domingo, 30 de octubre de 2011

Mejor espectáculo a precios más bajos

Pasadas las exequias del maestro Chenel, con miles de aficionados dando su adios en directo, y cientos de miles, un adios sentido desde donde nos encontramos cada uno, la noticia de la semana, del mes para algunos, del año para mí, vuelve a retomar con fuerza su sentido. Como no, me refiero a la autoregulación de precios que siete principales plazas de Francia quieren imponer a los mejores pagados del cotarro taurino.

Podríamos volvernos locos desde el punto de vista emocional, y mandar al carajo a estos "gabachos de mierda": ¡Pero qué se creen estos! ¡Que los toros son cultura española, pringaos! ¡Ahora va a resultar que tenéis que decir lo que tienen que hacer nuestras grandes figuras! Y es que, esto torpes francesitos no se enteran de nada, y menos de que los toreros se juegan la vida delante de un toro. Un animal que mata. Y lo hacen jugándose el tipo para deleite de sus ojos ignorantes. Incluso, debemos decir que, hoy en día, al contrario de antaño, los toreros cobran poco dinero. No tenemos más que referenciar dos datos:
El primero, es la diferencia entre lo que cobran los actores del primer espectáculo de masas en el país, el fútbol, y las figuras del segundo, los toros. Es increíble que el mejor futbolista le saque una barbaridad de dinero al año, con impuestos del 24% de beneficios para hacienda, al mejor de los toreros, que paga impuestos según tramos de cobro. Sabemos, que después de José Tomás, que ha llegado a cobrar 70 millones por algún festejo, y que torea unos pocos festejos, los mejor pagados son Ponce, El Juli, Manzanares, El Cid, Perera, Castella, Talavante, Morante, Cayetano y baja el caché sustancialmente a partir de aquí.
En segundo lugar, sabemos que con lo que ganaban los toreros antes, las diferencias eran abismales. Como solemos charlar en nuestras tertulias, cuando alguien nos dice aquello de que 'yo de mayor quiero ser torero,.... ganar mucho dinero, para vivir como yo quiero..", demostramos en un segundo que ganan muchísimo menos que antaño. Ejemplos con El Viti, El Cordobés, y muchos más, que ganaron un millón de las antiguas en los sesenta por una corrida en Madrid. Con eso te podías comprar tres pisos en un barrio normalito de Pamplona. Hoy en día, con lo que cobra El Juli en una corrida en Madrid o en Pamplona no le da para comprar uno de aquellos que entonces estaban nuevecitos, hoy de vieja presencia. Y ya, de la excepción estratosférica de la corrida de Manolete en Insurgentes en 1.947, ni los setenta millones que cobró, dicen, José Tomás en Madrid por una corrida en el 2.008. Y es que con el millón de pesetas, al cambio de los dolares de entonces, Manolete se podía comprar con ese dinero de aquella corrida una dehesa de 800 hectáreas de las zonas privilegiadas de España. ¿Con 420.000 euros da para eso?

Sin embargo, las pretensiones de los franceses no sólo son ecuánimes, sino que una vez más ponen encima de la mesa la verdad por delante. Cosa que España es incapaz de hacer. Y esa no es otra que, las figuras, los Juli, Manzanares, Ponce, Morante, Talavante y demás, no dan el rédito para las arcas del negocio, para el dinero que exigen y se llevan. Y esto, entre otras cosas, guste o no, demuestra que el único torero rentable de los de arriba es José Tomás. Al final un negocio se demuestra en su rentabilidad.

Pero el pensamiento de las siete plazas grandes de Francia va más allá. Y es que, están casados de negociar con apoderados que venden motos, que piensan que Francia es la panacea, el antiguo 'hacer las américas', y exigen un caché con unos perritoros impropios, que en una Francia taurina, hacen rehuir al aficionado, que cosa normal, busca al toro. Y en una Francia, que con la excusa de la crisis o sin ella, ve gradas vacías en días de figuras, cosa que no debiera ser, la lógica impera. La lógica de un negocio, de un arte, que no debe ser suprimido por elevados costes, pero sí lacerado por donde más se desangra. Y esto no es otra cosa que, el normal lance económico de buenos aficionados que quieren hacer bien las cosas.

Y aun más allá, la lógica que imponen desde allende los Pirineos. Y digo esto a resultas de saber y conocer un poco el funcionamiento de la zona sud'ouest de la France taurine. Estas siete plazas quieren bajar ese 20% a los toreros y a las ganaderías a las que pagan más de 60.000 euros y aumentar ese tanto por ciento a los toreros que menos cobran. Y así, en plan Robin Hood, se tapan diciendo que todos se ponen delante de los 'barbas', que si me apuras, los que menos cobran de 'barbas' más terribles, que llenan igual, y que se ahorran mucho dinero quitando el 20% de gran cantidad porque el 20% de lo que dan a otros es una pequeña cantidad.

Obviamente, los intérpretes aludidos han puesto el grito en el cielo. Y en tiempos de apretarse el cinturón, rechazan de plano la idea francesa. Y lejos de valorar si nos encontramos ante alaracas y berrinches, quiero dar una nota aparte en todo este conflicto: Hablamos de ¡siete! plazas francesas. Ya sé que se titulan las principales, pero algunas de ellas han bajado de firme sus llenos debido a una gestión de tierra quemada. Me explico centrándome en la zona cercana y más conocida. De las dos plazas (la crisis tampoco me ha permitido visitar más) francesas que he visitado este año, en Bayona estábamos en familia, a pesar de ser el día principal de fiestas, torear casi tres franceses (estaban dos franceses con el mexicano Adame criado taurinamente allí). Con toros de Fuente Ymbro veía un paisaje desolador en la gradas. Y salvo el fin de semana siguiente con el mini abono cautivo de José Tomás que dio lleno absoluto, Bayona no ha llenado tres cuartos ningún día. Y esta plaza es una de las siete de la discordia.
La otra plaza, la de Ceret, no trae esa gente. No cumple con las figuras, porque su público demanda otras historias, porque su coso no se lo puede permitir, y porque los prohombres no irían a torear lo que allí llega a sus chiqueros. Además no está entre esas 'siete magníficas'.
Y el resultado en Francia es que no se eliminan festejos. Pero la verdad inmutable es que, en las pequeñas localidades, donde la afición es zonal, no local, el toro sigue siendo lo primero, las figuras brillan por su ausencia, las entradas son de gran nota, y lo principal de la verdad, el toro también mata a los toreros de segunda o tercera fila. Y que además, tienen más posibles por su casta y genio de culminar la tragedia, que aquellos borreguitos que siempre se han traído las figuras a Dax, Bayona, Mont de Marsan, Arles o Nimes. Y lo que se debiera demandar es que la bajada de honorarios signifique una bajada sustancial del precio del espectáculo, y a poder ser, elevar la verdad del mismo para que sea un éxito.

Así pues, entonar el 'Vive La France' parece de cajón, una vez más. Y darnos todos cuenta que, está bien que quieran estar en cultura y se alíen y junten los mejores toreros, pero eso, sólo es una foto. Lo principal es que, para defender el arte, el sacrificioy el esfuerzo tenga que ser realizado siempre por el tío de la cartera. Y como dicen en mi tierra, o jugamos todos o rompemos la baraja.

jueves, 27 de octubre de 2011

La vida sigue para todos

Van a pensar que soy insensible. Van a decir que estoy dormido. Otros, que ya lo han escrito en sus comentarios en el pasado, comentarán que fuera de Sanfermines estoy desfasado.

La verdad es que he sentido sobremanera la muerte del maestro Chenel. Posiblemente, no todos los que habéis escuchado la noticia en su momento, lo habéis hecho de manos de una enfermera en una unidad de cuidados intensivos. Ese fue mi caso. Recién intervenido, con multiples dolores y un cuerpo sensible a cualquier movimiento aéreo, recibí la noticia entre lágrimas fáciles por el dolor completo de un cuerpo maltrecho ante la paliza que llevaba ese día. Y en segundos, como ocurre normalmente en estos casos, pasa la vida de uno entremezclado con todo lo referente al gran personaje que fue Antoñete.

El del mechón blanco, que tan poco pudo hacer en sus oportunidades en Pamplona, y que siempre manifestó un señorío como pocos para lo que ocurría en ese extraño coso. De él son las palabras que en Pamplona cuando ocurre algo en el ruedo la gente se pega a este espectáculo y disfruta y cuando no disfruta más en el tendido. Tuvo sus contínuas oportunidades en los sesenta porque en la casa mandaban gente muy partidaria de lo que él hacía. Aun así, todos le dimos la vitola de gran maestro en su resurgimiento, en su segunda juventud. Ahí nos enganchamos algunos al maestro madrileño. Y es que a Manolo Vázquez y a él, les ocurría lo que nos pasó con Rincón, o con el propio Mora el octubre venteño de 2.010: Toreaban diferentes al resto, y con emoción. Y eso es lo que llenaba.
De todas formas no debo decir al viejo maestro más que gracias por haber existido e impartido juicio, señorío y enseñanzas dentro y fuera de los ruedos. Algunos trincones que han vivido a su lado, le han admirado e incluso ayudado en varios momentos de su vida, debieran poder hablar sin parar de su humanidad. Y lo harán. Pero, no sé si aprendieron mucho de sus enseñanzas de vida.

Y mientras pasaba unos días en la planta, informado a todas horas vía tele y prensa, es decir, desinformado, recordaba a Padilla, que estaría por Oviedo mirándose el ojo. Y pensaba porqué los príncipes de España, que pasaron unos días por allí con los premios que da el principado, no se acercaron a saludar al diestro y darle su apoyo. ¡Ya suelen ir a visitar a personajes de menor calado! Y pensaba que después del apoyo de las redes sociales y de la prensa oficial, demostrar el apoyo de todos de manos de las personas que representan a todos no estaba de menos.

Y seguía, dentro de las miles de horas muertas que se pasan entre crucigramas, filosofía taurina de manos de Luis Fernández Salcedo, periódicos y cadenas insulsas de TV, recordaba el cómputo de la oreja de Clarín. ¿Cómo andarán las votaciones? -me decía-. ¿Estará votando gente cabal ó magnificamos el indulto de la anticasta? Y la realidad me devolvía a este mundo. ¡Seguro que todo sigue igual!

