, la arreglaron y dieron su visto bueno para Bilbao.
En tu alusión de que he ido a cargarme a Ventura y Hernández ¿quieres decir que la corrida les vino grande? Yo no lo creo así, y aunque la corrida, efectivamente tuvo toros difíciles, también hubo toros muy toreable y con mucho que torear.
Aparte de Bilbao, te comunico por si no te lo han dicho las malas lenguas, apenas tres días antes, yo toreé una corrida mixta en San Sebastián con esa misma ganadería. Ahí no leí que escribieses que había sido un suicidio taurino.
El año pasado se me atacó mucho, incluso por otros rejoneadores, porque decían que yo era el que ponía las corridas de poca casta y movilidad, concretamente se apuntaba al hierro de Bohórquez, uno de mis favoritos entonces y ahora, sobre todo por su temple. Como en las primeras corridas, que además fueron televisadas, resultaron de escasa movilidad, se me apuntó como primer responsable del problema.
Por eso tomé nota y decidí buscar ganaderías con más casta, emoción y embestida, sin negarme nunca a otras como Bohórquez, emblemática en mi carrera.
Los que como tú criticaban la falta de emoción de aquellos toros, ahora criticas la dureza de estos actuales y me acusas de ir a cargarme a los rejoneadores.
Estoy planteándome si en mi próxima temporada, antes de decidir las ganaderías que voy a lidiar, te lo debería preguntar a ti o a tus malas lenguas.
Qué curioso que ahora te acuerdes de ganaderías que en su día criticaste e, incluso, les alabes los saltos al callejón. Eso habla muy bien de tu imparcialidad, que por otra parte nunca habías tenido.
También es curioso que digas que la ganadería de Sánchez y Sánchez no tiene ningún merito para estar en Bilbao en ese cartel. Otra mentira que demuestra tu parcialidad y tu poca documentación, porque te diré que en los últimos años -y atendiendo solo a mis resultados- a estos toros les he cortado en 2010, cuatro orejas en Santander; dos en Illumbe, dos en León en una mixta, cuatro en Almería y tres y un rabo en Salamanca. Y en 2009, tres orejas en Ledesma, cuatro en San Sebastián en dos corridas, tres en Almería, cuatro en Cieza y dos en Logroño. Además de elegirlos por su movilidad y casta para varias mixtas como Alicante, Tudela, San Sebastián, Logroño...
Te recuerdo, porque seguro que no te lo han contado las malas lenguas, que algunos de los hierros que yo he lidiado en Bilbao: Dionisio Rodríguez, Martínez Elizondo, Félix Hernández, Pablo Vázquez, Murube, Benítez Cubero, Sánchez Cobaleda, Antonio Bañuelos, Los Espartales, Fidel San Román, Fermín Bohórquez y herederos de Ángel Sánchez y Sánchez.
¿Sabes cuántos encastes diferentes hay entre todos ellos? Si no lo sabes, pregunta a esas malas lenguas que te dictan tus escritos. Yo nunca pensé que nadie había ido a acabar conmigo por ponerme alguna de esas ganaderías.
Respecto a lo de cargarme a los compañeros, me parece lo mas fuerte y lo más insultante de tu escrito, sobre todo teniendo en cuenta que hubo un compañero que tuvo un percance y un caballo herido.
Nunca he deseado el mal a nadie, y si algo siento en esta profesión es el dolor de los caballos, porque a ellos nadie les ha preguntado sin quieren estar ahí. Nosotros decidimos por ellos, los ponemos en situaciones de riesgo y nosotros somos los que con nuestra capacidad, debemos estar preparados para sacarlos de ellas.
Evidentemente, tú de eso no tienes ni idea, posiblemente porque tampoco te lo han contado las malas lenguas, y si no es así, tú no lo ves, porque no eres capaz de ver más allá de tus narices.
Qué pena que un portal como Burladero.com cuenta entre sus grandes colaboradores con una marioneta como tú, pero bueno, así son las cosas.
Afortunadamente, en la historia del toreo, donde creo que yo ya tengo una pequeña parte ganada, no habrá ni una sola página escrita por un personaje como tú, que no escribe por su propia boca, sino que lo hace por los que le dictan las malas lenguas.

