viernes, 25 de febrero de 2011

VIAJE A LOS TOROS DE PAMPLONA. XIII

La ruta continúa, y día a día va llegando a su fin y todos nos damos cuenta mientras pasamos Cáceres camino de nuestra última cita porque los silencios son mayores, y las charlas son ya recuerdos pasados, que a ratos nos parecen lejanos. En esos instantes supe que me había pasado un pelín en la organización del viaje, por la tralla que acumulaban nuestras espaldas, durmiendo cada día en un sitio diferente, sin perder un momento, y eso a Polite, camino de sesenta y ocho, parecía ser demasiado trago. Desde luego Pedro y yo estábamos profundamente cansados, aunque ambos más acostumbrados a estas palizas. Sobretodo Pedro, siempr al volante, una máquina de devorar kilómetros y ya cerca de Béjar sabíamos que pasaríamos los tres mil de largo al volver a casa. Pero el viaje no tiene otra opción. Y por eso, el doloroso placer es único, orgásmico.
La discusión llega un año más sobre la ruta a tomar para llegar a la Venta de El Cruce porque comento con Pedro que debemos coger una vía más cómoda, y Polite que se ha traído la guía Campsa del año de la tos que comenta como única ruta a tomar la de los puertos, desde Béjar a Ciudad Rodrigo, pasando por la misma Peña de Francia. Ruta difícil, complicada, donde apenas te cruzas con un par de coches en sententa hitos de asfalto, menor en distancia pero una carretera para hacerla una sola vez en la vida, y nuevamente entramos en su vía. Hermosos paisajes mientras se pierda la claridad por momentos y otra vez dejamos el camino fácil atrás.
De ruta ya había concertado con Moisés Fraile la hora de visita en su casa, y recibido varias llamads de Paco Cañamero que en vez de esperarnos en El Cruce, se había largado a ver la novillada a Valdemorillo y que llegaría tarde a cenar. ¡Lo que faltaba comentarle a Carlos!
Al final, como todo lo que se persigue, nuestro punto de parada llegó. Angel y su familia que nos esperaban, las habitaciones preparadas y la nota verbal de Cañamero, que llegará a las mil y quinientas, porque lo que iban a ser las nueve y media, fueron las diez y media pasadas. Tiempo para ducharnos, dejar las cosas aparcadas, coger el ordenador para cargar las fotos del día, mientras la noche entra, con frío, y nosotros, sentados al fuego, Polite fumando sin parar como aprovechando todos los sitios donde no le habían dejado, y Angel sacando potes y picoteo, sentado con nosotros mientras departimos y admiramos todos los rincones de su casa que huelen a toro, puesto todo con magnífico gusto. No en vano estamos en la Venta del Cruce, uno de los lugares taurinos por excelencia, un sitio de parada y fonda para muchos toreros, un lugar de cita para el taurinismo local. Y ahí que nos juntamos con algunos de la familia Fraile, donde aparece el torero catalán Serafín Marín, amigo de la casa, que está de tentaderos en la zona, a hacer noche y con quien compartimos charla tanto a la noche como en el desayuno de mañana. Mayorales, taurinos que nos tienen a lo nuestro, y por fin aparece el amigo Cañamero y cenamos, copeamos, charlamos, reímos y terminamos de copas, en mi caso de copa, mientras Polite y Pedro están en la cama. Tarde-noche de toros, en una zona fría, alta, de tapias de piedra, encinas, cerdos negros y toros, muchos toros. Otra de las zonas de ruta torista, aunque Salamanca está perdida respecto a otras tierras que ya le ganan en estos tiempos. El tiempo tan deprimido de la zona, el trabajo mal realizado en generaciones posteriores y otras razones más han hecho que los ganaderos salmantinos estén detrás de extremeños y andaluces, lugares donde está casi toda la flor y nata de las ganaderías modernas, con expceciones en esta y otras tierras. Y aquí lo saben, y eso es una interesante charla que nos tendrá ocupados hasta la misma salida de vuelta a casa.

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