lunes, 14 de febrero de 2011

VIAJE A LOS TOROS DE PAMPLONA. IX

El sol aún no repuntaba en la fría mañana cuando recogíamos todos los bartulos, ordenamos las pocas cosas que tocamos pensando en dejar la casa mejor de lo que estaba para que nuestro casero la encontrara en óptimas condiciones y salimos para la botica a entregar las llaves a Pepe, guardián del lugar cuando su dueño, Javier, está fuera y despedirnos sentidamente. Hemos echado unos días buenos en Cádiz y el 'boticario' junto a su doña, han ejercido de excelentes anfitriones y amigos del alma, hemos compartido tardes-noches con ellos, les hemos asaltado la nevera y nos toca cambiar de paraje a nuestro pesar por no poder compartir más, que el viaje continúa. Sin embargo, antes de salir de la provincia y envolvernos en la espiral de día que se presentaba, nos tocaba cerrar la última visita de esas tierras a la próxima Feria del Toro, la ganadería de Torrestrella, un clásico en la historia de dicha feria, pero que llevaba años sin venir a Pamplona. Aún recuerdo todos los desastres encadenados en aquella corrida elegida aquel año en que se estrenaron los nuevos corrales del gas. Entre los percances de última hora en la finca, amén de los anteriores, con dos bajas pocos días antes del embarque, otra en el embarque, otras tres en el gas, la corrida remendada con lo de Bilbao, poniendo a la Misericordia bilbaína en bronca con Alvaro Domecq, con El Potra, con la Meca de Pamplona y dejando la corrida en una escalera por las diferencias de los bilbaínos a los pamplonos. Toros apartados de meses en corrales diferentes y que se hicieron una escabechina en cuanto se juntaron. Recuerdo que ese año, en los estrenos de los nuevos corrales hubo un poco de nerviosismo entre los bureles poniendo en danza a todos los mayorales día y noche. En fin que la corrida fue lamentable, la gente se enteró de que estaba remendada y auspiciados por la prensa puso el grito en el cielo. Aún recuerdo en la tertulia posterior a la corrida, la televisada tertulia del recordado Jorge Ramón Sarasa, compartí mesa con el ganadero que se disculpó, fue el más crítico con los bureles y como mi colega, de espectador en el público le dijo que eso era inaceptable, que una casa pobre puede hacer lo que sea por vender, pero que en el caso de Torrestrella lo único a decir, en contacto con la Casa de Misericordia, es que busquen otro ganado que 'yo no tengo toros'. Cabizbajo quedó Alvaro Domecq Romero, y su ganado pasó instantes de travesía del desierto, a parte de no tener cuajo para tal coso. Cada año, viéndome con Juan Cid, mayoral de la casa, lo mismo a la puerta de su casa como en ferias a las que sí iba, y siempre la misma pregunta: ¿cuándo me retiráis el castigo en Pamplona? Y recuerdo bien la última vez que me hizo esa pregunta, en los sanmateos logroñeses, a lo que, un propio sin saber nada, le respondió que no estaba castigado, que no se martirizara, que si tenía toros volvería a Pamplona seguro, pero que eso era tener toros y que encajara con el perfil que busca Miguel Criado para la Meca. 'Pues no veas que cabecera de camada más de Pamplona tengo'. Y los dos sin tener la menor idea de lo que quince días después iba a pasar que nos dijimos que si era así estaría en los siguientes sanfermines. Cuando se enteró a mitad de octubre que tenía que apartar la camada para Pamplona me llamó a darme las gracias. 'Juan, te juro que no pinto nada ni nada he tenido que ver. Que es pura casualidad y que me alegro mucho porque así volveré a Los Alburejos, además sin que me cobre la señorita en la puerta' recuerdo haberle contestado, a lo que la típica respuesta mentándome la bicha, y quedamos para después de navidades, cuando le llamé y aún estaba en una nube. Con Juan habíamos comido el lunes y como teníamos que estar para las dos de la tarde en Zufre, en plena sierra de Aracena, límite Sevilla - Huelva, hoy miércoles habíamos quedado en visita de médico. Llegar, aparecer Juan Cid y al corral donde los hermosos bureles nos dejaron una gratísima impresión. No echamos fotos más que de esa cabecera de camada apartada por lo que siento no poder compartir ahora esos toros con vosotros. Es cuestión de honradez y compromiso con la Casa de Misericordia, y mientras no me autoricen a publicarlos todos los toros son de las casas visitadas, pero no los designados. Esos ya los tiene la Casa, y no es que sea delito verlos, es que de los diez apartados y reseñados, si los vemos ahora y luego ocurre algún percance empieza el aficionado con las sospechas, las maledicencias contra todo cuando lo ocurrido ha sido un percance fatal. Sí deciros que nos gustó lo reseñado. De los diez, variedad de pelajes, dos clásicos burracos de la casa, colorados salpicados, negros con accidentes típicos de la mezcla y bonitas caras. Dos toros más arriba, que bajo el pensamiento de Juanito serán quitados, y bajo el de Polite y el mío tendrá que moverlos y preparar más a los otros, pero que Pamplona elimina por abajo e iguala por arriba eso está claro. Las caras son muy importantes y más hoy, que el encierro pamplonés está tan masificado y se hace más difícil ver a los bureles y el peligro entre tanta marabunta humana, y Pamplona se debe al sacrificio matinal más que al vespertino.
Hablamos de su manera de enfundar, que a mí no me gusta, y que realizan desde el principio que colocó Fuente Ymbro, recordardo aquel año faltal de tantas pérdidas. No me gusta por la colocación del cartucho en la punta, que al que no sabe cómo es, le parece que el pitón es más de lo que realmente hay debajo; que aún no se ha comprobado científicamente el efecto de la no aireación, y que el plástico está superado por la venda sin lugar a dudas.
Vimos la finca, la cuadra de caballos que Pedro estaba más que interesado por conocer, todo el montaje de corredero con gradas, instalaciones para autobuses enteros llenos de turistas que van a la finca a pasar un día viendo espectáculos de acoso y derribo, calesas, doma de caballos, tientas a campo abierto, todo un montaje a un módico precio y que mueve a mucha gente a ese disfrute y que da empleo a mucho personal para arreglar dichos eventos. Pero en bruto cerca de cien millones de las antiguas recauda el espectáculo.
Son las once y media de la mañana y salimos con un sol agradable, y aún nos queda camino hasta El Parralejo. Salimos contentos con lo visto, apto y apropiado, ¡en Pamplona!, y deseosos que le vaya bien y podamos regresar el próximo año porque tanto en la comida del lunes como en el ratito que nos hemos aparcado hemos disfrutado de verdad con el ya veterano aunque joven en edad, Juan Cid, mayoral de Torrestrella.

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