Pablo Hermoso de Mendoza
Rejoneador

domingo, 14 de agosto de 2011

Imanokl Sánchez y Miguel Cuartero en Pedrola

Por Paco Martínez para Burladero.com



Mucho ambiente y abundante público en tarde calurosa para ver a Imanol y Cuartero. Los mano a mano siempre tienen un componente de rivalidad y más con el encaste Santa Coloma de la ganadería de Los Maños de por medio. Ambos novilleros son de pueblos cercanos y no han querido dejarse ganar la pelea.
Imanol Sánchez Juega en casa y se ha enfrentado en primer lugar a un cárdeno de buenas hechuras. Banderillea él mismo con aseo y se le ovaciona. Con la muleta la faena se alarga ante el defecto del novillo de humillar poco y salirse suelto de la suerte. Al final, el animal escarba y se refugia en tablas, por lo que el conjunto no pasa de discreto. Lo mejor, la estocada por su ejecución, más que por su colocación, aunque necesite de dos descabellos.
Ante el tercero, se pone Imanol a porta gayola y posteriormente se gusta con el capote, para rematar en la boca de riego. De nuevo coloca banderillas él mismo y en la muleta el novillo humilla, pero tiende a quedarse corto, a medida que transcurre la labor del torero, así que después de tres desarmes la faena no remonta e Imanol cobra una entera recibiendo dos orejas.
Con el segundo de la tarde, muestra Cuartero sus ganas al recibirlo con una larga cambiada de rodillas, luciendose en un quite capote a la espalda. Tras brindar a su compañero de cartel, inicia la faena en los medios con pases cambiados. El novillo, aún con poca fuerza, humilla lo que le permite estar a gusto a Cuartero y torearlo a placer. Pone fin a su labor de estocada entera.
El cuarto es el de más plaza de la tarde. Con el capote no se deja torear, pero en la muleta le sirve a Miguel Cuartero. Humilla y se va largo, por lo que trasciende al público la labor del torero, si bien, al igual que el primero, el astado tiende a refugiarse en tablas, defecto que le tapa Cuartero con oficio, logrando naturales y un trincherazo de excelente factura. Para finalizar con dos tandas llenas de sabor y temple, firmando lo mejor de la tarde. Lástima que pinche dos veces antes de recetar una estocada que necesitó de un descabello. No obstante, recibe las dos orejas de su oponente

domingo, 7 de agosto de 2011

Dos vueltas en torno a José Tomás en Valencia por Rafael Cabrera Bonet


Andaba decidido a no coger la pluma, o presionar la tecla del ordenador, en funciones de crítica taurina, una vez abandonada la misma. Permítaseme, desde la humilde condición de aficionado, sin embargo, expresar libremente una serie de pensamientos en torno a la reaparición de José Tomás en Valencia, en la pasada Feria de San Jaime de la bella capital levantina.

Como tantos otros estuve presente en el festejo; mi visión, por ende, no es la fría y desapasionada del espectador televisivo, del que ha podido seguir algunos momentos de la lidia a través de las imágenes vertidas en internet o en tal o cual medio audiovisual. ¡Cuántas veces hemos criticado –casi todos- las retransmisiones por frías, gélidas quizá, y desapasionadas! Y sin embargo, o en la renovada plaza valenciana, han aumentado –en vez de disminuir- las localidades acercándose al centenar de millares, o cuan pronto nos olvidamos de las propias ideas o críticas… La corrida de toros es pasión; es muchas otras cosas más, desde luego, pero por más que uno sea un espectador frío, calculador, analizador del más nimio detalle, no puede abstraerse hasta el punto de contemplar en vivo y en directo el espectáculo sin participar del conjunto, de la masa, del propio ambiente. Algunas veces se hará para denostarlo, para zaherirlo o burlarse de las expresiones de quienes no consideran lo que uno mismo está valorando; en otras lo será para dejarse llevar por las emociones volcadas a través de millares de corazones latiendo al unísono. Al fin y a la postre, uno también es humano…