Y es ahí. Viendo pasar tu vida. Pensando en el futuro posible del mundo que te cerca a diario. Es en esos momentos cuando suelo pensar que todo lo que consideramos importante en este mundo no vale nada. Lo único interesante de la vida, es ver crecer feliz a tu familia. Y para ello se necesita disfrutar todos los minutos de la vida. Y también, que donde vaya a ocurrir el proceso de tu pasar por este mundo, sea lo más armónico y feliz posible. Por egoísmo. Puramente egoísta es querer que todo lo que te rodea sea bonito y rebosante de felicidad. Sí, es cursi. Pero, realmente es lo que debemos desear. Yo, al menos, lo hago. Por eso no soy envidioso. Me alegro que a la gente le 'vaya bonito'. Siempre nos tocará algo de su alegría. Aunque sea respirar el mismo ambiente optimista.

Y porque la vida es un regalo sin par, con fecha de caducidad, salgo alegre y renovado. Dolorido, eso sí. Y optimista con el futuro que nos espera, porque, con sólo disfrutar de unos minutos parecidos a los que Antoñete logró con Atrevido, valen esperar con ojos despiertos y mente contenta, unas cuantas vidas.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La Tauromaquia y sus antis (Capítulo VIII)


El fin de siglo viene precedido por la muerte prematura del rey Alfonso, una regencia de su esposa María Cristina que le dará un hijo póstumo, varón tras dos hijas mayores que no tendrán derecho a la corona, con innumerables cambios de gobiernos, y el pesimismo del orgullo nacional llevado al extremo. Mientras Europa vive al alza con sus nacionalismos convertidos en países nuevos, la grandeza de las Españas se va desmoronado poco a poco, dando lugar al desastre de la profunda depresión social y cultural. En medio de esa brutal vorágine, la fiesta sigue siendo el refugio del pueblo, su necesidad y elemento escapatorio de la inmundicia en la que se vive. Para más inri, el siglo dejará su estela final inmersa en los desastres de Cuba y Filipinas, demostrando que la España iniciada en tiempo de los Austrias tocaba a su fin.

Son los tiempos de grandes matadores y sus cuadrillas, aunténticos lugares de aprendizaje, que van dando forma a lo que será la fiesta actual. También esos últimos cuarenta años del siglo habrán sido los de la normación del festejo, la inclusión del mismo en el ministerio de Gobernación. Esto será la cumplimentación final de los parámetros fiscalizadores que a lo largo del siguiente siglo darán forma legal a todo el entramado taúrico.


Al igual que el pueblo español, sus intelectuales se han dividido históricamente entre partidarios y detractores de las corridas de toros. Las críticas de algunos ilustrados a la Fiesta, la recuperaron luego los escritores de la Generación del 98 que, en un principio, la veían como síntoma del atraso español. Un ejemplo notable de esta época fue el escritor antitaurino Eugenio Nöel, que vinculaba los toros a lo que denominaba «crímenes de raza»: el pasodoble, «el cante jondo, y las canalladas del baile flamenco que tiene por cómplice la guitarra, el género chico, ese delirio de diversión, de asueto, que caracteriza a nuestro pueblo». Para el escritor madrileño, la Fiesta se reducía a sangre, crueldad y porquería y, en su opinión, era síntoma de la «libertad del pueblo español de poder hacer lo que le dé la gana». Otra de las acusaciones de Eugenio Noel contra las corridas es «la funesta cualidad de ser el único rasgo enteramente nacional; sólo la afición a los toros une las regiones y hace andaluz al éuscaro y extremeño al catalán y castellano al andaluz».


Entre los grandes notables de esa generación de ilustres, unos fueron ardorosos seguidores del arte sin fin, como Ortega y Gasset o Valle-Inclán entre otros, mientras tanto Azorín, como Unamuno, dejarán bien a las claras, su rechazo al espectáculo del pueblo. Sin llegar a declararse antitaurinos, ni regodearse en su rechazo, buscando prosélitos, sí aparece en ellos un componente más animal, al rechazar lo que se vive en la arena, por aborrecimiento de lo que allá ocurre. Famosa es la frase de Unamuno que han tomado los modernos antis como adalid de su lucha, sin que aquél lo deseara.


 Dijo el famoso rector de Salamanca, el bilbaíno Unamuno: “Siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros”.

Y así, a caballo entre dos siglos, cuando la Fiesta va a recibir sus mayores revoluciones, la frustración de algunos notables sobre la España atrasada en la que viven y el deseo a parecerse a una Europa nueva, sembrarán el germen de la nueva concepción de antitaurinismo. Ya no será porque no es juego para nobles, o porque el humano pueda morir sin su extremaunción. Y aunque sigue la idea económica latente, el retraso del pueblo español respecto a Europa, cada vez más urbanita y obrera, frente a la rural nacional, y la idea de los intelectuales de una España europeizada, nos encontramos, por primera vez en la historia de los detractores de la Fiesta, el componente antitaurino per se, es decir, la aberración del festejo sin obrar otra intención que no sea el sentimiento particular. Esos paladines del animalismo actual, sin embargo, no buscarán la abolición de la Tauromaquia. Simplemente, a título personal, sabedores de su eco social, mostrarán su público rechazo a lo que no aprecian.

viernes, 21 de octubre de 2011

Errores verus Aciertos

Siguiendo el hilo de un coñazo de anuncio, porque está sonando a todas horas, o al menos cada vez que se me ocurre encender la televisión generalista, y por mensajes que se suceden en el twitter este fin de temporada, quiero dar mi opinión sobre determinados aspectos del ganado de lidia actual:

Creer que unos encastes dan toros bravos y que en otros sólo salen toros mansos: ERROR!!

Esperar que cada tarde, sea el encaste que sea, salen toros de la muy ilustre especie 'ganado de lidia' y que el torero debe salir a la plaza a manifestar su escuela para enseñar lo que cada uno lleva dentro: ACIERTO!!

Creer que los toros bravos son, únicamente, aquellos capaces de estar en la muleta de un artista veinte minutos pasando sin parar, embobados con los picos y panzas de la franela: ERROR!!

Esperar que el burel, sea de la condición que sea, lleve aparejada la lidia correcta, con un matador dispuesto a sacrificar su propia estima para lograrlo: ACIERTO!!

Dudar el ganadero o el mayoral, a priori, de determinado animal que llevan en un lote a una plaza: ERROR!!

Esperar el aficionado que todo lo que se trae a una plaza, debe ser apto para la lidia, correcto en sus hechuras y caras, y que en caso contrario debe ser devuelto por incorriente: ACIERTO!!

Creer que determinadas figuras como Ponce, Cayetano, Manzanares o Talavante, son la verdadera ciencia, la piedra angular de este arte: ERROR!!

Esperar que los actores principales se comporten siempre y en todo lugar como este año lo han hecho toreros como David Mora, Fandiño o Urdiales: ACIERTO!!

Y ..................................., etc.

La Oreja de oro de 'Clarín'

Encuestas en RTVE

Elige la 'Oreja de Oro' 2011

¿Qué torero debe llevarse la 'Oreja de Oro'' 2011?

20-10-2011 El programa Clarín concede la 'Oreja de Oro' 2011. ¿Qué torero la merece?
Encuesta vinculada a : Tú eliges la 'Oreja de Oro' de Clarín
Morante de la Puebla
5.3%5.3%
El Juli
3.2%3.2%
José Tomás
3.2%3.2%
José María Manzanares
74.7%74.7%
El Cid
0.0%0.0%
David Mora
6.3%6.3%
Alejandro Talavante
5.3%5.3%
Iván Fandiño
2.1%2.1%
Daniel Luque
0.0%0.0
Así van por ahora los parciales de votos en quién es merecedor de la oreja de Oro que cada año entrega el programa Clarín de la Radio Nacional.
Estupefacto me deja que Manzanares se lo vaya a llevar de calle, habiendo dos tíos con más pelotas que el resto juntos, y que son los que los aficionados esperamos con más interés el próximo ciclo. Imagino que saben de sobra a quienes me refiero.
Por otro lado, veo que impera la lógica del buen gusto cuando alguno de los nombres propuetos por el programa no han arrancado de su posición inicial, ya que no debieran, siquiera, estar ahí representados.
¡A votar! y que la mayoría decida, aunque ya parece claro.

La Tauromaquia y sus antis (Capítulo VII)



La normación continua, da claro ejemplo del interés que despierta en el pueblo la fiesta, con un rey interesado por este festejo, y que le hará ser parte de la misma. Al normar y acortar el número de animales, el festejo ganará en interés para los espectadores, que ya no habrán de soportar lidias de innumerables reses, y que podrán disfrutar más de los toros que salen de toriles. Al disminuir el número de toros se permite apurar mucho más las condiciones de cada animal, lucirlo más, el toro será mejor colocado en la suerte de varas, y ello permitirá aquilatar más su condición de bravura o mansedumbre; y probablemente también se alarga la lidia con ello, permitiendo torear más con el capote y probablemente con la muleta.

Mientras tanto, los espectáculos taurinos también se celebraban en otros lugares de Europa. Así, en Inglaterra eran frecuentes los bull-baitings, peleas entre perros y toros. Sin embargo éstas prácticas fueron prohibidas en 1824, el mismo año en que se fundó The Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals. Todavía hoy se celebran corridas de toros en Francia y Portugal.

Pero sin lugar a dudas el hecho que viene a revolucionar la tauromaquia de este primer tercio del siglo XIX es la aparición de Francisco Montes Paquiro. Montes había pasado fugazmente por la recién creada Escuela de Tauromaquia de Sevilla, que Fernando VII, promovió personalmente, casi a la par que se decretaba el cierre de las Universidades de todo el reino. La Escuela fue creada por Real Orden de 14 de noviembre de 1830, disponiendo el rey que su primer profesor fuese el anciano Pedro Romero, y que a sus órdenes actuase, como segundo maestro, Jerónimo José Cándido. Montes no entró como un simple alumno, sino que se apuntó a la misma, según Pedro Romero “para acabar de perfeccionarse para matar”. Fuese como fuera, desde que Montes aparece en Madrid, a comienzos de 1831, pasa a ocupar lo más alto del escalafón taurino. Despierta los mayores entusiasmos entre los públicos donde quiera que va, y motiva un interés por el espectáculo que hacía muchos años que no se conocía. En apenas uno o dos años era ya, sin discusión, el primer torero de España.

