Lejos de dramatizar, y preparado como creo debo estar para un mal año ganadero tal y como se nos ha presentado el asunto desde inicio de temporada, quiero echar una miradita a lo de ayer y poner sobre la mesa una sombra de duda, que desde el seguimiento de la corrida al maestro Polite, al compadre Ganuza y a mí mismo nos quedó en el aire: me da la sensación que esto de Victorino tiene agua sobre lo suyo. ¡Vamos! Que ha mezclado sangres en la última década y no le ha dado resultado la alquimia. Y si no le ha echado refresco nuevo a sus vacas, ha cerrado en banda sus líneas apostando por la toreabilidad.
Argumentos que vemos en una corrida como la de ayer en la Maestranza:
Primero, claro está, en las hechuras. Primero, segundo, tercero y quinto salen ensillados, largos, enmorrillados en exceso y con apenas una cuerna cornialta sin significarse por ello. A pesar que los manolos decían que el quinto era de impecable presentación, para mí pensando en victorinos fue el más feo engallado en la salida. Es más, le ponen otro hierro, y a pesar de esos pelito cárdenos no acierto ni a la de cien con que eso es del viejo ganadero.
Segundo, sin duda, en el comportamiento. Lleva tres años seguidos sin dar una a derechas en Sevilla. En Pamplona lo recordamos con mal aire por los tres años que nos regaló (¡y eso que hubo una faena de dos orejas y rabo!). ¿Dónde está la agresividad, la acometividad, el hocico en la arena acompasado con el empujador de malaje, el apretador en el caballo con el cortador de viajes y buscador de las zapatillas, o aquel incansable perro que ahogaba al torero más en forma?
Tercero, la volumetría. Un toro de esa casa no puede llevar esos pesos por muy bien que sean los piensos de ahora, por mucho que coma dos veces al día y se encuentra sanitariamente de forma inmejorable, se le corra y se le muscule. Sacar de tipo este encaste es anti natura. Y ayer vimos mucho de eso en el albero sevillano.
Cuarto. A pesar de que puedan meterse con ellos, los tres toreros, salvo un instante Padilla, anduvieron ligeros, holgados, con mando sobre un toro que acostumbra a desarrollar, a no dejarse mandar salvo que le pongas el trasto a la perfección, que no suelen dejarse dar un capotazo y que ayer chuparon un centenar.

Por cierto, como embistan cuatro 'domecqs' (que lo harán) qué diremos. ¿seguiremos lanzando pestiños contra todo lo domecq o ahora nos meteremos con todo lo demás porque es nuestro deporte nacional? Sólo quiero hacer una advertencia a la gente que pueda leer estos cuenticos: un menda es bravo, bravo. Le tildan de domecq, de cebaíta, de miurero, de lo que sea según venga el aire de donde llegue para intentar dar puñaladas. Y no se dan cuenta que defendemos a quien hace bien las cosas, trabaja, da resultado y echa animales bravos, y me la suda si vienen con fundas o no, si se corren en correderos o viven entre encinos centenarios aquietados por el sosiego, porque todos son hijos del bos primigenium, todos me merecen un respeto. Pero, ¡ojo! siempre que hagan las cosas como deben.
Foto Burladero.com
Victorino está, para inmenso dolor de nosotros los aficionados al toro, ACABADO.
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