No me he considerado, además, “ista” alguno en mi vida de aficionado, quizá con las únicas salvedades de Joselito el Gallo, o del Niño sabio de Camas, algo demasiado lejano ya como para ser considerado un defecto. Por más que uno tenga su propia idea que quién es quién en el mundo del toro, de cómo torea tal o cual espada o de cómo suele salir tal o cual toro, siempre me he dejado convencer por lo realizado en cada instante. Me he llegado a emocionar con matadores que no entran, para nada, en absoluto, de ninguna manera, en mi concepción de arte de torear; me he rendido ante corridas, o ante un toro, de ganaderías mil veces criticadas, despreciadas. Si en medio de alguna de esos millares de festejos contemplados he visto a un torero realizar algo sublime, alguna proeza lidiadora, ejecutar con gracia angelical un simple y aislado lance, por más que no fuera santo de mi personal devoción, me he emocionado y he cantado y contado –al menos a las amistades más próximas- el episodio.

De ahí que no termine de entender esta feroz polémica en torno a la reaparición de Tomás en el ruedo ché. Estuve presente, goce –y mucho, no les quepa duda- con mucho de lo que pude contemplar; me irritaron algunas otras cosas, incluso las denigré, las mancillé espiritualmente, pero mi apreciación del conjunto fue bastante positiva. Y pues mi formación es más científica que literaria, analicemos pausadamente, sin pasiones –que deben quedar reducidas al ámbito del coso, o a las discusiones de café-, detenidamente, algunos de los aspectos notorios de aquel festejo.

Se lidió un triste encierro de la ganadería salmantina de El Pilar, que –sin duda alguna, tampoco- ha tenido mejores y más claros exponentes. Corrida aceptablemente presentada para un ruedo como el valenciano, sin exageraciones en cuanto a trapío, más bien justito alguno de los lidiados –creo recordar que el segundo, por ejemplo-, en el que hubo dos inválidos insufribles –que poca gente protestó, yo entre estos últimos- que fueron a manos de Víctor Puerto, dos toros difíciles y complicados –los de José Tomás, especialmente el manso y rajado quinto-, y dos toros más nobles y boyantes, con mayor transmisión y cadencia en las embestidas –los del mejicano Saldívar-. Dos, dos y dos, y no tres y tres como suele ser habitual. Es preciso, es de buen aficionado –creo- el juzgar al toro antes que al torero, porque en función de las cualidades de aquél, habrá que valorar lo realizado por éste, como es lógico.

No he visto comparaciones con el ganado lidiado los otros días de la feria –estuve abonado a toda ella, y salvo la de rejones pude contemplarla en vivo al completo-. O sin ir más lejos, puesto que al parecer de figuras se trata, con la corrida (por llamarlo de alguna forma) del día anterior. Aquello sí que fue indecente, saltando al ruedo más de un gato, alguna sardina impresentable en coso de talanqueras; hubo protestas –no sé si se oirán por televisión o en el video correspondiente, porque tales manifestaciones son tratadas como groseras e improcedentes por los medios al uso- sobre más de uno de los bichejos que saltaron al ruedo (me acuerdo de la ganadería, pero les dejo el nombre en suspenso, para que lo busque el que quiera); el afeitado de alguno de ellos, más que presunto, era de análisis en comisaría de guardia… El primero, Dios bendito, perdió medio pitón en el peto del caballo, mucho antes de rematar en tablas por primera y única vez –en el segundo tercio-. Los escobillados de otros de los lidiados no auguraban ni presumían integridad alguna…, y nadie dice –como casi siempre- absolutamente nada. Se trataba de ver el excelso arte de los toreros más aclamados de los últimos tiempos –décadas en uno de los casos- y años –en los otros dos-. Yo mismo, que conste, he aplaudido y me he emocionado muchas veces con ellos –con dos de ellos, más que, por desgracia, con el tercero al que prefiero verle en los últimos tiempos con el manso complicado y duro, que es cuando luce su verdadera capacidad-.