A parte de eso, el propio Fernando VII, será una de las partes de la testamentaria de José Vicente Vázquez, parte que a posteriori será comprada por el Duque de Veragua. El rey nefasto, tuvo una sola hija, que hará que cambie las leyes de la legítima sucesión para que reine, desde niña con el nombre de Isabel II. Dejando a un lado la execrable situación de contínua guerra y revolución, apasionante por otro lado, y centrándonos en nuestro planeta toros, las décadas de la monarquía de la reina, dan fiesta y color, por la pasión de la corte por los toros. Son los años de Paquiro a Lagartijo y Frascuelo. No obstante, surgía con frecuencia en el Parlamento español el debate de la prohibición o no de los festejos.

Podemos relatar uno a uno esos intentos de los muchos ilustres prebostes del momento que se les ocurría acabar con la fiesta nacional, en pro siempre del atraso que ello les suponía a esos ilustres, cegados por el devenir de Europa, donde las Españas se quedaban atrás. Ante ellos, el no ir contra el pueblo, e incluso, encontrarse con primeros ministros y adelantados del país, siendo ganaderos proveedores de la tauromaquia del momento, ofrecía a la Fiesta la mejor de sus garantías, su seguido progreso para que no peligrara su interés, y mucho menos su camino al progreso.

Terminado el reinado de Isabel II, pasado los fugaces de Amadeo de Saboya y la I República, llega el reinado de Alfonso XII, con la última guerra carlista de por medio. Incluso en esos tiempos convulsos, se produce un nuevo intento de prohibición cuando el Marqués de San Carlos propuso a los diputados la prohibición de las corridas de toros. Se rechazó la propuesta pues se consideraba que sería demasiado impopular: era la época de Lagartijo y Frascuelo.

jueves, 20 de octubre de 2011

Este no es el camino a seguir

Consumando infamias, uno no sabe qué pensar sobre qué es mejor dentro de las puñaladas que se le da al arte de La Tauromaquia. Me paro a pensar antes de seguir adelante, porque igual mis palabras no son las adecuadas, y sigo como si no hubiera hecho tal parada. Recuerdan aquello que decimos cuando la vida nos ha golpeado vez tras vez, que ya no me callo, que estoy por encima del bien y del mal. No es que sea mi caso, o piense exactamente así. Pero, prefiero pecar de largón en contra de lo que entiendo como malas praxis, que correcto caballero con olor al tufillo que ayudo a esconder.

Si la prohibición catalana parece lo máximo, creo que es peor los atajos que se implantan sobre el arte en el círculo mágico para terminar por desvirtuar, sobrecogedoramente, el verdadero ser del Arte de la Vida y la Muerte. Si ya llevo lustros demostrando mi repugnancia por la abominación de la corrida portuguesa, imaginen mi pesar cuando en una ciudad con una feria tan interesante, y con una afición comprometida, el 'mierda' de su alcalde se carga la tradición e implanta la corrida sin muerte. Me refiero a Quito, claro está.

No recuerdo por completo la de saliva que habré usado poniendo a parir la burla que el señor don bull quería implantar en la América yanki. No puedo olvidar la tristeza pasada en el vecino luso viendo agonizar en corral más de 30 horas a un hermoso toro que había dado todo hasta que los forcados lo habían domeñado y empujado a esas pajas entre paredes, a la espera de la llegada del camión del matadero, que aun lo tenía que transportar ochenta kilómetros hasta llegar a su 'muerte digna'. Pero claro, esto no es barbaridad. Aquí no pasa nada entre el animalismo, porque como no lo ve la gente ¡ojos que no ven, corazón que no siente! Pero, los que vemos esas cosas ¡qué! ¿No se nos puede desgarrar el corazón? ¿Estamos obligados a silenciar esta barbaridad por el bien de una fiesta pervertida? Porque sepan que la respuesta que nos da el taurinismo unido es que mejor eso que nada. Yo, sin embargo, prefiero que no hagan nada, a que maqueen, perviertan, abominen la realidad de la tragedia. Para gustos los colores.

Si los antis consiguieron con la gorra, dicho es, echando pipas, es decir, con total facilidad, 450.000 firmas para la ILP anti de Barcelona, y nosotros en seis meses, 'los super aficionados de España y su Fiesta Nacional', los que económicamente organizamos y procuramos el desarrollo del segundo evento estatal, nos vemos incapaces de sumar 500.000 firmas para la ILP taurina que queremos llevar al Congreso de la nación.
En Quito, el pasado año se decidió convertir la gran feria de Jesús del Gran Poder, en el poder perdido por la lucha del gran alcalde de la ciudad, que convertido por el fenómeno anglosajón del animalismo, ha conseguido la llamada corrida incruenta. Y de esta forma, este año, los toros que sean lidiados en la capital de Ecuador, no serán muertos por la espada de sus contrarios. Tendrán que ser llevados a los corrales. Y allí deberán esperar el fin de la corrida, y luego, amablemente e imagino que a besos y caricias, un matarife dará buena cuenta de ellos. Y a mí, lo cruento me resulta esta abominación. Tanto para el toro en sí, que debe esperar una agonizante muerte, como para toda La Tauromaquia, al permitir que su arte supremo sea mancillado por la no lucha de hombre contra bestia, y por la imposibilidad de la consumación del arte, de la consagración del misterio. Para los católicos sería como que se eliminara la Ultima Cena, y ya no se tomara el cuerpo y la sangre de Cristo porque es aberrante hacerlo. Y para más inri, la no muerte es la mayor vejación que se puede hacer al animal, creado, nacido y criado para demostrar su grandeza, y morir en la plaza. No a oscuras en una nave junto a miles de hermanos.

Al final, bordeamos la barrera de la dignidad. A mi juicio, que las figuras, y las no figuras, cualquier torero que se precie, traguen y participen en esta 'seudofiesta' es ayudar a la finiquitación de la misma. Y es que, cuando la rematadamente mal llamada 'corrida incruenta' se vaya haciendo un hueco, como fuera lo habitual y lo normal, desaparecerá la auténtica. Y ese día, un propio vivirá de sus recuerdos y sus vídeos. Lo digo, porque entonces no me pillarán en una plaza, pagando y alentando lo que considero una abominación. Y creo, que toreros, apoderados y ganaderos debieran mirárselo. Porque, no tengo ninguna duda, que ese no es el camino a seguir.

lunes, 17 de octubre de 2011

IX Aula de Tauromaquia de la Unicersidad San Pablo - CEU

AULA DE TAUROMAQUIA
UNIVERSIDAD SAN PABLO - C.E.U.
CURSO ACADÉMICO 2011 - 2012

DESARROLLO DEL PRIMER TRIMESTRE


- Miércoles, 26 de Octubre de 2011. (19.00 horas)

Presentación del XI Aula de Tauromaquia y del libro “Tauromaquias vividas” (CEU Ediciones, 2011).
Dª. Ana Rodríguez Agüero, Directora de CEU Ediciones.
D. Rafael Cabrera Bonet. Director del Aula de Tauromaquia CEU-San Pablo.


- Jueves, 3 de Noviembre de 2011. (19.30 horas)

D. Arsenio Enrique Martí. Miembro de la Unión de Bibliófilos Taurinos. Apoderado y ex diestro.
“Miedo y valor de los toreros”.


- Jueves, 10 de Noviembre de 2011. (19.30 horas)

Dª. Beatriz Badorrey Martín. Vicerrectora de la UNED. Profesora de Historia del Derecho.
“Los niños Bienvenida: la consolidación de la dinastía”.

Tras la conferencia se proyectarán imágenes y películas sobre los miembros de la dinastía a cargo de la Filmoteca José H. Gan a cargo de D. Domingo Estringana.


- Jueves, 17 de Noviembre de 2011. (19.30 horas)

D. Rafael Cabrera Bonet. Presidente de la UBT. Director del Aula de Tauromaquia CEU.
“Prevalencia de los encastes en el ganado de lidia actual”.


- Jueves, 24 de Noviembre de 2011. (19.30 horas)

D. Valentín Moreno Gallego. Bibliotecario del Real Palacio. Miembro de la UBT.
“Las fiestas de toros y su defensa en un memorial inédito de 1570”.


- Jueves, 1 de Diciembre de 2011. (19.30 horas)

D. Francisco Javier Jiménez Blanco. Veterinario. Miembro de la Directiva de VETASE.
“Instalaciones en el manejo del ganado de lidia”.


- Jueves, 15 de Diciembre de 2011. (19.30 horas)
D. Francisco Javier Pérez Millán. Investigador taurino. Responsable del blog “encastesbravos”.
“El encaste vazqueño, los eslabones perdidos”.


Las conferencias se celebrarán en el Aula 2.06 de la Facultad de Derecho

(Julián Romea, 22; Edificio Biblioteca),

a las 19.30 horas, con entrada libre y gratuita.

sábado, 15 de octubre de 2011

La Tauromaquia y sus antis (Capítulo VI)


 Son tiempos de cambio. Con la Ilustración, El Siglo de las Luces europeo, la sedición de las colonias americanas contra la Corona inglesa, la Revolución francesa..., llegan diferentes formas de entender la vida. Desde el mayor desprecio por ella, hasta el máximo deseo de considerar las bondades humanas; desde el apogeo de la abominación exclavista, hasta la consideración de la igualdad entre hombres. Y en esos momentos tan convulsos, se llega al final del S. XVIII.

En España, se ha vivido tiempos convulsos entre el pueblo y la Corte, y tras motines contra Esquilache, enfrentamientos contra el poder de Godoy, el populacho ve en los toros, su gran fiesta. Como todo en este mundo también la época gloriosa del enfrentamiento taurino entre Romero, Costillares y Pepe-Hillo, tocó a su fin, coincidiendo con el del siglo. Tras la retirada de Romero en 1799, el fallecimiento de Costillares en 1800 (aunque ya llevaba media década sin torear) y la cruel muerte de Pepe-Hillo en 1801 (en la plaza de Madrid, fruto de una brutal cornada), la fiesta entra en un cierto periodo de decadencia, de la que no lograrán sacarla los matadores que andaban a la sombra de los tres grandes astros. Y, en seguida, a propuesta del Conde de Montarco y con el visto bueno del Consejo de Castilla, el Rey Carlos IV decretará la más firme suspensión política de los festejos en 1805, prohibición de la que ya no se escapa plaza alguna, ni aun la de Madrid. Han vencido las ideas económicas y políticas contra el divertimiento y el sentimiento del pueblo.

