Despiertan las fieras y nos vamos a desayunar mientras esperamos a Pepe y su cuadrilla, que por segundo día hacen que vayamos un autobús al campo. Somos siete, muchos para lo que acostumbramos, pero todos conocidos para la casa a la que vamos. Hoy toca Fuente Ymbro. Lo hemos decidido así con el gandero y su mayoral que saben que no pierdo ni un día en relax, y a mediodía iremos a comer a la Venta Durán con Alfonso y Susana, y así paramos en la Venta a reservar la mesa a Luis, que siendo domingo estará hasta la
Fue llegar y ver movimiento por todos los lados, dos tractores en marcha, cuatro todoterrenos, el amo a caballo, la señora de la casa, la mujer del mayoral y sus niños corriendo de aquí para allá, y todo se frena en nuestra llegada con saludos y abrazos.
El barrizal, los toros, la cercanía a cuerpo descubierto de tanto animal, el traqueteo del tractor y lo complicado de no caer al barro del cercado entre la manada, la edad o lo que sea, que pone en aprietos a más de uno, y le deja baldado del paseo. Salvi y un menda, sabedores de esa situación nos sentamos al extremo de la pala con los pies colgando y los toros mirándonos. Así salen uno a uno todos los números reseñados. Muchos no. Ya no es lo de antes. Aquí con las fundas las pérdidas desaparecen casi al cien por cien y no se apartan de diez a doce toros como se hacía en otras épocas.
Aquí acaba la visita, ya que una vez llegados a la explanada todos los planes hechos se terminan. Ni podemos ir a comer, ni lo vamos a hacer. Hoy es domindo, hace sol, último día de caza, y se come en el campo que todo está preparado. Y es que anoche, Alfonso, Miguel, y dos cuñados de Alfonso, unos pájaros los cuatro de aúpa, recogieron un ciento de pichones que bajan al anochecer a comerse la comida de los toros en los comederos. Les tenían preparados con un sistema de redes una trampa y hasta bien entrada la madrugada estuvieron recogiendo de todo su entramado más de un ciento de palomos a la red. Así que después de un frugal aperitivo, al tiro.
Ricardo y su señora, toda la gente de la casa y los siete invasores que nos echamos un día auténtico, donde las chanzas dominaron la escena, donde hubo tiempo para el cante y el baile, donde Polite dejó anodadados a todos por su dominio fandanguero, por sus cantes de ida y vuelta, sus peteneras, sus poesías y al alimón con Mari Paz se marcaron cante, palmas y baile. Todo fue auténtico y bueno. Como es el campo, y después del ocaso aún nos fuimos a seguir el día entre copas y comidas en casa de Alfonso. Y es que es domingo, se ha ido el sol y aún hay que seguir celebrando el momento. Y entre gritos de locura que Osasuna ha ganado al Madrid, y ahí se alegran más cuatro barcelonistas gaditanos que tres navarros. ¡Y a seguir celebrando! Al final, despedidas repetidas, y son cerca de las diez cuando pasamos por la puerta de Venta Durán. Más vale que uno lleva el móvil de Luis y antes de comenzar la liada de día le avisaba de lo que parecía iba a ser un día largo y librar el compromiso de la mesa entre disculpas sinceras, aceptadas por él sin problema que conoce lo que es esa ganadería, sus gentes y un domingo bueno.
Y sentado en el sillón, antes de caer rendido en la cama, uno que mira la hora y ve que ayer era domingo, hizo un buen día, estábamos muchos amigos juntos y había que celebrarlo. Un día más para no olvidar.
Ya me gustaría cansarme a mi así...
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