Tampoco podemos abstraernos de las condiciones climáticas –las ambientales eran extraordinarias, superiores, el clima de los tendidos no podía ser mejor-, porque tantas veces se clama contra ellas y he visto muy poco reflejadas aquellas en las muchas crónicas o comentarios que he leído. Hizo un verdadero vendaval, no constantemente, pero sí durante mucho del festejo, y especialmente –mire usted por donde- en los toros de Tomás o Puerto, aunque no dejara de soplar en los que le correspondieron al mejicano. Tengo para mí, no lo he querido volver a ver en frío video, que buena culpa del tremendo revolcón de Tomás, se debió precisamente a ello, a que el viento empujó la muleta, e hizo que el toro no se decidiera por ninguna de las salidas, acudiendo al bulto, y ya se sabe que José Tomás no mueve los pies, los clava éticamente en el suelo, expone en ello su vida, para crear esa emoción que trasciende a los tendidos. Para otros diestros, al parecer, hay excusa suficiente en los incesantes soplos de Eolo; para Tomás…, ni agua.

Para muchos, un revolcón es digno de aplauso, supone, más que un error en la concepción o ejecución de un lance, del toreo, un alarde de valor, de quietud, de negación de huída, de abstracción del innato instinto de conservación, ¡cuánto más, cuando el espada vuelve a la cara de la res a renglón seguido! En el caso de Tomás es error imperdonable, torpeza, falta de técnica, efectismo buscado para crear sensaciones angustiosas, ejercicio circense de volatines. Pues no, reconozcamos que el deber de un diestro es no dejarse coger, desde luego, que cuando sobreviene la cogida es que el diestro ha hecho –ojo, o ha dejado de hacer- algo que lo evitara, normalmente bien con el engaño –preferiblemente-, bien con el cuerpo, incluso dando un paso atrás. Tal cosa no cabe, desde luego, en la concepción ética de la tauromaquia de José Tomás; no cabe rectificación corporal; el diestro tiene que estar colocado en aquel terreno del máximo riesgo y mantenerlo pese a la exposición de su vida. Cuéntase de una anécdota similar con Juan Belmonte, a quién Gallito intentaba corregir, diciéndole que el pitón bueno de la vaca era el otro; Belmonte siguió intentándolo, en su sitio, sin moverse, por ese mismo pitón, pese a revolcones y volteretas, hasta que consiguió que la vaca aceptara el lance tal y como él lo quería; el hombre no se adecuaba a la fiera, era ésta la que finalmente se rendía, subyugada, al ser humano, al héroe. José Tomás, poco pudo hacer en la cogida; el toro fue al bulto, y lo mandó por los aires, cayendo de forma peligrosa al ruedo con el cuello. Podía, con ello, haber acabado allí su trayectoria torera, su propia vida, pero como tantos otros a los que se canta y alaba la proeza, volvería al toro, al riesgo, a colocarse en aquellos mismos terrenos que ha pisado tantas tardes, inverosímiles para tantos diestros. Y en vez de alabarse el gesto, como tantas veces se hace con tantos otros, solamente critican la torpeza del tropezón, del ser arrollado por aquel trolebús. ¡Pues qué bien!