Tendría que llegar un monarca extranjero, impuesto como rey español por el tirano Napoleón, para retomar la costumbre de las corridas de toros. Se organizaron, en esta ocasión, para la proclamación de su propio hermano don José Bonaparte. En la plaza de toros de Madrid, y no en la Plaza Mayor como era habitual, se previeron dos festejos en julio de 1808, los días 27 y 30, aunque éste último jamás se celebraría por la precipitada huida del monarca francés tras la derrota de las águilas francesas en tierras de Bailén, y la llegada a la Corte de tan gratas nuevas para los patriotas. Y en apenas menos de un mes volverán las corridas a la misma plaza de toros, ahora para proclamar al auténtico Rey de los españoles: Fernando VII. Después se organizaría una breve temporada, pero a finales de año vuelve a ser ocupada la Corte, tras la batalla de Somosierra, por las tropas francesas al mando del propio Emperador, que se mantendrán en la misma varios años. En ellos, y bajo dominio francés, sólo se celebrarán toros en Madrid, con alguna honrosa pero puntual excepción, y nada destacable sucede en los festejos, ni de carácter técnico ni artístico, digno de ser mencionado en estas breves líneas.

Finalizada la Guerra de la Independencia contra los franceses, la fiesta recupera su normalidad, aquella que tenía antes de la prohibición de 1805. Nada más regresar Fernando VII de su cautiverio en tierras francesas, en 1814, le organizaría Madrid cuatro festejos “para festejar el feliz regreso de Su Majestad”. En ellas, una vez más en la plaza de toros, y no en la Plaza Mayor, no hubo nada notable, si no fue el entusiasmo del público madrileño y el adorno del coso.

 En estos años iniciales del siglo XIX aun permanecen en activo algunos ganaderos famosos anteriores a la prohibición de 1805, como Vicente José Vázquez, José Rafael Cabrera, Fernando Freire, el Conde de Vistahermosa, Francisco Gallardo, Juan y Pedro Zapata, entre los andaluces; Bernabé del Águila, Diego y Álvaro Muñoz Pereiro, o Hermenegildo Díaz Hidalgo, entre los manchegos; Francisco Javier Guendulain , Fausto Joaquín Zalduendo, entre los navarros; el Marqués de Castrojanillos o Juan Núñez, entre los de Castilla la Vieja, y desde luego un amplio número de ganaderos de prestigio entre los que crían sus reses en las proximidades de las Corte, como pudieran serlo Manuel Aleas, Vicente Perdiguero, Julián de Fuentes o Manuel Bañuelos.



Los festejos siguen contando con un importante número de reses por día, en lidias muchas veces de mañana y tarde, tal y como se practicaban desde el siglo XVII. Pero en estos años comienza un lento declive en el número de toros, muchas veces sólo en sesiones vespertinas. En Madrid, por ejemplo, el número varía habitualmente de catorce a dieciséis, en mañana y tarde. Pero, empiezan a darse ya algunos festejos en los que sólo se juegan toros por la tarde, aunque en ese lustro posterior a la salida de los franceses, aún no es lo habitual. En 1821 una Real Orden de 29 de marzo, autoriza que se puedan celebrar sólo festejos vespertinos, ello sólo se produciría durante las once corridas de ese año en Madrid, lidiando ocho reses en cada una. En 1822 se recuperaría aun el festejo tradicional de mañana y tarde, con más de una docena de toros por fiesta. Alternarían en los siguientes años los festejos de mañana y tarde con los vespertinos, y, definitivamente, a partir de la sexta corrida de 1828 se instauraría la media corrida, desapareciendo casi por completo los festejos matutinos.

jueves, 13 de octubre de 2011

El Pilar, por los suelos

La Feria del Pilar comenzó suscitando las miradas de todos, bien porque había posibles, bien por la desgracia sucedida con Juan. El asunto es que, todo el orbe taurino se volvió y se enceló ante la desgracia. Y le empezamos a dar valor al esfuerzo de los esforzados, de los gladiadores de verdad. Ver a las 24 horas tras la catástrofe, a luchadores como Marín, David Mora y el local Alvarez, nos hizo ver el peligro latente, la entrega, la lucha de estos increíbles sacerdotes. Y de las lágrimas de Abellán, el primero en tener que enfrentarse al desgraciado percance de Juan, hasta los siguientes días de los anteriores, de los Fandiños y demás, los ojos y la mente están en Zaragoza. Vivimos a caballos entre nuestros quehaceres y el Miguel Servet, donde el loco Padilla demuestra una vez la pasta de sus entrañas.

Y todo mística, todo magia, sufrimiento y esfuerzo, la zaragozana pilarica se volvía el centro de La Tauromaquia, a pesar de la ruina de entrada del coso Pignatelli. Y es que la cruda realidad de la cogida, los esfuerzos de sus compañeros eran magia.
Magia hasta la llegada de los de siempre, los 'numbers one'. Los que consiguen estética y arte plástico con el movimiento de la tonta del bote. Y en dos días y pico, han tirado por tierra la Verdad, la Fuerza, el sentido de la mística que se produce en el círculo mágico. Todo ello, adobado por el sebo de los señores de la banda 'molesplus'.

La infamia ha vuelto a hacerse con las riendas de otra feria. La mentira y el impulso vomitivo llega por los ojos al resto de los sentidos, y ayer, ya se acabó el acobóse. Al quinto bis, noveno de la tarde, el maestro de Triana, seguido a coro por el rey de la comunicación taurina, terminaron doblándose, postrándose de hinojos, ante la falsedad que corroe la fiesta por dentro. a Perera, - no le bajes la mano, llévalo a media altura que si no se cae - dice el maestro de Triana.  - No le bajes la mano, ni lo tires, que no hay más toros, y este tiene que seguir sí o sí - apostilla el del bigote. En ese momento, 19'41 hrs., decido levantarme y mandar a la mierda la seudocorrida. Vale más tomar una cerveza con la doña que seguir en esta tortura.

Y bajaba y me acordaba de Juan. Y como Oscar, su hermano, ya había largado todo, recordaba la conversación con el amigo Iñaki, del pasado sábado, cuando salía de la UCI de compartir un rato con su amigo Juan José. Ahí me contaba que había coincidido con mucha gente: toreros, la familia, los apoderados, amigos varios. Y después de pulsar los sentimientos de Lidia y el resto de allegados, Juan que le quiere ver y charlar un ratito con su Iñaki. Un poco más desmoralizado de lo que hace ver al resto de gente, a la que anima sin parar, como si ellos fueran los enfermos, que le cuenta su pesar, y que se resiste a que ese 'hijoputa' haya terminado con su vida guerrera. Aunque ya lo menta y lo piensa como posible. Mañana a planta (por el domingo) y la próxima semana me las piro para casa, le cuenta al bueno del González. Sigue comentando que ya han quedado con un oftalmólogo de Oviedo que debe ser la caña, y que hay un cirujano en Sevilla especializado en lo facial, que dicen que es un virguero. '¡Encima navarro! Así que igual que aquel navarro que me dejó de puta madre lo del cuello, otro me tiene que dejar esto aun mejor'. Y es que Juan está ansioso por largarse y comenzar la recuperación cuanto antes, que el tiempo transcurre y debe cumplir con sus contratos. Y ahí está Toño, su apoderado, que se despide a medio en gritos, exigiéndole que se comporte, que haga lo que dicen los médicos y que no se arranque las guías y se vaya a casa. Y es que Juan ha hecho muchas de las suyas. Estando convaleciente, se iba a entrenar cuando debía estar en cama. O se ponía a torear saltando por encima de los médicos. Y es que Juan, será mejor torero, o peor, o teatrero, o peculiar, o lo que sea que quieran o cataloguen. Pero Juan, ese ciclón, ese loco Padilla, es un gladiador honrado que lucha con Toros, y les plantea batalla. Y eso hace que cuando se junta con la tonta del bote, por ejemplo en la feria de su pueblo, se vea a un torero desconcertado y desdibujado. Y es que el 'patillas' de Padilla, illa, illa, maravilla tiene su jungla, sus partidarios y su gente, que debieramos ser todos, postrados ante un honrado sacerdote del misterio que ha comulgado con la sangre hasta treinta y cinco veces. Y seguirá como pueda. Igual sólo por quitar el record de cincuenta y ocho cornadas de Puerta. Porque, cuando vuelva, lo hará como la primera vez. Sin pensar en la cara, los muslos, el cuello, la barriga o la clavícula.

Pero, llegado al lugar del poteo, aun seguía mascullando que estos mierdas de consentidos buscadores de la perla estética sin movimento brusco, no podían tirar por suelo una feria, dignificada por el valor y la sangre de un guerrillero. No deben poder con el grito unánime del mes. #fuerzapadilla.

martes, 11 de octubre de 2011

La Tauromaquia y sus antis (Capítulo V)

De la presunta taurofobia del rey Felipe V, que a pesar de ello, desde su entrada a España tuvo que aceptar festejos en su honor por doquier que pasaba, excusando su asistencia en los que podía, no vino una prohibición expresa. Más bien, al contrario, según veníamos comentando en el pasado capítulo, se fue ordenando y organizando una fiesta tumultuosa, en una ordenada lidia. Abandonado el barroquismo anárquico, llegamos al racionalismo ilustrado, que norma poco a poco, en los años del S. XVIII, lo que serán las definitivas modalidades de la tauromaquia, tan diversas y variadas en el primer tercio, y que, poco a poco, llegan al embrión de lo que hoy en día son.

