El 8 de Julio de 2009, como testigo tengo a mi compadre, el boticario jerezano y cónsul emérito pamplonés en dicha localidad, se acercó a mí el entonces desconocido señor Don Bull, así se presentó. Luego más tarde ante la insistencia y la poco agraciada palabra para mi diccionario, supe que se llamaba Pedro.
Estábamos a la espera de entrar a comer antes de la tertulia sanferminera en el Hotel Iruña Park y requirió mi ayuda para presentar una posible feria en Nevada para impulsar los toros en USA, solicitando un sitio a la mesa y que le diera publicidad del evento.
Yo había tenido noticias de él y su aventura americana, días antes charlando del tema entre penitentes, y daba la casualidad que había recogido información de sus pretensiones, infames para mí, y a las que no presté auxilio ni voz alguna, usando la máxima de que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, así que, ni bien ni mal, en toda la feria no se dijo una sola palabra mentando las pretensiones del señor Pedro Haces.
Recuerdo que me decía contar con Ponce, El Juli, Morante, Manzanares, Castella, Talavante y otros G10 más, o figuras, para un espectáculo que no era de muerte, por lo tanto si no había sacrificio el rito no tenía su ser, pensaba yo. Además, continuando la normativa yanqui de no agresión a los animales, el picado no existía, y las banderillas eran redondeadas en su punta y con un belcro que se adhería a los lomares de la bestia con otro belcro colocado rodeando su mole, lo cual, además de hacerme churubitas del susto, me produjo un asco inmediato, que luego meditado sólo fue repugnancia a lo que seguía creyendo una desviación impúdica y sebosa de la tragedia ritual. Es más, recordando al hilo sí que menté o escribí algo sobre los toreros que me había carteleado, dándoles cera de la buena si aquello que mentaba aquel esperpéntico señor era cierto. Y es que sólo su nombre, me recordaba al trasero, al final de la espalda, al hopo caló, porque en mi diccionario bull, es culo. No gluteos, ni nalgas. Culo, esa fea palabra que fuera de España está proscrita y que aquí la usamos hasta para mandar a alguien por allí. Imagínense el poco respeto que me inspiró el señor don culo (bajo mi pensamiento, no traduciendo el inglés el cual sigo sin dominar a pesar de mil años estudiándolo) y toda la parafernalia.
Tras pasar los sanfermines y estar metido en otras ferias, fui recibiendo noticias de su fracaso con las figuras hasta que realizó un montaje al hilo de las normas que le marcaban, y poco más que quisimos saber los aficionados y taurinos.
Al paso del tiempo, y con la perspectiva que da el mismo, se plantearon problemas desde los animalistas, desde Bruselas, luego lo de Cataluña, y volvieron a la mesa espectáculos tipo al planteado por Don Bull para todo el planeta toros y ya, los huevos se pusieron por corvejo a muchos de nosostros, de tal forma que algunos optamos por solicitar el fin del rito antes que la denostación y humillación del mismo.
Al paso del tiempo, me entero que Hermoso de Mendoza ha firmado con él una milmillonaria campaña en varias ciudades importantes de USA, además del sur vaquero y fronterizo, siguiendo las normas yanquis en contra de maltratar en público al animal. Digo en público porque en privado es una de las naciones que más denigra al animal. Y no quise pensar en profundidad de lo inconveniente o no de enseñar el toreo a caballo sin muerte, ya que desde la superficie le di una perspectiva portuguesa sin farpas floreras al arte de marialva, y pensé que si alguien era capaz de torear a caballo a un toro sin un sólo castigo ese era el dios del toreo a caballo. Pero, desde esa superficialidad no llegué a mentar de bueno más que la pasta que se iba a llevar el estellica.
Y ahora a Don Bull le ha salido nuevamente el tiro por la culata, le han vuelto a dar por el bull, ya que a última hora, cuando no quedaban apenas cinco días para empezar el tinglado, las humanitarias normas yanquis exigen la castración del burel para poder darle paso fronterizo, y ahí se ha desmontado el chiringuito ya que el caballero no ha aguantado más agravios, después de tener a sus caballos mirados y remirados para su entrada a norteamérica rica. Y me alegro. Porque ya no quedaba más que agraviar al animal. No bastaba con desvirtuar la misa. También había que humanizar al dios, y que mejor manera de quitarle su divinidad, su ser, dejándolo estéril, cuando si es dios, lo es por su virilidad.
Y sin profundizar demasiado, y, como habéis visto, alegrado de su finiquito sin inicio, me pregunto si merece la pena retorcer, cambiar, mudar, maquillar, fingir, desvirtuar en fin, tanto el espectáculo ritual para poder exportarlo a yanquilandia. A mi nimio juicio, la respuesta es que no. Que sigan viniendo a verlo aquí, o donde haya respeto por el dios uro y se sacrificie su lucha de igual a igual, no vaya a ser que se implante en super-usa esa ignominia y encima se imponga y nos lo exporten a todos reciclado con si de santa claus se tratase a nuestro dios. Y además, ¿qué iba a hacer la buena de Lori Mourning sin poder ir a todas las ferias y llenarnos de besos?
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