Hubo, especialmente en el segundo de la tarde, poca limpieza en el trasteo, y dos o tres desarmes –hay diversas opiniones; yo mismo empecé creyendo tres, y luego, meditando, recuerdo sólo dos-. Vicio y pecado contra la “templanza”, que es virtud cardinal en el toreo desde siempre, desde luego. Pero así como hay situaciones atenuantes para tantos, no lo hay para José Tomás. ¿No se han fijado que hoy, después de la pérdida del trapo, a nadie se le tiene en cuenta, ni siquiera se menciona en crítica o crónica alguna? Es más, ¿no es verdad que tras del desarme, lo que suele hacerse es aplaudir al matador, no sé si por compensación al fracaso o para darle renovados ánimos? A Tomás se le cuentan, subrayan, hacen notar, y burdamente, fijan en los mismos todo el mérito de su faena. Sorprendente. Es cierto que el diestro de Galapagar perdió dos –quizá tres- veces la muleta en su segundo y que el muleteo fue sucio en buena parte de la faena, pero ¿no es acaso menos cierto que ambas pérdidas del trapo, no fueron sino porque el toro pisó la muleta? Y si eso fue por aquello, ¿no es verdad, por tanto, que José Tomás bajó la mano para someter y llevar a su oponente, hasta hacerla arrastrar por el albero levantino? Y, eso, ¿es defecto o virtud? Claro es que no debiera haber sucedido, pero si ocurrió, y fue de esa manera, ¿por qué no analizarlo en su justo término? Acaso hubiera sido mejor que hubiera llevado al toro, sin someter, a su libre albedrío, a media altura, rematándolo por arriba, distanciada la muleta de los cuernos de la res –y no pienso en nadie de día precedente, no…- para solamente metérselo hacia el cuerpo a medio viaje, cuando ya los cuernos –o lo que quede de ellos- de la res han sobrepasado el cuerpo del lidiador; acaso, quién sabe. Pero no, José Tomás quiere bajarle la mano a los toros, arrastrar la muleta y hacer humillar al astado, llevárselo ceñido al cuerpo y rematado a la espalda, en un toreo en redondo, como el que intentó el pasado día 23 en Valencia –que no siempre le vemos, por cierto, para nuestra desgracia-.

Así que hubo dos o tres desarmes, bien…, ¿y con eso ya está juzgada la faena? Me parece un tanto simple. El toro era complicado, mirón, buscaba meterse por dentro en más de una ocasión, y ahí Tomás sí que lució sus cualidades, pasándose al bicho por la faja, no a kilómetro y medio, y eso es algo que pudimos ver –lamentablemente- a los espadas del día previo. José Tomás se los pasó a milímetros de los alamares, mientras que a sus compañeros de la tarde precedente –a los que hemos cantado tantas veces- se los pasaban a un metro de distancia, cabía entre ellos y el toro, entre su cuerpo y sus cuernos, otro toro entero. Se podría argüir, que no lo he visto escrito tampoco, que también hizo viento, y que en previsión de posibles percances, tomaron lógicas precauciones. Tomás, sin embargo, no pensó en las corridas que tiene por delante, ni en los millones que puede dejar de ganar, ni siquiera en sus maltrechas femorales. Salió a intentar torear como cree debe hacerse siempre, y punto y final. Hubo menos enganchones la tarde anterior, para qué vamos a negarlo, incluso el toreo de Saldívar o el de Puerto, salió algo más limpio; pero, por cierto, ¿alguien lo ha podido ratificar en el vídeo, alguien se ha parado en ello; es absoluto o hubo también toques de muleta? ¿Por qué para unos tanto y para otros tan poco? Yo salí, la tarde de Ponce, el Juli y Manzanares, como salió la mayor parte de la afición, preguntándose el porqué de tanto regalo apendicular, y con una estocada en el recuerdo y poco más. Series ligadas, en las que el toro iba a su aire, pasaba por las cercanías del diestro, y poca carne echada al asador. Aseo para salir del paso, cubriendo el papel, pero sin la intensidad de otras tardes de verdadera gloria. Para los desmemoriados…, Juli o Ponce no tocaron pelo en la tarde de marras. ¿Fue José Tomás el culpable?, porque a Manzanares le concederían sendos apéndices…

La primera faena de Tomás, se saldó con saludos… ¡Con saludos, Dios santo! Apenas vimos algún pañuelito aislado; no hubo petición ni siquiera que considerar, y eso que yo la auguré…, y me equivoqué por completo. Para mí el premio fue justo. El mérito del espada, su perseverancia, el terreno pisado, sus ganas de obligar al toro por bajo y de llevárselo según los cánones eternos –la mano baja, en redondo, rematado a la espalda-, compensaron la suciedad general del trasteo y los desarmes, y un uso mucho más que mejorable de la espada. Me quedaron en la retina algunos lances al natural u otros con la capa, destacable toda la tarde.