Con el impass de Luis I, hijo de Felipe, en quien abdicó, para luego retomar la corona, el longevo rey moriría dejando heredero a un Fernando VI, que si no era taurófilo, sí que permitió y agrandó los festejos, dándose con mucha asiduidad, incluso en las cercanías de sus reales dependencias. Y la literatura taurina, las reseñas de sus eventos, las normas sobre el funcionamiento de las diferentes suertes, fue en aumento. Pero, en la Ilustración racional, tiempo en que España estuvo cerca del pensamiento europeo, también sucedió lo contrario. La corriente humanista europea, cada vez menos rural, más preocupada por la naturaleza del hombre que por su bienestar, trajo nuevamente el prohibicionismo a la Fiesta. Alrededor del nuevo festejo se recrudece la polémica de la licitud de las funciones de toros, y desde el punto de vista ilustrado importa menos su licitud moral o la defensa de las posibles vidas humanas en peligro (evidencia de que la mortandad que se producía a fines de la Edad Media y comienzos de la Moderna, había desaparecido prácticamente por completo), como los elementos económicos y políticos (pérdida de productividad y jornales por asistencia a las corridas; matanza de toros y caballos y perjuicios con ello a la agricultura, transporte, alimentación y economía; cuestiones de orden público y moralidad de la mezcla de sexos en la plaza; mala instrucción para el pueblo llano, etc.). Las polémicas se encienden y multiplican en la prensa escrita del momento, que está desarrollándose con notable fuerza en la segunda mitad del siglo ilustrado.
La crítica ilustrada obtuvo al fin sus frutos, y a finales de siglo consiguió que se prohibiesen parcialmente las fiestas de toros en España. En 1778 una Real Orden de Carlos III dio el primer paso en el intento prohibicionista; en 1783 el mismo Carlos III excusó que se hiciesen fiestas de toros o novillos por el nacimiento de los Infantes Carlos y Felipe; en 1785, por Pragmática Sanción, se prohibieron definitivamente todas las corridas cuyo destino económico no fuese a fin de utilidad pública o piadosa, lo que produjo la suspensión de las corridas durante bastantes años en poblaciones de honda costumbre, como por ejemplo en Sevilla (hasta que se reanudaron en 1793) o Valencia (a pesar de que las organizaba el Ayuntamiento para el Hospital General, no se reanudaron hasta 1793). Se repetiría la prohibición en 1787 (por Real Decreto), 1790 y 1791, buena prueba de que en muchos lugares de España la misma no se tuvo en cuenta, y se acogieron a los mencionados “fines de utilidad pública” que la norma de 1785 exceptuaba.

Pero la corrida moderna, a esas alturas, ya había penetrado hondamente en el carácter y espíritu del español medio, y pese a que Jovellanos afirmase que el espectáculo no era propiamente nacional, ya que sólo se daba asiduamente en Madrid y Cádiz, es verdad, por el contrario, que abundaban los festejos por los cuatro rincones de la península, aunque quizá sólo de manera esporádica. Un par de fiestas al año, hasta cuatro o pocas más, era lo acostumbrado en la mayor parte de las capitales de provincia, lo que no impedía que el pueblo anhelase verlas con mayor profusión. Junto a ello, los nombres de sus protagonistas, tanto de picadores como de toreros a pie, se hacen habituales en las conversaciones de cualquier población. La fama de muchos de aquellos lidiadores es superior a la de escritores, dramaturgos o artistas de Bellas Artes. Desde mediados del siglo esos hombres se solicitan por las mejores plazas, y a ellas acuden para aumentar su fama, porque en ellas se dan mayor número de festejos y porque, también, se paga habitualmente mejor. Como decíamos, en torno a las temporadas de Cádiz (y Sevilla) o Madrid, se agrupan las cuadrillas más notables. Nombres como los de Lorencillo, los hermanos Palomo, Melchor Calderón, los Martincho, Juanito Apiñani, Diego del Álamo, Juan Miguel y Joaquín Rodríguez (tío y padre de Costillares, respectivamente), Juan Romero (progenitor de Pedro, José y Antonio) o José Cándido (padre, a su vez, de Jerónimo José Cándido) se harán notablemente populares en las décadas de los años 50, 60 y 70.

Y ya en el último cuarto del siglo aparecerán las tres primeras grandes figuras de la tauromaquia moderna, de su primera edad dorada: Joaquín Rodríguez Costillares, Pedro Romero y José Delgado Pepe-Hillo. Se producirá un enfrentamiento entre Romero y Costillares, desde 1775 en que se presenta el primero en Madrid, y en la propia plaza de la Corte, y entre Romero y Pepe-Hillo, a finales de la misma década, probablemente iniciado en Cádiz. Lid o competencia, no tanto en el ámbito personal como en el técnico y estético, que se verá reflejado en cartas y conversaciones privadas, como la que se deduce de la lectura de la correspondencia del pintor Bayeu con su amigo Zapater, sobre los partidos y preferencias suyas –a favor de Costillares- o de su cuñado, el también pintor, de fama universal, Francisco de Goya, ferviente partidario en los años 70 y 80 de Pedro Romero; o en la misma prensa del momento, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década de los 80. En los periódicos madrileños del momento se leerán opiniones, cartas, sonetos o epigramas en tono al mayor valor de uno u otro, incluso de José Delgado y excepcionalmente de otro torero menos conocido, de Cádiz, Juan Conde.


En ese ambiente febril por la tauromaquia, de pasiones que se agitan en torno a los tres grandes toreros del momento, surgen las primeras crónicas taurinas modernas. Por vez primera, y tímidamente aparecerán en la publicación mensual titulada Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid. El Memorial se publicó desde 1784 hasta 1791, y tras una breve suspensión gubernativa volvería a ver la luz en 1793.

domingo, 9 de octubre de 2011

¡Esto es pasarse, sra. Otero!

Julia Otero: "Cómo puede un taurino querer a sus hijos tras ver la muerte de un toro!!"

Esto roza el escándalo. Me he quedado sin palabras. Al menos decentes para la vista y el oído. Luego he recordado a mi extensísima familia. El amor de mi abuela a sus hijos y 38 nietos. Y todo ello, después de ver corridas de toros, que junto a las novelas de Corín Tellado eran su pasión, al final de sus muchos años. El amor de mi madre a sus muchos hijos y sus treinta nietos. Y seguiría con la familia y con los muchos amigos que tengo, pero dar más datos, no me vale más que uno. Desde que nacieron, mis hijos viven felices entre toros. En corrales, plazas, y por supuesto, en el campo. Han visto matar toros desde que nacieron. No tienen ningún trauma. No son violentos. Son unos chicos sanos, maduros y con una responsabilidad impropia -me dicen- para la edad que tienen.

Y sólo por ellos, sin pensar en nadie más, gallego catalana, te digo en voz alta y bien fuerte, que no tienes ni sabes lo que es la vergüenza, y que esa frase es más dura e insultante que cualquiera de las de la Rahola, o de tu compañero Herrera. Pero, claro, para alguien como tú que no sabe lo que es la familia tradicional, ¿ cómo vas a reconocer la costumbre, el acervo cultural de un pueblo?

sábado, 8 de octubre de 2011

Tarde redonda en Zaragoza

La tarde empezó con la amargura de volver, en menos de veinticuatro horas, el paseillo donde ocurrió ayer la culminación de la tragedia. El final de la de ayer, y las noticias que seguían, nos dejaban helados, sobrecogidos, con las pupilas llorosas. Recuerdo intentar escribir algo, y no poder articular frase alguna. Mis charlas con nuestro común amigo Iñaki, que estaba aun en su trabajo y le iba informando de todo lo que ocurría, desde la enfermería hasta el hospital, hacían que mis lágrimas afloraran. Y es que, Iñaki, amigo de Juan José desde hace muchos años, estaba muy tocado. Algunos recordarán el capotillo de paseo que Padilla llevaba el domingo 10 de Julio. Ese hermoso capote con San Fermín en su espalda, regalo del amigo Iñaki, al que más tarde el 'ciclón' brindóle el toro de Miura. Orgullo de amigos, y que hacía que Iñaki, cerrara el negocio y se planteará salir zumbando hacia la capital maña. Aunque lo primero era hablar con Lidia, su esposa, y ponerse a su disposición.

Esta mañana, a eso de las ocho, sabedores del parte, de lo complicado de la situación, un rayo de esperanza iluminaba el día. Padilla es de otro mundo. Seguro que, no sólo sale adelante, sino que además volverá a los ruedos. Sobre ese pensamiento, comenzaba a divagar, frase a frase, no sé si creyéndolo por necesidad personal, o acaso, porque 'el ciclón de Jerez' es mucho 'ciclón, y le sobra casta por arrobas.

Y comenzó el festejo pilarico, con tres gentes con hambre y ganas. Cada uno, en su medida, quería dar lo suyo. Demostrar porqué son toreros, porqué son de otra pasta. Y es que tiene que ser muy duro, viendo como un compañero podía haber dado por terminado su carrera en esa misma arena salir a la plaza como si nada hubiera ocurrido. Marín, que ayer estuvo en medio de toda la historia, comenzaba desplegando con gusto el capote, y enseguida, brindaba ante las cámaras del plus, por la buena suerte del maestro. Repetían Alvarez y Mora.

Al final de todo, veíamos un gran festejo, con toros de Antonio Bañuelos de buena corte, nobles los de Marín, con buena raza y condición los de Alvarez, y más duros y ásperos los de Mora. Los de este último, tercero y sexto, que antes de entrar al caballo intentó saltar las tablas, inciertos y sin posibles al pensamiento de aficionados, público y locutores, pero que fueron citados por la muleta más poderosa del momento. Y es que, cuando un toro complica la lidia, que es lo que debe hacer, y aparece un matador que se los quiere comer, David Mora, llega la emoción y la mística de la transmisión.

Pero, alejado del resultado de los trofeos, hay varios momentos que han dado luz y alegría a la tarde. Y no me refiero a lo bien que han estado los 'toros del frío'. Tampoco a las buenas intenciones de Marín y Alvarez. Ni siquiera al portentoso faenón de Mora en el tercero, ni las dos increíbles primeras series de su sexto. Hoy, lo más grande han sido las buenas noticias que llegaban desde el hospital.

Primero, la fuerza de convicción de 'panaderito de Jerez', padre del 'ciclón', en que su hijo salía sí ó sí. Luego, Toño Matilla, que comenta que el matador se ha despertado y que le ha pedido que no cancele las corridas contratadas en América, que estará dispuesto. Más tarde, Mora, visiblemente enfadado por la no consecución de su merecida segunda oreja en el tercero, que decía que había faltado sensibilidad y correción en el palco, ante la gran petición del público, y no por el tema de las orejas de marras, sino porque, después de lo ocurrido ni hacía veinticuatro horas, no se podía escatimar los esfuerzos de estos gladiadores. Y recordaba a Padilla, sin parar.

Y, sin duda, hoy ha sido una tarde redonda. Por la corrida que hemos visto. Por la sensibilidad de la plaza, del twitter. Pero, sobretodo, porque Juan José va p'alante. Y como decía en el pasado post, con este hombre, 'escapa guadañas', no se puede acertar. Y hasta Molés, como si hubiera leído lo que escribía esta mañana, al final de la tarde ha dicho que veremos a Padilla, aunque sea con parche en el ojo izquierdo, salir a torear a una plaza. Y, ahora aun más, creo que por encima de un deseo, va a ser una realidad. Y por eso, #fuerzapadilla.

