La Feria del Pilar comenzó suscitando las miradas de todos, bien porque había posibles, bien por la desgracia sucedida con Juan. El asunto es que, todo el orbe taurino se volvió y se enceló ante la desgracia. Y le empezamos a dar valor al esfuerzo de los esforzados, de los gladiadores de verdad. Ver a las 24 horas tras la catástrofe, a luchadores como Marín, David Mora y el local Alvarez, nos hizo ver el peligro latente, la entrega, la lucha de estos increíbles sacerdotes. Y de las lágrimas de Abellán, el primero en tener que enfrentarse al desgraciado percance de Juan, hasta los siguientes días de los anteriores, de los Fandiños y demás, los ojos y la mente están en Zaragoza. Vivimos a caballos entre nuestros quehaceres y el Miguel Servet, donde el loco Padilla demuestra una vez la pasta de sus entrañas.
Y todo mística, todo magia, sufrimiento y esfuerzo, la zaragozana pilarica se volvía el centro de La Tauromaquia, a pesar de la ruina de entrada del coso Pignatelli. Y es que la cruda realidad de la cogida, los esfuerzos de sus compañeros eran magia.
Magia hasta la llegada de los de siempre, los 'numbers one'. Los que consiguen estética y arte plástico con el movimiento de la tonta del bote. Y en dos días y pico, han tirado por tierra la Verdad, la Fuerza, el sentido de la mística que se produce en el círculo mágico. Todo ello, adobado por el sebo de los señores de la banda 'molesplus'.
La infamia ha vuelto a hacerse con las riendas de otra feria. La mentira y el impulso vomitivo llega por los ojos al resto de los sentidos, y ayer, ya se acabó el acobóse. Al quinto bis, noveno de la tarde, el maestro de Triana, seguido a coro por el rey de la comunicación taurina, terminaron doblándose, postrándose de hinojos, ante la falsedad que corroe la fiesta por dentro. a Perera, - no le bajes la mano, llévalo a media altura que si no se cae - dice el maestro de Triana. - No le bajes la mano, ni lo tires, que no hay más toros, y este tiene que seguir sí o sí - apostilla el del bigote. En ese momento, 19'41 hrs., decido levantarme y mandar a la mierda la seudocorrida. Vale más tomar una cerveza con la doña que seguir en esta tortura.
Y bajaba y me acordaba de Juan. Y como Oscar, su hermano, ya había largado todo, recordaba la conversación con el amigo Iñaki, del pasado sábado, cuando salía de la UCI de compartir un rato con su amigo Juan José. Ahí me contaba que había coincidido con mucha gente: toreros, la familia, los apoderados, amigos varios. Y después de pulsar los sentimientos de Lidia y el resto de allegados, Juan que le quiere ver y charlar un ratito con su Iñaki. Un poco más desmoralizado de lo que hace ver al resto de gente, a la que anima sin parar, como si ellos fueran los enfermos, que le cuenta su pesar, y que se resiste a que ese 'hijoputa' haya terminado con su vida guerrera. Aunque ya lo menta y lo piensa como posible. Mañana a planta (por el domingo) y la próxima semana me las piro para casa, le cuenta al bueno del González. Sigue comentando que ya han quedado con un oftalmólogo de Oviedo que debe ser la caña, y que hay un cirujano en Sevilla especializado en lo facial, que dicen que es un virguero. '¡Encima navarro! Así que igual que aquel navarro que me dejó de puta madre lo del cuello, otro me tiene que dejar esto aun mejor'. Y es que Juan está ansioso por largarse y comenzar la recuperación cuanto antes, que el tiempo transcurre y debe cumplir con sus contratos. Y ahí está Toño, su apoderado, que se despide a medio en gritos, exigiéndole que se comporte, que haga lo que dicen los médicos y que no se arranque las guías y se vaya a casa. Y es que Juan ha hecho muchas de las suyas. Estando convaleciente, se iba a entrenar cuando debía estar en cama. O se ponía a torear saltando por encima de los médicos. Y es que Juan, será mejor torero, o peor, o teatrero, o peculiar, o lo que sea que quieran o cataloguen. Pero Juan, ese ciclón, ese loco Padilla, es un gladiador honrado que lucha con Toros, y les plantea batalla. Y eso hace que cuando se junta con la tonta del bote, por ejemplo en la feria de su pueblo, se vea a un torero desconcertado y desdibujado. Y es que el 'patillas' de Padilla, illa, illa, maravilla tiene su jungla, sus partidarios y su gente, que debieramos ser todos, postrados ante un honrado sacerdote del misterio que ha comulgado con la sangre hasta treinta y cinco veces. Y seguirá como pueda. Igual sólo por quitar el record de cincuenta y ocho cornadas de Puerta. Porque, cuando vuelva, lo hará como la primera vez. Sin pensar en la cara, los muslos, el cuello, la barriga o la clavícula.
Pero, llegado al lugar del poteo, aun seguía mascullando que estos mierdas de consentidos buscadores de la perla estética sin movimento brusco, no podían tirar por suelo una feria, dignificada por el valor y la sangre de un guerrillero. No deben poder con el grito unánime del mes. #fuerzapadilla.
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