En el quinto hubo un trofeo casi por unanimidad. Pocas veces he visto una petición tan mayoritaria, y el usía otorgó el premio al que reglamentariamente tiene derecho el pueblo… casi soberano en la plaza. ¡Una oreja, por favor, no dos, ni el rabo, ni una o dos patas, ni los testículos del toro, una oreja! La recompensa me parece que reglamentariamente era la adecuada; pudo haber mejor lidia –en el primer tercio, o si me apuran, durante el muleteo-, se pudo hacer más de capa –que siempre es posibilidad, aunque mucha menos probabilidad y casi nunca realidad- y la estocada, pese a tirarse de verdad -en corto y por derecho, saliendo por el costillar de la res, que todo hay que mirarlo, ¡qué caramba!-, cayó algo trasera y algo caída. Técnicamente, con el texto legal en la mano –el nacional, por cierto-, bien por el presidente señor Moreno. Vaya por delante, y los que me conocen o me han leído lo saben, que esto de los regalos de casquería me horroriza. Me parece un reduccionismo absurdo, propio de malos aficionados, que necesitan contar las orejas como goles, para saber si tienen que salir satisfechos o decepcionados del coso, si pueden alardear en la tertulia o en el trabajo de la corrida a la que asistieron o guardar riguroso y enlutecido silencio. A mí me mueven los recuerdos, las emociones. Me acordaré, espero que durante muchos años, de bastantes cosas de José Tomás en la tarde de marras; se me ha olvidado casi todo lo que hicieron tantos otros en días precedentes; aun consigo memorizar a Alberto Aguilar, una estocada de Manzanares, la cálida despedida de Vicente Barrera de su plaza, unos capotazos o la serie rodillas en tierra de Víctor Puerto, y las ganas, variedad y constante disposición de Saldívar. Yo ví, y todo el que honradamente lo piense, dar tres vueltas –bueno dos y un saludo desde los medios, obligado por el clamor, y que buenamente se hubiera podido transformar en nuevo paseo al ruedo- a José Tomás. Eso es lo que para mí vale. En la ópera –no por nada estuve también abonado a la misma en Madrid durante muchos años- se premia el arte excelso de un compositor, de un cantante, de un coro, de un director de escena, simplemente con el aplauso, con la ovación mantenida. Uno, que también ha pateado en alguna ocasión, recuerda ovaciones cerradas a don Alfredo Kraus, mi ídolo juvenil, durante quince minutos, equivalentes a casi cuatro vueltas al ruedo. Y como a él y otros muchos. ¿Le dieron la oreja de la soprano, del director de orquesta, del segundo violín o del empresario del teatro? Aun resuenan en mi interior unos Cuentos de Hoffman inenarrables, ¡Dios lo tenga en su gloria y nos permita volver a gozarlo!

José Tomás dio tres vueltas –o dos y media, si quieren- porque el público entusiasmado se las reclamó, y fueron unánimes –en lo posible-, rotundas, festivas y gloriosas. Hubo insultos a la presidencia por la no concesión de un segundo trofeo… Yo, llevado por mis emociones, quizá se lo hubiera dado; en la frialdad de quien debe mantenerse en el palco, creo que el usía obró correctamente a su criterio; lo que es inexplicable es que en coso como el valenciano exista tal disparidad de criterio entre sus presidentes y de tarde en tarde; unos días se regalan apéndices sangrantes, y otros días se regatean… La plaza, con el mismo número de pañuelos que cubrió de alba nieve el julio valenciano, lo pidió con inusitada fuerza, más –quizá también- de lo que recuerdo en la mayor parte de las ocasiones en que he visto conceder dos trofeos. Pero la segunda oreja, reglamentariamente, es potestad presidencial, y éste obró conforme a su criterio y a los méritos que estimó. Para mí, repito, al margen de innecesarias concesiones, la faena, el ambiente, la tarde, fue como de dos orejas, aunque le hubiera dado una sola.