Fuerza Padilla



Parte médico oficial distribuido por el centro hospitalario:

El matador Juan José Padilla ingresó con 'fractura de tercio medio facial, con herida que abarca desde zona cervical retroarticular izquierda con desinserción de conducto auditivo externo, zona temporal hasta canto interno de ojo izquierdo, con afectación de ambos párpados. A nivel óseo, presenta fractura con minuta de complejo orbitozigomatomalar izquierdo con proptosis ocular y fractura de apófisis coronoides mandibular y huesos propios nasales'.
Con este cuadro clínico, el equipo médico ha sometido al diestro a una operación que se ha alargado durante varias horas y en la que han logrado detener la hemorragia y reconstruir el complejo palpedral y lacrimal, si bien no ha sido posible reconstruir el nervio facial izquierdo, lo que le ha provocado la parálisis de este hemisferio del rostro.

Todo esto, en román paladino, viene a decirnos, que el 'ciclón de Jerez', es muy difícil que recupere la visión del ojo izquierdo, al igual que la movilidad facial de dicho lado, porque la cornada afectó gravemente al nervio facial y no han podido reconstruirlo.

Alegría, porque, una vez más, Padilla se ha salvado de un nuevo golpe de la señora de la guadaña. Miedo y congoja, por las imágenes vividas, patentes aun en la retina. Y tristeza, mucha tristeza, por ver, de nuevo, la carrera del gladiador infatigable, terminada.

Y es que no es la primera vez que Juan José se encuentra en esta tesitura. Desde que le conocí en 1.999, nuevo, acercado a un grupo de corredores del encierro, vía mi amigo Pepe, y su esposa Clara, embajadores de los sanfermines en su tierra, y las personas en las que se cobijaba el joven y tímido matador, hasta el día de ayer, donde el violentador de toros, chulesco como ninguno, controvertido a lo largo de su carrera por muchas historias, que elevaron y bajaron su caché ante el aficionado, según fueran pasando, sólo ponía de acuerdo a todos, público y aficionado, en los cojones que le echaba al asunto, y cómo daba la cara. ¡Y vaya si la dio! Porque ayer mismo, se la partió una vez más, sólo que esta vez la literalidad de la frase es correcta.

No es momento de contar historias vividas con Juan José, ni de recordar amigos comunes, que lo están pasando mal. Ni siquiera de hablar de sus extravagancias. Es tiempo de estar con él, y esperar la pronta recuperación de un torero que brega, lidia y pelea con honradez, con su capacidad, siempre, siempre con la más fea. Aunque no puedo olvidar la cogida de aquel Miura, entrando delante mía a matar, mientras retransmitía la corrida para la COPE, en aquel momento, y anunciábamos que ¡ojo! que Padilla se la va a jugar, quiere entrar recto y no tiene escapatoria entre las velas de este Miura, y efectivamente, salió prendido del pitón derecho del mismo colgado por el cuello, en lo que todos pensamos el final de su vida. Aquello fue remediado por Angel Hidalgo y su equipo. Y Padilla volvió. Ahora, el equipo del Servet, nos ha dado este parte, que augura en fin de una loca, dura, honrada y exitosa carrera.
Tantas veces viste la muerte, tantas volviste a tu faena, por eso, contigo, Juan José, es difícil  acertar. Igual, recuperado, en vez de montera antigua de los tiempos de Paquiro, que te dieron el nombre de Mickey Mouse, pongas sombrero pirata, a juego con tu parche, y te llamemos Jack Sparrow. El caso, es que te recuperes y vuelvas a la fiesta, porque, aunque seas de otra época, gente como tú, son necesarias en todas.

jueves, 6 de octubre de 2011

Julia en la tarde, a lo suyo

Ayer por la tarde, acompañaba a mi padre a pechar con algunas fatigas en la finquita, aprovechando los estertores de este extraño verano, que se nos ha metido fuerte en el otoño, dejando seco, terrenos y mentes. Charlábamos de la Rahola, él sin saber ni leer, que no lo hace, lo que escribo en el blog. Y no porque por octogenario avanzado no maneje la red, que hasta eso lo hace a diario, sin piedad, rebuscando las noticias por diarios digitales, y leyendo algunos página a página, pero a través de la pantalla.
Me hablaba de la buena señora, cuando pone la radio, y suena en su coche Julia Otero en su programa de Onda Cero. ¡Apaga eso! -le digo- Me mira, y no me hace caso. Ya sabe que mi pasión taurina me prohibe oirla aunque tenga relaciones laborales con esa empresa. Ël es menos pasional. Más reacio a muchas cosas. Obviamente, nostálgico de lo que vio y vivió, que no se parece en nada a este simulacro de toro -me dice-, pero sigue escuchando a la gallegocatalana que se estira al verbo con el antiguo Lehendakari Ardanza, que habla de muchas historias pasadas, y dice que la ETA se formó para pelear contra Franco, lo cual la Otero recibe asintiendo, y... ¡apagón! Justo cuando iba a escuchar algún resbalón por parte de ambos, el silencio se hace eco. El hombre que sigue al volante, y yo con la tranquilidad de copiloto en 'su carretera', que sigo charlando de la Rahola, y su relación con la tarde de Julia, y que me extraña que le hayan echado de la cadena, sin contar con la opinión de la Otero. Y el hombre que me apostilla: "con lo que se gasta esta niña, mañana está en la radio..." Y ahí, entre frases cortas sobre el tema, que nos llegamos hasta la puerta de casa, y marchamos a nuestras labores.

Y mira por donde, que ya sabemos por lo comentado hace un rato por la Otero en su magazine vespertino que la Rahola seguirá. Y ahora, más caña que darán, las coaligadas contra la injusticia de la libertad de expresión. Libertad que no respetan, ni en las mentiras que usan en sus artículos, ni en el arte que nosotros, los aficionados, vivimos y deseamos.

En fon, que será problema de Vdes. pero, lo siento por la cadena, pero mientras esa buena mujer ande por sus estudios, largando por la alcachofa lo que le sale de la... (otra parte que acompaña rica a la buena verdura de la ribera navarra) un propio no la escuchará. Ni he vuelto a comprar productos que anuncia, aunque fuera parte importante de lo que desayunaban mis hijos. ¡Empresas hay de todo! Y esa es la verdadera fuerza que puedo hacer, como aficionado, para que estas personas no puedan con mi enfermedad. Y les conmino a hacer lo mismo, y no tener miedo a decirlo, con nombres y apellidos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Pilar Rahola, historiadora taurina

Pilar Rahola, la gran nacionalista que vive de España, de sus instituciones y sus medios de comunicación, ha escrito un artículo en la Vanguardia, respondiendo a Carlos Herrera sobre una frase, igual un poco exagerada o desafortunada, pero que expresaba un cabreo por lo que ocurría en el fin de los toros en Barcelona. Decía Herrera que la prohibición de los toros le remite a "toda esa chusma y a toda esa basura nacionalista".
Al contrataque, la política catalana escribía cosas como estas:

"Por supuesto, el debate de los toros es enconado, especialmente para aquellos que no lo mezclamos con ningún bandera (también luchamos contra los correbous) y sólo queremos una sociedad más piadosa y más digna. En Catalunya, en Madrid, en tu bella Sevilla y en la China popular. Te diría, además, que el discurso nacionalista sobre los toros lo estáis haciendo desde el otro lado del puente aéreo, confundiendo un polémico espectáculo con la esencia española. ¿O tenemos que recordar que el concepto de "fiesta nacional" lo inventó Franco? ¿O recordamos que España tiene una larguísima tradición de gentes contrarias a las corridas, pasando por tres reyes –Felipe V, Fernando VII y Carlos III– y acabando con la generación del 98, muy crítica con esa carnicería? ¿O recordamos que dos papas llegaron a prohibir la fiesta porque no casaba con los valores cristianos? Pero nada de esto es importante, porque donde haya una "basura catalana" para darle en el cogote, ¿para qué hablar con propiedad? Es igual que la absoluta mayoría de catalanes esté en contra, que lo esté la mayoría del Parlament y que la prohibición recoja una iniciativa popular de miles de firmas. Es igual, porque lo que huele a catalán, cuando no casa con según qué consignas, siempre es perverso. Un colega tuyo ha llegado a tildarnos de nazis, aunque no es la primera vez que esta ignominia ocurre. Y respecto a ti, ¿es necesario insultar a centenares de miles de personas porque no cuadran con tus gustos?"

No entro a valorar su artículo. Sólo voy a desmontar la certeza que ha escrito, porque es incorrecto lo expuesto en este párrafo. Además, yo defiendo los toros sin agarrarme a ninguna bandera, como dice que hacemos los aficionados. Cosa, que es mentira generalizarnos.
Primero, el término 'fiesta nacional' no es de Franco. Ya se utiliza en los siglos anteriores, con miles de referencias en escritos desde el Siglo de Oro hasta nuestros días. De hecho, los propios mexicanos, también llaman al espectáculo 'fiesta nacional'. Sería largo valorar el uso del mismo en tiempos de la dictadura del general Franco, pero, aunque pudiera hacerlo suyo, es anterior.

En segundo lugar, habla de la tradición de gente contraria a las corridas, pone como ejemplo a tres reyes, sin valorar, leer, ni estudiar cómo fue aquello.
Siempre hemos oído que Felipe V fue tarufóbico y prohibicionista, y es incierto. Nada prohibió, respecto a los toros. Nacido en el palacio de Versalles, no conocía la cultura española, pero la admitió y la respetó. Sí que hizo que en sus primeros veintidós años de reinado (casi nada) los juegos de los nobles con los toros fueran relegados como algo propio de la Corte. Y ya se sabe, las modas de la corte van y vienen según los gustos de los absolutistas monarcas. Pero, eso fue el embrión del concepto actual del festejo.
Fernando VII, no sólo no prohibió, sino que reglamentó y normó el festejo, fue ganadero de la testamentaria de José Vicente Vázquez, y para remate, cuando prohibió las Universidades, creo la Escuela de Tauromaquia en 1.830 con el viejo Romero como maestro principal y de la que su primer adelantado fue Francisco Montes 'Paquiro'.
Carlos III, rey de Nápoles, hijo de italiana, ilustrado europeo, sí prohibió la fiesta en determinadas condiciones, y lo hizo varios años, no pudiendo cercenar el deseo de los vascos y andaluces, catalanes y valencianos, aragoneses y madrileños, que bajo el subterfugio de obras de caridad, seguían disfrutando de festejos matinales y vespertinos, de 12 a 14 toros 'encierrados' en cada evento.

