Dicen que en una ganadería amplia, malo sea que no salgan algunos ejemplares de nota excepcional y otros de buena nota, y que al final, hay que mirar los tantos por cientos. Ahí es donde aún no he sabido deducir, ni nadie me ha podido especificar, el dato exacto para darle la nota a la ganadería en cuestión. Viene a cuento porque hay ganaderías que tienen vacas a manta y corridas de toros lejos de los parámetros que la media de los ganaderos dicen como algo controlable por sus manos. Y es que hay ganaderos que pasan de la veintena de festejos (sin contar los toros a la calle), que para ellos será controlable, pero para la media de sus compañeros de profesión queda lejos de veras el número de lotes ideales por saca.
Y lo que me parece curioso es que dentro de las ganaderías elegidas como favoritas por los públicos se encuentren esas ganaderías de tanta camada, como pueden ser Alcurrucén, Fuente Ymbro, Núñez del Cuvillo o Victorino Martín, como las ganaderías que más lotes separan y tienen contratados en el universo toros. Sin entrar, esta vez, a valorar si es mejor o peor, y hablando asépticamente, me pregunto si ese favoritismo no será dado, a más plus, precisamente por estar en todos los lares sonando sin parar, aparte de que tengan, bien por tradición, por modas, por deseos de los toreros, por ser quienes son los amos, por amiguismos o por méritos continuos ese caché ganado.
Hace bien poco un portal taurino daba los resultados a sus encuestas sobre la mejor ganadería, la que los aficionados escogerían para triunfar y salía Núñez del Cuvillo, líder destacado. Y la otra sobre el torero por el que harían 500 kilómetros de viaje, y salía Morante de la Puebla como primero indiscutible.
Y ayer se juntaron y conjugaron ambos deseos (¡y que no van a ser pocos este año!) en la plaza de toros de Valencia, que sumados al sol hicieron ver la plaza llena, repleta de gente "guapa", clavelera que dice el trianero palangana en el plus, y como si la premisa del dicho taurino se verificara una vez más, la tarde en cuanto al ganado fue decepcionante y en cuanto a los toreros, ellos sabrán lo que eligen, que según las encuestas debe ser más que bien, si la mayoría de los aficionados haría lo mismo.
Tres detalles que no me puedo callar:
Primero. A mí el encierro no me pareció, salvo el sexto, que fuese Núñez del Cuvillo, pero lo digo sólo que para mí no lo fue ni por hechuras, ni por pelajes, ni por caras. Por funcionamiento, por conducta, sí. De las muchas corridas que hemos visto todos de este ganadero, en muchos sitios diversos, en el norte, en el sur, en el este, en el oeste, en el centro, donde sea, siempre le salen toros con esa blandura y andar pastueño que dice al aficionado, molesta e incordia al torero, la verdad que, más bien poco. Lo que pasa es que siempre echa en sus lotes alguno que empuja mucho a la muleta, algún otro que tiene su dificultad y no es normal que se junten seis borregos en una misma tarde.
Segundo. Como no hubo nada en los enemigos, de Morante poco se puede decir, muy poco de su toreo excelso. Sí de su predisposición, de sus ganas, de su portentoso capote, y de tantas y tantas cosas, pero ayer no fueron bien invertidos esos quinientos kilómetros de desplazamiento, si son en exclusiva para verle a él. Otro día será.
Tercero. Daniel Luque es un petardo. Que cada día me gusta menos, si alguna vez me ha gustado, y que todos los ganaderos siempre han dicho maravillas de él y yo aún no las he pillado, y si va a ser comparsa en este tipo de carteles, aunque alguna vez le pegue unas series a algún bobo que le toque, me va a quitar las ganas de chupar tanto kilómetro si no es por obligación.
Y, fuera de todo detalle, la nota a remarcar es que Manzanares ha vuelto, que seguirá con este tipo de toros, que no toreará 'cebadas', pero que como al viejo criador, a mí también es el torero que más me gusta, que mejor corte tiene, y como se le ocurra torear a algo más chisposo con el temple de ayer nos va a volver más locos a mucho 'tarao' de esto.
Una foto a la que tengo cariño. En La Zorrera, el día en que Pepín Liria lidió su último toro a puerta cerrada en esa casa antes de retirarse, y la primera y última vez que tentó Manzanares en esa casa. Relajados, charlando al solecito matinal antes de que empezara la tienta.
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