viernes, 8 de julio de 2011

¿Paisanaje? ¡Viva el paisanaje!






Ver en directo esta imagen es un sueño hecho realidad.

Si nos fijamos en el caballero de la derecha, ese jovencito cuarentón de azul, rápido nos damos cuenta que no tiene nada de sueño. Más bien de continua realidad, ya que se trata del incansable maestro del arte de Marialva. El dios del toreo a caballo, Pablo Hermoso de Mendoza, que es muy humano, como lo demuestra su infatigable e incansable trabajo. Ayer, sin ir más lejos, ya estaba en La Noveleta, su casa, entrenando un día más. Y es que, en esta casa sólo se toma fiesta al día siguiente de torear en casa, en Estella. El resto de año, salvo los días de vacaciones cortas familiares, al trabajo.
El sueño es por ver salir junto a semejante monstruo de la Tauromaquia al caballero de Noáin, Roberto Armendáriz.
Antes que nada decir que, Noáin es una localidad de la cuenca de Pamplona, cercana a ella, conocida para los de fuera por estar ahí la ubicación del aeropuerto de la región.
Quince años tenía un joven muchacho que montaba a caballo, ahí, en esa localidad, junto a la autopista de llegada a Pamplona. En los terrenos donde su padre tenía los corrales de los aperos agrícloas y de las ovejas, le preparó una placita, le hizo una buena cuadra para unos caballos, todos bien en sus boxes y demás, y desde allí fue creciendo. Sus padres Justino y Elma, su hermano Justino hijo, toda la familia, se volcó con la locura del muchacho. Amigos, colegas de la localidad, la gente del toro. Le hemos visto crecer, le hemos visto llegar, le hemos visto hundirse, levantarse, y desarrollar su trabajo al espejo de su maestro, a quien admira, a quien le gustaría llegar a tocar, por lo que lucha. Y cuando has visto crecer a un chaval, convertirse en un torero. Cuando, encima, le has ayudado en cosas, apoyado en malos momentos, incluso presentado a actuales amigos suyos que han sido benefactores de la causa, uno no tiene más que emocionarse viendo esa foto. Y eso me pasó.
Y no olvidaré la mirada y saludo personal al tendido cuando ya se me habían saltado las lágrimas. No se me olvidará el abrazo a su capitalista, su hermano que lo tenía conjurado hace diez años ha, cuando le sacaba por ese patio. No olvidaré jamás esa imagen, maestro y alumno saliendo por la plaza principal de la tierra, por la Puerta más famosa del mundo de las plazas, la puerta del Encierro.

Tiempo habrá para tomarle el pulso, ser más que exigente, mirarle bajo la lupa, pero el joven ya está más que bregado, y toreo con temple y gusto, se gustó y nos gustó, por lo tanto, y ya que era la primera vez a la gilipoyez continua de medios de Villa y Corte eso del paisanaje, como si nadie lo hiciera, como si no hubiera plazas curristas, chenelistas y demás 'istas' pasara lo que pasara, y que no podamos alegrarnos de lo ocurrido, yo, les digo aquello de ¡Viva el paisanaje! Seguro que a Julián lópez el Juli, viendo lo que ocurre en esta tierra, se cambiaría el nacimiento sólo por cómo le tratan en la suya.

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