En tercer lugar dice que la generación del 98 fue muy crítica con esa carnicería. En ningún momento fue tratado así, pero no sé si se refiere a Valle Inclán, Ortega y Gasset, Baroja, o es que se queda con la frase de Unamuno "siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros".  El detractor de primeros del S. XX, Eugenio Noel
vinculaba los toros a lo que denominaba «crímenes de raza»: el pasodoble, «el cante jondo, y las canalladas del baile flamenco que tiene por cómplice la guitarra, el género chico, ese delirio de diversión, de asueto, que caracteriza a nuestro pueblo». Para el escritor madrileño, la Fiesta se reducía a sangre, crueldad y porquería y, en su opinión, era síntoma de la «libertad del pueblo español de poder hacer lo que le dé la gana». Otra de las acusaciones de Eugenio Noel contra las corridas es «la funesta cualidad de ser el único rasgo enteramente nacional; sólo la afición a los toros une las regiones y hace andaluz al éuscaro y extremeño al catalán y castellano al andaluz». ¿Por qué no ha escrito o puesto esto Sra. Rahola? ¿le da miedo que este antitaurino le deje mal en su nacionalismo catalán, o en su invención de que fue Franco el de la fiesta nacional? ¿O le molesta que este 'docto' madrileño aborrezca los toros porque demuestra la libertad del pueblo? Será, que mezclar a todos los habitantes de todas las regiones en la misma palabra - españoles - y dejar al pueblo el goce de su libertad, no pegan con su idea de lo que debe ser la igualdad y la libertad.

Hablar de papas varios con prohibiciones es hablar generalizando. Sólo ha habido una bula general, del papa Pío V el 1 de noviembre de 1.567, que fue revocada a los pocos años, ante la insistencia del rey Felipe II, que fue revocada por el siguiente papa. Hubo prohibiciones expresas, como la hecha a la Universidad de Salamanca en 1.585 por Gregorio XIII pero no llegaron a más. Y es que, eso que dice Vd. que fue por valores morales que no concuerdan con el cristianismo no casa con la lectura de dicha prohibición. Léala, y verá que todos los problemas de esos 'benditos' clérigos, contrarios a la fiesta del toro, se referían a la posible muerte del humano sin confesión, ni extremaunción, que le llevaría al infierno. Nunca se habla del animal y su presunto maltrato. Habla de la seguridad en la salvación de las almas de Cristo.

Así que lea, infórmese y escriba lo que quiera, pero que sea certero. Y utilice todas las palabras. Sean a su favor o en su contra.
Y, siento que le hayan echado de Onda Cero por este artículo. Pero, sepa que quien siembra vientos......

La Tauromaquia y sus antis (Capítulo IV)


La llegada al trono de Felipe V, que traía una educación y unas costumbres muy distintas de las de los Habsburgo, supuso un brusco enfriamiento de la pasión taurina animadora y sustentadora de la afición entre los nobles, debido a que el primer Borbón manifestó en repetidas ocasiones su desdén hacia las fiestas de toros. Pero el paulatino protagonismo que, frente a las reses bravas, habían ido adquiriendo los peones desde el siglo anterior, aliado con el gusto que habían tomado algunos caballeros a ejecutar la suerte suprema a pie y armados con un estoque, propició que el toreo, lejos de declinar en la concepción colectiva de la fiesta popular y callejera, fuese adquiriendo una supremacía que movió al pueblo a anteponerlo a cualquier otro género de diversión o espectáculo.
En efecto, el acercamiento al toro y el consiguiente riesgo que imponía el uso del rejón (frente a la distancia protectora que la lanza permitía guardar al caballero) fue provocando cada vez más derribos y caídas, percances cuyo número, además, se acrecentó por culpa de ese afán de arriesgar que, por competir con los demás, exhibían en sus alardes los caballeros rejoneadores. Todo ello dio lugar, por una parte, a la constante actuación de los mozos de a pie, que pronto comenzaron a rivalizar entre sí para ver quién de ellos imprimía mayor mando, gracia o presteza al vuelo de sus capas salvadoras; y por otro lado, a la utilización de su espada por parte de aquellos caballeros que, viéndose derribados de su montura y en un trance tan desairado como peligroso, tenían que recurrir al auxilio de su acero para defenderse de la rabiosa acometida del un morlaco enfurecido y, en casi todos estos lances, castigado en su piel y en su bravura.


Podemos hablar de un rey antitaurino, o por contra, de un francés, que después de las luchas de sucesión habidas en los diferentes reinos de España, llega al poder, sin conocimiento ni causa de los gustos de 'su' pueblo. Dejando a un lado la política desplegada en esa primera década del S. XVIII, con los recortes de derechos en los reinos que se posicionaron a favor del archiduque Carlos, nos encontramos con la segunda gran batalla contra tal costumbre. El rey, que es el más longevo como tal, en la historia de España, dio orden, y prohibición, a la nobleza, para actuar en dichos festejos. Si con ello, podemos dar por finalizado el arte del Rejoneo, muy al contrario. El resultado fue la vuelta al pueblo de su fiesta, en su totalidad. Cierto es, que el rejoneo quedó, poco a poco, postergado o relegado a un segundo plano. Dicha prohibición u orden, no fue escrita ni expresa, pero tácitamente, la nueva Corte fue olvidando, poco a poco, esas fiestas, y llega la nueva era de los de a pie, alejados de los cortesanos, pero arraigados en un pueblo que los vive y siente como suyos.


Agotado ya el fervor que la afición dispensaba a los últimos caballeros rejoneadores (don Jerónimo de Olaso, don Luis de la Peña Terrones y don Bernardino Canal, todos ellos del primer cuarto del siglo XVIII), surgió un puñado de valientes que decidieron cargar, toreando a pie y sin la compañía de jinetes, con todo el peso de la corrida, que por aquel entonces se reducía casi exclusivamente a dar muerte a los toros. De algunos de ellos sólo queda memoria de su nombre, apodo o lugar de origen (así, "Potra, el de Talavera"; Godoy, "El Extremeño"; "el fraile de Pinto"; "el fraile del Rastro"; Lorenzo Manuel, "Lorencillo"; etc.); pero de otros, como es el caso de Francisco Romero, abuelo del colosal matador rondeño Pedro Romero, hay noticias más que curiosas. Siempre según Moratín padre, fue él quien formalizó la suerte de entrar a matar con estoque y muleta, practicando los rudimentos de lo que más tarde se llamó matar recibiendo:
"Por este tiempo [1726] empezó a sobresalir a pie Francisco Romero, el de Ronda, que fue de los primeros que perfeccionaron este arte usando de la muletilla, esperando al toro cara a cara y a pie firme, y matándolo cuerpo a cuerpo; y era una cierta ceremonia que el que esto hacía llevaba calzón y coleto de ante, correón ceñido y mangas atacadas de terciopelo negro para resistir las cornadas [...]. Así empezó el estoquear, y en cuantos libros se hallan escritos en prosa y verso sobre el asunto no se halla noticia de ningún estoqueador, habiendo tanta de los caballeros, de los capeadores, de los chulos, de los parches y de la lanzada a pie, y aun de los criollos, que enmaromaron la primera vez al toro en la plaza de Madrid, en tiempo de Felipe IV".

Para entonces, lo que parecía un retroceso, un olvido de la Fiesta preferida por la casa reinante en los anteriores siglos, se convertirá, por contra, en el resurgir, renacer y creación de una nueva futura formulación de las reglas taurinas, de las castas ganaderas y del fundamento de lo que hoy concebimos como arte.

lunes, 3 de octubre de 2011

La Tauromaquia y sus antis (Capítulo III)

 
No podemos dar por hecho, que la seguridad que ejerce la protección de la Corona, sea excluyente de los movimientos contrarios a los festejos de toros. Al contrario, son muchos los movimientos entre principales de la Iglesia porque se derogue estas prácticas, que como vimos en el anterior capítulo venían dadas por el sentimiento humano, no por el animalismo actual. Y es que, decían esos 'buenos prelados' que de la muerte en las plazas, sin confesión, ni bula, el infierno les llevaría atrapados, perdiéndose por tal locura, de Cristo, nuestro Dios, su rebaño.

Así las cosas, los partidarios de la prohibición, viendo que las autoridades civiles no podían ni querían dictar leyes que vedaran las fiestas de toros, recurrieron al amparo de la Iglesia; y, alegando las ya apuntadas razones de carácter humanitario, consiguieron que el Papa Pío V promulgara, con fecha del 1 de noviembre de 1567, una bula que amenazaba con la excomunión de "los príncipes cristianos" que permitieran en sus territorios los enfrentamientos entre hombres y fieras (con explícita alusión a los toros bravos). El Papa, so pretexto de "apartar a los fieles de todo el mismo rebaño de los peligros de los cuerpos y también del daño de las almas", proveía a través de dicha bula que se negara la sepultura cristiana a quienes resultasen muertos a raíz de cualquier ejercicio taurino, y prohibía expresamente a los clérigos -"así regulares como seglares"- que estuviesen presentes "en los dichos espectáculos". Asimismo, vedaba Pío V la solemnización de festividades cristianas por medio de las corridas de toros.

Esta fue la primera y más clara batalla en contra de los festejos con toros que se daban. La conmoción que provocó el contenido de esta bula papal tuvo tales efectos entre los súbditos del Felipe II, que el propio monarca se creyó en la obligación de exigir ante el nuevo Papa Gregorio XIII una revisión y un levantamiento de estas estrictas prohibiciones y de los severos castigos que su incumplimiento acarreaba (especialmente entre el estamento eclesiástico, donde, por cierto, había una gran cantidad de aficionados). Así, el 25 de agosto de 1575, sólo ocho años después de la tajante bula de Pío V, Gregorio XIII promulgaba otra bula cuyo contenido levantó esta vez las iras de los prohibicionistas:
"Nosotros, inclinados por las suplicaciones del dicho rey don Felipe, que en esta parte humildemente se nos hicieron, por las presentes con autoridad apostólica revocamos y quitamos las penas de descomunión, anatema y entredicho y otras eclisiásticas [sic] sentencias y censuras contenidas en la constitución del dicho nuestro predecesor, y esto cuanto a los legos y los fieles soldados solamente, de cualquier orden militar, aunque tenían encomiendas o beneficios de las dichas órdenes, con tal que los dichos fieles soldados no sean ordenados de orden sacra, y que los juegos de toros no se hagan en día de fiesta [...]".

