domingo, 6 de julio de 2014

EL PARRALEJO EN PAMPLONA

Echó andar al atardecer del 5 de Julio el abono de los Sanfermines que empiezan con la novillada y los rejones antes de meternos en faena en la Feria del Toro.
Presidía mi compadre Juan Ignacio Ganuza que atendió a las peticiones del público, muy jaranero, con ganas de ver toros y que llenaba en más de tres cuartos la Monumental. Muchos niños, lo cual es buen síntoma. A pesar de los veintisiete idiotas que por la mañana se manifestaban en la plaza del Ayuntamiento llamándonos torturadores, entre otras perlas, la tarde, bastante plomiza y bochornosa, tenía buena pinta.

Un menda volvía a las cabinas desde donde tocaba radiar las corridas para el 101.9 FM, dial que en esta tierra ocupa Radió Marca. Con el gran Paco Roncalés a mi diestra, y sin nadie que nos hiciera la competencia, comenzamos con fuerza y ganas contando y desgranando la casa de El Parralejo, de la cual, según me dicen, formo parte. Avisando con honradez de mi cariño por mi amigo Pepe Moya, amistad muy anterior a su deseo cumplido de ser ganadero, intenté describir lo que acontecía y ser lo más ecuánime posible.

Y observando lo ocurrido ayer, sin haber leído nada ni a nadie, ya sé quienes abran puesto bien la tarde que echaron sus bureles, y quienes la bajarán de nota porque sólo desean verle marchar de esta ciudad. Y si hay justicia por lo hecho, deben preparar otro lote para el próximo año. O toda la camada porque el festejo comenzó con el "protagonista habitual" haciendo y deshaciendo. Me refiero, como no, al equipo veterinario del Gobierno de Navarra.

Utreros descartados, que quieren novillos más toros, cuando la orden hace un mes fue que pararan de comer que estaban por encima de los quinientos. Creo que mis fotos lo decían todo. El tiempo, aviso ya, va a escurrir todas las camadas. Y con un 1 y un 35, sobre todo, con una gran nota en su reata, fuera de juego empezó el festejo con dos bastotes castaños lidiados en primer y segundo lugar. Y el primero, ese 40 que no me gustaba nada, sirvió. Quizás es que no esperábamos gran cosa. O más bien fue en las manos que cayó.

Al llegar al tercero, a mi juicio empezaba el utrero. Y salió un 7 de bandera. Había grandes expectativas en este muchachote, y en contra de la ley de Murphy, las cumplió en exceso. Un tercero que fue lo mejor de la tarde, que llevaba un cortijo, decían antaño, entre sus pitones, y que no pudo rematar el novillero la faena, acabando en la enfermería al haberse cortado con la espada.

El cuarto de gran calidad, en las manos de un desatado Borja Jiménez dieron el momento álgido de la tarde, con ratos de locura, emoción y borrachera generalizada entre un público que aplaudía a rabiar. El colofón fue la vuelta al ruedo. Esa tarde, en el Club Taurino, tomando el trago previo para no "atascar la garganta", delante de mucha gente y entre risas me decía el asesor 'artístico' que le dijera a mi amigo que la vuelta al ruedo se cotizaba con tres jamones de esos de al lado de su casa, oseasé de Jabugo. Así que ya sabes Pepe. En silencio y sin que se entere nadie, toma nota.

El quinto cumplió y el sexto volvió a ser un buen novillo, y lo bueno es que la gente disfrutó. Salió por la puerta dando botes, y mi compi de alcachofa que me pregunta al final de la corrida, a público escuchante si vamos a ver algo mejor esta feria. Me gustaría, le dije, pero lo dudo.

Y de los bípedos ¿qué?

Inmenso Borja Jiménez. ¡Hambre! Cómo le ha cambiado la vida a este chaval en un par de meses. De estar expectante y aburrido de no pillar a ser llamado a matar los fuenteymbros en Sevilla, dar un golpe en la mesa, y venir a Pamplona y comerse el escalafón. Lo tiene todo para triunfar en esto. Pero le doy un toque: chaval, no te conformes con tres orejas. Aunque el burel no fuera el tuyo, ese sexto tenías que haberlo crujido.

Francisco José Espada pechó lo peor de la tarde. Ese feo y destartalado castaño era más un barbas y, aunque no se comía a nadie, fue lo esperado. Y el quinto, más parado y simplón tampoco le dejó enseñarnos toda su técnica. Pero, es que técnica tienen todos, y la diferencia la pone el corazón.

Posada de Maravillas pasó a la enfermería cuando entró a matar. Topó con el pitón derecho del 7 al irse lineal hacia él y pensamos en la plaza que había llegado a los 'blandos'. El caso es que a la segunda entrada se cortó con la espada, al resbalarle la mano por la fuerza y el ímpetu, en la muñeca y se ha hecho una avería de aúpa. Arteria, tendones, venas...y el hospital de la plaza en marcha a las primeras de cambio. Le dejamos sin examinar.

Hacia años que no se daba un cartel tan rematado. El triunfador de Sevilla, el de Madrid y el de Pamplona el año anterior juntos con novillos de El Parralejo en su cuarta comparecencia y con el petardo sobre volando la plaza. Cuatro años y cumple con éxito. Estos fuenteymbros de Zufre y Borja Jiménez ya han triunfado. Ahora, el resto.


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