Tomás lo intentó con el capote, incluso llego a darle alguna verónica o delantal más que apreciable, verdaderamente bueno, a lo largo de la tarde. Me encantaron las chicuelinas, con el compás abierto, al último; al margen de la estética tan particular, consideren que eso es exponer más el cuerpo a la fiera, más superficie donde enganchar. Tomás no rectifica el terreno, planta los pies y por ahí hace pasar al toro; otros muchos citan con el compás abierto, para retrasar la pierna de entrada del toro, juntando ambas al ejecutar el lance; ¡hombre, no es lo mismo!, ¿no creen? Eso otro es ceder terreno al toro, el terreno que ocupa la pierna del diestro; José Tomás lo gana desde un principio y por ese lugar, en su proximidad más absoluta, hace circular la embestida impetuosa de la res.

En la suerte de varas ya mostró el bicho su condición, que fue acrecentando a lo largo de los dos tercios restantes en intensidad: era un manso, mirón, algo incierto, y con tendencia a la huída, a rajarse, como acabaría haciendo casi recién iniciada la faena en su segunda instancia. El emocionante trasteo comenzó en los medios, con un intento de pase cambiado por la espalda, dejando venir al toro desde tablas. A mí, personalmente, la llamada pedresina no me gusta ni mucho ni poco, nada; me parece efectismo de cara a la galería y poco toreo, poco llevar ligado al toro al vuelo de la franela. Pero es verdad que muchas veces emociona y conmociona al respetable, y que a veces se ven lances inverosímiles por lo ceñido. Se ha convertido en rutina, y eso me horroriza aun más; no nace espontánea, fresca, sino que se prepara con detenimiento, a veces con demasiado detenimiento, tenga o no el toro las condiciones precisas para ello. De ahí que, más que algunas veces, haya que desistir de ello, o cambiar los terrenos… No me gusta, ¡qué le vamos a hacer! En este caso el toro, por lo manifestado, no estaba para aquello, pero concebimos la esperanza de que el poderío de la muleta del de Galapagar venciera las dificultades. No fue así, el toro, incierto –como decimos- vino sin claridad, y no sé si por el viento o por qué, el caso es que acabó dando a Tomás una tremenda voltereta, de las que marcan toda una vida… como la que a punto estuvo de perder Tomás en tierras hermanas.

Anduvo el diestro minuto o minuto y medio tan sonado como el más infeliz de los boxeadores, sin que el usía tuviera en cuenta el tiempo –no tiene por qué hacerlo, y fruto de ello llegaría finalmente el aviso que sonó-. Al fin, heroico, como tantos otros a los que no se les subraya la torpeza, ineptitud, falta de destreza o de técnica, volvería a la cara de su oponente, en solitario aunque bien auxiliado siempre. Gesto de torero macho, de hombría, que tantas veces se destaca…, excepto que sea realizado por el de Galapagar. Pues volvió a la cara de la res, e intentó una y otra vez, marcar su ley, imponer él las condiciones. El toro miraba, tardeaba o iba sin clase, cambiante, incierto porque más de una vez se ciñó de forma imposible, a la par que andaba buscando siempre la salida, levantando la cara… para irse a tablas. De ahí lo sacó Tomás más de una vez. ¿Fue torpeza suya el dejarle marchar? Pues a mi juicio no; mientras duraban las series, a pesar de los repetidos intentos del toro por abandonar la lid, José Tomás conseguía retenerla en el terreno escogido –quizá no el más apropiado, por cierto-; y sólo cuando abandonaba la tanda, cuando se separaba de la res, era cuando aquella se rajaba. Por tanto, durante la mayor parte de la faena la mantuvo ligada a su muleta, solamente se fue cuando se alejaba de ella, entre serie y serie. Intentó llevarla siempre por bajo, mandón, quizá de la única forma que podía impedir que se le marchara, quizá la única forma que hay de torear con trascendencia… A veces consiguió sacar lances de una belleza y de una emoción enormes, siempre intentando llevarse al toro a la espalda, castigándolo y forzándolo, toreando, en definitiva. ¿Hubo limpieza? Pues no lo recuerdo muy bien, me temo que quizá la justa para evitar el feo desaliño de su primera actuación; pero es que no me fijé porque ni ahora tomo notas, ni la faena estaba para centrarse en nimiedades. Había que ver al toro, y había que ver lo que hacía un torero de verdad y con la verdad siempre por delante. La planta quieta, el hieratismo en el rostro, la extraordinaria puesta en escena de siempre, el llenar la plaza con su simple presencia –don reservado a muy, pero que muy, pocos-, el público angustiado de emoción regocijante, sus clamores constantes, los rugidos de la masa –jamás escuchados en días precedentes de tanto corte apendicular-; lo siento, no tuve tiempo para fijarme en si hubo doce o trece toques de franela por los pitones de la res (como toda la corrida, por cierto, más decentita de cabeza –no digo absolutamente íntegra- que las restantes de la feria, con sus respectivos matadores).