Quedaba, pues, libre la participación de los legos en las fiestas de toros, pero no así la concurrencia a ellas de los discriminados aficionados eclesiásticos. Ello originó no pocas tensiones y altercados entre los muchos clérigos que, con bula y sin bula, siguieron acudiendo a los juegos de toros, y los pocos que, habilitados por la sanción papal, se empecinaban en perseguirlos y denunciarlos. Cuando, a 14 de abril de 1586, el Papa Sixto V promulgó una constitución apostólica recordando la vigencia y validez de las disposiciones de sus predecesores, y censurando acremente el comportamiento de los clérigos que presenciaban las corridas de toros y de los teólogos que los exoneraban de culpa, el Obispo de Salamanca -a quien va dirigida esta declaración pontificia- creyó tener en su mano la llave que le permitiría clausurar los festejos taurinos en su diócesis. En efecto, don Jerónimo Manrique Aguayo, Obispo de Salamanca y uno de los más enconados detractores de la fiesta de toros en la segunda mitad del siglo XVI, se había escandalizado de que "algunos lectores de esta Universidad de Salamanca enseñan y afirman que las dichas personas eclesiásticas pueden ver dichos espectáculos y agitación de toros sin pecado"; y había apelado a la suprema autoridad de Sixto V para que el Sumo Pontífice recordase por escrito la prohibición que afectaba al estamento eclesiástico. Con la respuesta papal en la mano, se dirigió a la Universidad de Salamanca (que, por aquel entonces, llegó a tener una partida presupuestaria para afrontar los gastos originados por las fiestas de toros convocadas para celebrar los doctorados) y exigió que en ella se vedasen estos festejos taurinos y, sobre todo, que sus teólogos no disculpasen a los clérigos que concurrían en ellos. La respuesta de don Sancho Dávila, Rector de la Universidad, hizo ver a las claras al Obispo que, por muchas constituciones apostólicas que trajera, la batalla contra la afición taurina la tenía perdida de antemano:
"Porque si el Señor Obispo quiere, como pretende, meterse en castigar estudiantes que tengan los dichos requisitos, demás de ser contra las Constituciones y Estatutos de la Universidad, los estudiantes es gente moza e inconsiderada en semejantes ocasiones, y que no sufrirá tener tantos jueces; y a la primera ocasión que se le ofrezca, como son muchos, se revolverá toda la Universidad y Ciudad".
Respuesta clara y tajante, muy similar a la que emitió don Luis de Góngora cuando, siendo racionero en Córdoba, había sido acusado de asistir a los toros y llevar una vida demasiado relajada -cuando no disoluta- para un componente del coro catedralicio:
"Si vi los toros que hubo en la Corredera, las fiestas de año pasado, fue por saber iban a ellos personas de más años y más órdenes que yo, y que tendrán más obligaciones de tener y entender mejor los motus propios de Su Santidad".

De todo ello se infiere que la prohibición fue considerada por casi todos los clérigos -a excepción de algún abolicionista furibundo y exaltado- como una orden escrita en papel mojado, por mucho plomo con que la dignificase el sello pontificio; y, sobre todo, que la tradición y la costumbre siempre han pesado más que cualquier ordenanza civil o eclesiástica, aun en una época en la que lo usual en España era defender con el mismo ahínco a Roma y al Imperio de Su Católica Majestad (contrástese esta "desobediencia torera" con la feroz militancia contrarreformista de casi todos los españoles, y se apreciará claramente el peso específico del toreo en su idiosincrasia). Don Luis de Góngora pudo seguir asistiendo a cuantas fiestas de toros le plugo ver (como quedó después testimoniado en su soneto dedicado al marqués de Velada, "herido de un toro que mató luego a cuchilladas", y en sus décimas "A don Gaspar de Aspeleta, a quien derribó un toro en unas fiestas"); y el resto de los ingenios del Reino -clérigos o legos- se aplicó del mismo modo a celebrar por escrito las hazañas toreras de la nobleza.

Pero no faltó algún poeta anónimo que llorara también las cogidas mortales de aquellos mozos de a pie que auxiliaban a los nobles dentro de los cosos, prestos a hacer el quite con su capa cuando los derribos de los caballeros así lo exigían. A través de ellos sabemos, por ejemplo, que una cornada de caballo acabó con el humilde, pero célebre, Manuel Sánchez, "el de Monleón":
"Compañeros, yo me muero;
amigos, estoy muy malo;
tres pañuelos tengo dentro,
y este que meto son cuatro".

Al margen del curioso método utilizado entonces para taponar la herida y calibrar la profundidad de la cornada, este romance muestra también que la importancia de los susodichos auxiliares de a pie va creciendo a medida que avanza el siglo XVII. La fiesta de toros siguió gozando de magnífica salud, abarrotando plazas mayores durante todo este siglo, y concretándose, ya casi en los albores del siguiente, en larguísimos espectáculos matutinos y vespertinos que, lejos de hastiar a los aficionados, fueron preparando el terreno para la formulación y consolidación del toreo moderno en el siglo XVIII..

Última de Otoño

Ayer no pude ver la corrida de toros de Adolfo Martín a su hora. Al final acabé viendo a trozos por la noche, y lo que más me llenó, sin duda, fueron los catorce capotazos y la estocada de la faena de justo el año anterior de Juan Mora, que Molés tuvo a bien repetir. Como hacen con todo, repetir, y repetir. Lo que ocurre es que algunas cosas, se pueden ver mil veces y no cansar. Son las menos, pero al final eso es el arte. Esencia en frasco pequeño.
De la corrida, creo que alguien como Enrique Martín lo ha escrito a las mil maravillas, en su blog 'torosgradaseis', el cual les conmino a visitar y leer. Ahí dejo el enlace, que también lo tienen entre mis blogs destacados.

http://torosgradaseis.blogspot.com/2011/10/no-hay-que-fiarse-de-las-apariencias.html

P.D. Aún no he escrito nada sobre el sábado, pero es que aun digiero la épica de lo ocurrido. Dos veces he visto el festejo, y sigo sacando nuevas palabras, por lo que creo deberé dejarlo para la inspiración del final de temporada, como una de las cosas más grandes, y a tener en cuenta la próxima anualidad.

sábado, 1 de octubre de 2011

Madrid, los toros se han dejado hacer

Madrid, 30 de septiembre. Feria de Otoño. Una gran entrada, llena de expectativas. Los papeles de la #lluviadetwitts llenan los tendidos, uniendo a todos en la defensa de la fiesta, incluido a los oficiales televisivos del molésplus que nos tran a casa imágenes y sonidos, de lo que todos esperamos un buen festejo.
¿Todos? No, todos no. Solo, con el portátil en mis rodillas, sigo los preámbulos ante un cartel repetitivo y una ganadería que sigue en Madrid, pase lo que pase, y que no llama la atención para los colegas, incapaces de hacer ni cinco kilómetros para venirse hasta el sillón del salón. ¡Vamos hombre! ¡Otra vez! Y no vienen ni con la merienda de cebo. Y es que, es viernes, y hace un tiempo increible, después de lo visto por estos lares, el pasado verano.

La corrida, al final, no ha cumplido las expectativas creadas ni por los toreros. Los tres, El Cid, Castella y Perera, dicen que en my buena forma.
Un Cid, que sigue teniendo la fortuna de cara, a la hora de coger los papelitos, en el sorteo matinal. Un Cid, que torea a arreones, que no está ni de lejos como el que nos enamoró, aunque se le vea metido en faena en sus dos toros, que a la postre fueron los más aptos para la lidia. Hablamos de un gran cuarto toro, después de decir que el primero se rajó. Cierto, que se rajó, pero ninguno entró en varas, ni apretó en condiciones de hablar de un toro bravo. El cuarto, su segundo de lote, fue bien lidiado, bien bregado, bien capoteado, banderilleado, y recibió algunos buenos pases por izquierda y derecha, jaleado por sus amables fans al micrófono.
Digo algunos, porque en una serie de siete naturales, - primero hacia afuera, segundo perfilero pata atrás, tercero enganchado, cuarto ligado, quinto sublime, sexto hacia afuera y remate de desprecio mirando al tendido - hemos visto de todo. Y en los derechazos, verticales dicen, ha llevado toreado al burel en escasas ocasiones. A un animal, que enseguida todos han llamado bravo, de vuelta al ruedo, pero que no se ha empleado al caballo, y su látigo no ha sido otra cosa, que salir al trote, pronto, y con fijación, a la muleta presentada. Eso sí. Donde se la han puesto, aunque no estuviera ni bien colocado el matador, ha ido.
Luego lo de siempre. Espadazo al que se rajó. Fallo injustificado al que calienta las gradas. Y Manuel Jesús, que se lamenta y no puede dejar de pensar en lo perdido. Perder, perder, nada comparado con las grandes gestas que ya ha hecho por doquier. Y ¿ganar? Si ya tiene su caché de figura, está en todas las ferias haga lo que haga. Pero sí. Él sabe que ha perdido una oportunidad. La suya. La de sentirse en la cima, torero maestro, admirado otra vez en la primera del mundo. En pocas palabras,el engorde del ego, tan necesario para estos hombres.

Perera y Castella, Castella y Perera. Pajuno, abstraído y clónico el francés, que ya se iba a brindar a los medios sin haber hecho nada, ni haber toro para ello, y pitado, despierta, se da cuenta que está en Las Ventas y deja caer la montera a mitad de camino y se va a por el toro. ¡Hombre! Es que para torear le pagan. Por su parte, el pacente, nos deleitó con todos los quietismos y pases por aquí, pases por allá de técnica continua, pero no supo parar un manso que pedía lidia guerrera en tablas, e ir allí, torearlo in que se le vaya a cada pase hacia tablas.

No sé, para qué escribo semejante peyorata. Lo digo de verdad. Eliminen todo lo anterior, y desdde la primera línea, donde hablamos de gran expectativa continúo en una frase, que además no es mía.
Antes del sexto bis, entrevistado Adolfo Martín, al final le preguntan por la corrida y dice: Tarde sosa, un poco aburrida, con unos toros que han dejado hacer y estar a los toreros. ¡Esa es la verdad! Lo dice un ganadero de un ganado que llaman 'duro'. Los toros no han puesto un solo aprieto, no han dado ningún peligro, se han dejado y han recibido pase tras pase. Eso sí, emoción, cero. Y lo peor de todo, una vez más los de la tele oficial. A fin de temporada hablaremos de las perlas que se largan, que algunas acojonan al más 'pintao'.