Sigo con las reflexiones, que no crónicas, sobre lo sucedido en la plaza y posterior charlas y tertulias sobre el tema. ¿por qué digo esto? Porque ya me achuchan y me dicen que me demoro en mis comentarios. ¡CLaro que podemos hablar de la corrida de Miura! La crónica ayer noche quedó hecha, pero, repito, desde aquí surgen reflexiones con diversos partícipes, más que nada sobre todo lo que he podido recoger desde que terminó la corrida, hasta, claro está, comenzar la siguiente.
Mi opnión, libre, honrada y gratuita va con ello.
Todo comenzó, desde la misma barrera de la plaza, donde Iñaki González me invitó a disfrutar con él en sus entradas ese día, por cierto, elegido por mí. Opiniones diversas, charla amena con Tomás Campuzano, con Luis Mariscal hijo, cara de malas pulgas de su poderdante, Cortés, miradas cómplices con Alberto Aguilar, apurado como ninguno, y dándose cuenta nada más terminar el quinto que algo había pasado que se le había escapado. Y es que no hizo caso a un menda en cerrar al toro en la segunda suerte, darle dos trincuerazos y matarlo ahí. Prefirió las palabras de quien le lleva. Normal. Él es el profesional.
Ya a la salida, me acerqué hasta el club taurino para saludar a un amigo. Allí, en la terraza el debate era tenso. Viejos sabios comentaban que eso no había sido bueno. Viejos escuchadores decían que no le entendían, esta vez, porque ellos se habían divertido, lo habían pasado bien. Rápido me llamaron para que opinara, y no sólo les di la razón, sino que opiné diferente al gran maestro del club, cosa que en ese momento no caí en la cuenta. Pero, me salió del corazón repetir lo que había dejado hecho con la plumilla. Y no coincidió. Mi amigo, tampoco Juan, tampoco. Pero, era normal. El miraba por el hijo de su amigo Luis Mariscal. Yo, por desgracia, no me puedo permitir esos lujos, y le dije bien claro que estuvo flojo en el primero, no entendió donde matarlo, que el toro había sido de movilidad y fuerza y se equivocó al matarlo. Sí le di la razón en el cuarto, que no había estado tan a la altura. Sin embargo, ese cuarto, de reatas antiguas de la línea condesa de la casa, diferente especimen al resto de sus 'hermanos' de lote, pedía guerra a la antigua, y no se la dieron. Y es que si un toro no viene a tí, tendrás que ir a por él.
Seguí camino a casa, cansado, ensoñado ya, y tirado en el sillón, como si bálsamo de Fierabrás tomara, suena el móvil, y el amigo Fernando Pizarro que se enfada conmigo por no haber estado con él o llamado a darle mi opinión sobre sus toros, que para él es muy importante. Demasiado creo, y sin tanto mérito. No sé porqué coincidimos en un 99%. Yo iba dando la crónica, el examinaba mis palabras con un continuo - chiquillo, eso pienso yo - con ese habla musical tan específico de la Sierra Norte sevillana.
Pasó la noche, corta y mal dormida por el calor, el cansancio, la pesadez en el cuerpo, y siguen las caminatas solitarias, con cortas paradas por gente que me para. Ayer me sorprendió que, una cuadrilla, de corredores, uno de aquí y el resto de fuera, que me paran y me pregunta por qué los miuras corren siempre delante, tan rápido, como si supieran el camino... ' es que son los mismos todos los años' respondo. Se quedan unos segundos pensativos, como viendo clara la respuesta, hasta que caen en la cuenta de la imposibilidad de ello. Y uno, que se acuerda de Urbis, que mañana contaré, y les responde que lo llevan en la sangre. ¡Ahhh! me dicen. En fin, la peña está de los nervios. Lo malo es que seguro que se lo han creído. ¿Cómo van a llevar nada si no ha vuelto ninguno a contarlo? Je, je! Hasta esto es más creíble.
Por la tarde, me congratulo con mis ideas en la tertulia taurina, porque mis contertulios están de acuerdo y resaltan mi misma opinión. Y hay una cosa que me queda firme, dicha por Paco Oliva, veterano aficionado pamplonés de Zafra: 'esto nos gusta a los aficionados. No el toro que le dan cuerda por detrás para que funcione la pila'
Me dicen que las puntuaciones no son muy allá. La crítica es así. Y rememorando a finado ganadero navarro Jesús Fraguas: 'Patxi, así debe ser una corrida de toros'
Y es que hubo fuerza y movilidad, y Joselillo entendió que había que actuar muy metido en el tercero de la tarde. 'Es que no templó lo suficiente' me dicen. ¡Que no! Se acopló perfectamente a la violenta fuerza y velocidad del animal, se estiró y lo ligó a un tranco largo y de fuertes manos. ¿O es que nos creemos que la muleta tiene un mando a distancia para reducir la marcha del burel? Si los hay, estos no. Por eso no vemos a los porcelanas en estas fiestas. Ellos a los saraos.
Ya en el sexto, que se le coló varias veces con mucho peligro, siguió manteniendo la emoción y la sensación de que esto es algo más que dar pases de salón y de escuela. Fue malo el toro o lo hizo él peor, es una incognita a despejar, imposible según a quién preguntes. He admitido ambas opiniones. Pero, para mí, los doloresaguirre estuvieron de Feria del Toro.
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