jueves, 8 de septiembre de 2011

El largo y extraño verano

El estío, tiempo de sol y moscas. Antaño horario ininterrumpido para las labores del agro. De sol a sol. Ese verano que los urbanitas han convertido en salidas en masa a colocar un trocito de tela en la arena o en el campo, como si ello fuere significado de su propiedad deseada por unas horas, por unos días. Posesión de sus cosas, terreno incluído, mientras el machito con la 'churri', o la 'family', esté al orden de lo que ellas digan.
Ese verano que las noticias dan calor y pavor, de intenso rojo, casi burdeos o rioja, para que veamos el peligro de las altas temperaturas, y que sin embargo, en mi tierra, junto al pirineo occidental, nada de eso se está dando. Está siendo, algo más que largo, y extraño, muy extraño este verano, en el que, desde mediados del sol agosteño, los frondosos montes caducifolios se defienden mudando sus tiznes hacia el otoño profundo, y aireando hojas y frutos para aguantar lo que queda sin ver agua. Y lo más extraño en este largo verano, es que junio y julio han sido miserablemente frescos (fríos para otros lares). Y cuando el dicho de nuestra tierra 'en agosto frío en el rostro' parecía anunciar el desastre veraniego, llega calorina y menos agua. Y es que el aguazón, el rocío que dicen, ya no es suficiente para mantener verde ni las frondosas selvas del Irati.

Y tan largo y bucólico verano, tan extraño y desafiante, se ha vivido en mi pasión, en mi interior, en mi Tauromaquia. Fin de primavera generando ilusiones, truncadas por tiempos pasivos, toreros depuestos, fraudes inconfesables, fiascos continuos y polémicas paradas por la falta de ingenio, cultura e interés del público, que hacen al aficionado vivir cada vez más cabizbajo, si cabe.
El hogaño rural te retrotrae a tiempos pasados, en los que perviven recuerdos de sucesos, parientes que nos dejaron, glorias vividas y leídas, y no permiten más que la comparación de seres, de los bípedos que pululaban entonces, con la caterba de individuos que se entremezclan ahora en todos los órdenes de la vida. Y, a lo nuestro, en patios de plazas, entre saludos tímidos y sonrisas cómplices. Los gordos todos juntos, que se lo llevan todo. Los de enmedio a no estorbar y bregar con la más fea, que suele ser la que más embiste, más problemas pone, y sin poder tener a un bípedo de primera línea delante para solucionar la papela, bajo la intensa descarga de adrenalina que nos llega ordenado desde el hipotálamo, y que viene a ser eso que denominamos emoción. Y los de abajo. ¡Ayyy! los de abajo. ¡Si los ayuntamientos arrasaron con todo! Ya no pueden torear ni en las fiestas de su pueblo, y hay que hacerse legionario de plata, o cambiar la franela por el trapo, la escoba o la paleta.
Y es que, lo que nos venden como grandes cumbres, míticas cimas nevadas incluso en plena Virgen de Agosto, no dejan de ser colinas onduladas, o apenas tachuelas. Los excesivos combates y portentosos encuentros mudaron en aliviadoras faenas entre bípedos y 'colaboradores'. (¡Cómo odio la palabrita de marras!)

Largo y extraño verano, del que aun quedan grandes cumbres por ofrecer. Montañas míticas de antaño. Ferias baratas, vacías, mentirosas y sin contenido en la actualidad, sin tener imaginación, ni valor, empresarios ni toreros para dar la vuelta a la tortilla, y ofrecer a la afición algo por lo que creer. Si se habrá hecho largo, si será extraño, que el 'peque' de la cuarta generación Chopera, el mastín Oscar, ya ha determinado que la mejor Feria del año ha sido Almería.

Que el dios Uro nos coja a todos confesados, preparados y entregados cuando el vendaval 'the end' se acerque a nuestra puerta, y la inmoralidad que dicen haber cometido ciertos politicastros catalanes con lo de Barcelona, termine por acoso y derribo de los prohombres del taurinismo en el resto del planeta, sepamos agachar la cabeza, asumir nuestra culpa, y vivir del pasado sin rencor, con lágrimas y lloros. Y es que, cuando el toro no manda ni en la dehesa, el fin se acerca.

1 comentario:

  1. Bonito toro el de las fotos, sí señor, una pena que los mandones de esto nos hayan dejado sin verlo en San Fermín. Estas sinvergüenzadas tristemente cada vez se dan más y en Pamplona hemos de acabar viendo toros de 3ª si queremos ver alguna figura en nuestra feria.

    Por cierto Patxi, ¿sabemos que si al final ese toro ha sido lidiado con público o fue "achicharrado" es su finca madrileña?

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