Si días atrás, después de los toros de Victoriano del Río, que fue muy bueno en todo, y del de Jandilla, que aunque más suave, mejor para el torero, también fue un gran toro, los agoreros hablaban que vaya fallas, que nada de nada, que sólo con esto....y decíamos días atrás que menos se veía en todo San Isidro, por desgracia. Después llegó la buena corrida de Ricardo Gallardo, la tonta del bote de Núñez del Cuvillo, con esas cositas de Morante y ese temple de Manzanares, y ayer ocurrió algo impensable. Y digo así, porque de verdad que yo no me lo esperaba ni por asomo.
No voy a echar la casa por la ventana ni comentar como la triada del plus, sobretodo el matador Caballero, que no habían visto una corrida tan completa en la vida porque si lo dijera mentiría con descaro, pero sí debo inclinarme y reconocer que de no dar un duro por lo que mal imaginaba a lo que salió, va una enhorabuena al ganadero.
Luego él diría que gracias a los toreros se había visto esta corrida. Como siempre, alabando al que se queda vivo. Aunque en este caso dijo bien porque El Cid y Perera lucieron sus toros y les dieron más caché, pero sin materia prima, como pasó el día anterior con los del la granja de El Grullo, no se hablaría de las dos puertas merecidas para los espadas.
Hay que agradecer a quien sea, después de saber que Morante va a estar ahí, que El Juli no baja el pistón y que Manzanares ha vuelto, que El Cid haya recuperado no sólo el punto de mira, sino sus sensaciones que recuperó a final de la pasada temporada, y que Perera esté tan entonado como cuando mandó en esto, y que su ambición sin límite le vaya a poner en el furgón de primera, si no en el sitial del olimpo si recupera su certera suprema.
Tras las Fallas analizaremos esta situación peculiar, esta pelea sin fin que se presenta y que hoy Castella pretenderá unirse a la banda, pero ahora sigue tocando dar la enhorabuena a Pedro Gutierrez Moya, al ganadero, que hacía muchos años que no veía calidad, nobleza y raza en sus bureles y que me demostró que pueden servir para la lidia de a pié, no sólo para el caballo toreador, al igual que este encaste fue de los principales para los toreros décadas atrás.
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