Tomás supo crear el ambiente, supo llegar al público, supo decir el toreo, supo enmudecer de emoción sonoramente expresiva a las gentes que llenaban el coso. Si decir el toreo, si llegar a inundar corazón y entendimiento con las emociones generadas, es hacer el toreo eterno, profundo, rayano en lo místico, Tomás lo hizo esa tarde. No basta con que el lance salga bonito, estético, no basta con el alarde de valor, de fe o de técnica; hay que emocionar, y eso lo consiguió hacer José Tomás, un 23 de julio en el coso de la calle Játiva. Lo hizo pese a un toro rajado, casi imposible, incierto, complicado… Lo hizo con su grandeza; ¿y me preguntan ustedes si hubo enganchones? Pues no tengo ni la menor idea. Los que allí estábamos, partidarios o no del diestro, “istas” o asépticos, fríos, templados o arrebatadamente pasionales, nos conmovimos. A unos les llegó más que a otros; algunos pudimos ver lagunas en aquella extensión de toreo profundo; pero el conjunto nos emocionó. Emociones más o menos profundas, es cierto, pero a nadie dejó aquello impasible. Nadie se quedó viendo volar las palomas –las golondrinas o aviones madrileños- o comiendo pipas para pasar el rato. Nadie presenció la faena entre bostezos, como tantas de las tardes precedentes, nadie se aburrió… Y eso, ¿no es también torear? ¿No participa el público en el espectáculo, como lo hacen toro y torero, cada cual a su manera?

Entró a matar sabiendo que, si cobraba estocada por las péndolas, el triunfo estaba asegurado; la puerta grande abierta y la salida a la calle de Játiva a hombros de lo que, sin la más mínima duda, hubiera sido una multitud, segura. Se tiró con ganas, de verdad, aunque la colocación de la espada no fue buena. Antaño también esto se cantaba, se glosaba; ahora lo limitamos, torpemente tantas veces, al resultado posicional. De posición incorrecta; de ejecución, espléndida, ¡qué le vamos a hacer, otra vez!

A mí me pareció que la reaparición de José Tomás fue una tarde plena, llena de emociones, de mucho buen toreo –quizá no todo-, de grandes momentos y de detalles imperecederos. En conjunto la corrida resultó más que entretenida, de esas que se guardan en la memoria, no como tantas otras en las que el tedio y el sopor inundan los tendidos. Hubo cierta predisposición inicial hacia el diestro, ¡lógico, dadas las circunstancias! Hubo bastantes “istas” que quizá sólo pudieron apreciar lo bueno, sin fijarse en que no todo, ni mucho menos, fue perfecto; pero de ahí a denostar, insultar o zaherir injustamente al diestro, me parece a mí que media el abismo de la fosa de Las Marianas. Así lo vio quien subscribe. Gracias.




Rafael Cabrera Bonet